SOCIEDAD › PENA DE 17 AÑOS A UN CURA POR ABUSAR DE CINCO NIÑAS

La condena de un sacerdote

Napoleón Sasso fue condenado tras un juicio en el que se dieron por probados cinco casos de abusos a niñas de entre 6 y 13 años, todas muy pobres. El cura trabajaba en una capilla de Pilar.

 Por Carlos Rodríguez

“Yo era amiga de (Mario Napoleón) Sasso y de su familia, pero en casos como éstos, la amistad no cuenta; sólo la verdad y la Justicia.” Analía López es laica consagrada y, como tal, católica militante. Fue la primera en denunciar los abusos sexuales cometidos por el cura Mario Napoleón Sasso Muñoz, de 50 años, cuando era párroco de la capilla San Manuel en el barrio La Lonja, de Pilar. Ayer, Sasso fue condenado a diecisiete años de prisión en ausencia, ya que se quedó en el penal de Olmos, donde está preso, para no estar presente durante la lectura del fallo. Analía está “conforme, pero no contenta, porque el daño que le hizo a las niñas es irreversible”. Los jueces del Tribunal Oral 1 de San Isidro consideraron que Sa-sso fue responsable, entre 2002 y 2003, de cinco casos de abuso sexual de niñas que tenían entre 6 y 13 años. Todas eran de familias pobres que iban a la capilla para paliar el hambre, porque allí funcionaba un comedor. Sasso fue hallado culpable del delito de “abuso sexual doblemente calificado en razón del sometimiento sexual ultrajante para las víctimas y por su condición de ministro de un culto religioso”.

El fiscal del juicio, Washington Palacios, había pedido la pena de 35 años de cárcel, pero los jueces optaron por una de 17 años. El imputado fue absuelto del cargo más grave, que era el de “abuso sexual con penetración”. En el fallo se dijo que existían “dudas sobre la existencia material” de ese delito. La parte querellante estuvo representada por Ernesto Moreau y Rubén Casset, con el apoyo de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH). Moreau le dijo a Página/12 que la sentencia “es ejemplificadora y por lo tanto muy importante, tratándose de un miembro de la Iglesia que en su momento fue protegido por sus superiores. De todos modos, nosotros creemos que hubiera sido mejor que le aplicaran el máximo de la pena prevista en el Código, que es de veinte años”. Por esa razón, Moreau dijo que estudian la posibilidad de apelar el fallo.

Moreau explicó que el fiscal Palacios “pidió 35 años porque interpretó que hechos como los protagonizados por Sasso deberían ser sancionados como violaciones a la Ley de Defensa de la Democracia, un argumento válido, pero discutible. En cambio, que le apliquen una pena efectiva de veinte años es algo que está contemplado en el Código Penal”. En el veredicto, los jueces María Elena Márquez, Juan Carlos Tarsia y Federico Ecke le recomendaron al Servicio Penitenciario Bonaerense –Sasso está en el penal de Olmos– que le brinde al sacerdote “la asistencia psicológica necesaria para que pueda reinsertarse en la sociedad”, cuando quede en libertad.

En la sala de sesiones del primer piso del edificio de Ituzaingó 340, Analía López, acompañada por un grupo de mujeres, vecinas del barrio La Lonja, desplegaron banderas que decían: “Pedófilos tolerancia cero”, “Con los chicos no” y “Justicia para los inocentes-cárcel para los culpables”. Luego de escuchar el fallo, la mujer, que fue la primera en pedir que se investigara al cura Sasso, se manifestó sorprendida por uno de los puntos del veredicto: “¿Cómo es posible que pidan asistencia psicológica para el condenado y que no pidan lo mismo para las chicas que fueron abusadas?”. Analía, además de ser laica consagrada, es quien organizó el comedor que funciona en la capilla del barrio La Lonja.

Se armó un sistema de viandas que se retiran en la capilla. Los vecinos van a buscarlas o envían a sus hijos. Esa fue la forma en la que Sa-sso comenzó a tener trato cotidiano con las chicas que luego serían abusadas. La investigación comenzó cuando Analía López encontró llorando a una de las pequeñas, quien le terminó confesando que había sido ultrajada por el párroco. La niña le contó que el sacerdote la había manoseado en varias oportunidades y que se había masturbado en su presencia. También le dijo que la había amenazado para que no contara lo sucedido. “Lo más indignante es que los ultrajes eran cometidos en forma previa a la entrega de la comida, a niñas que son muy, pero muy pobres”, le comentó a este diario el abogado Ernesto Moreau.

Analía, para llevar adelante su denuncia, contó con el apoyo del cura y médico psiquiatra Luis Guzmán Domínguez y de la psicóloga María Inés Olivella, quien entrevistó a las víctimas. Moreau y Analía López sólo tienen reproches para la actitud asumida por otros miembros de la curia, desde el vicario general de la Diócesis Zárate-Campana hasta el ex obispo Rafael Rey, que renunció al estallar el escándalo por los abusos cometidos por Sasso. Una investigación realizada por el programa Punto.Doc reveló la existencia de la Domus María (Casa de María), un lugar donde la Iglesia envía a los sacerdotes “en crisis”.

El sacerdote y psicólogo Pedro Marano, sorprendido por una cámara oculta, admitió que en la Domus María, ubicada en Tortuguitas, se trataba a “curas pedófilos” y hasta llegó a reconocer que habían pasado por allí “más de 70 religiosos de toda Latinoamérica”, todo ello “con el conocimiento de todo el Episcopado”. En ese mismo lugar estuvo alojado varios años el cura Sasso, derivado de la diócesis de San Juan, provincia de la que es oriundo, por haber protagonizado algunos hechos similares a los que ahora fueron juzgados. Moreau y Analía López lamentaron que en el veredicto –los argumentos se conocerán la semana próxima– no haya habido ningún mención a la función que cumple la Domus María. “La Iglesia, en lugar de denunciar a los abusadores, los hace ‘tratar’ y luego los reintegra a sus funciones, como ocurrió con Sasso”, aseguró Moreau, quien recordó que el mismo sacerdote hoy condenado tendrá que afrontar en un tiempo otro juicio oral, por otros dos casos de abuso sexual.

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Un grupo de mujeres, vecinas del barrio La Lonja, desplegaron banderas contra el sacerdote.
 
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