SOCIEDAD › LOS RESULTADOS DEL EXPERTO EN SIDA GONZALEZ MONTANER

“Un año sin medicación y están bien”

El médico argentino que dirige un programa de sida en Canadá anuncia que tiene pacientes sin medicación ya hace 12 meses, en el marco de un abordaje más flexible de los tratamientos.

 Por Pedro Lipcovich

“Hasta hace poco, hablar de ‘interrupción de tratamientos’ era decir una mala palabra pero hoy tenemos pacientes que, bajo controles estrictos, llevan hasta un año sin medicación y están bien”: lo anunció Julio González Montaner, el médico argentino que dirige un programa de sida en Canadá. El criterio prevalente es una mayor “flexibilidad”, que incluye la alternativa de empezar los tratamientos más tarde y de suspenderlos para reanudarlos cuando se hace necesario. Y las causas son diversas: se constató que los tratamientos pueden ser más efectivos de lo que se creía pero, también, que sus efectos indeseados suelen afectar la calidad de vida de la persona. Entretanto, los pacientes más antiguos con terapias combinadas cumplieron ya ocho años de tratamiento. Ayer en Buenos Aires, González Montaner anunció además buenos resultados con la nueva generación de medicamentos, los “inhibidores de fusión”, que se usan ya en “terapias de rescate” para pacientes graves. Pero, también, un doctor extranjero se asombró ante la miseria que encuentra en la ciudad y observó que “una causa principal de transmisión del VIH es la desesperación”. El perfil de la Argentina se acerca al de los países más pobres del continente, pero el dinero que se fugó de los bancos el año pasado bastaría para financiar un año de lucha contra el sida... en el mundo entero.
“Este último año, constatamos que los tratamientos son más potentes de lo que pensábamos. Antes creíamos que los tratamientos debían empezar siempre lo antes posible pero (en un trabajo publicado en el Journal de la American Medical Association) pudimos mostrar que, aun en estadios relativamente avanzados de la enfermedad, la respuesta clínica y el nivel de linfocitos CD4 (que marcan la fortaleza del sistema inmunitario) eran buenos”, destacó González Montaner, director del centro de excelencia para sida de la Universidad de British Columbia, en Vancouver, quien participa en el Sexto Simposio Internacional de Sida en Buenos Aires.
Al mismo tiempo, admitió el especialista, “los tratamientos pueden tener efectos colaterales importantes, que incluyen problemas cardiovasculares, óseos y diabetes: no suelen ser causa de mortalidad pero afectan la calidad de vida”.
Así las cosas, valía la pena el paso de empezar las terapias más tarde e incluso interrumpirlas: “Hasta hace poco, hablar de interrupción era una mala palabra pero encontramos que, si el tratamiento se interrumpe en forma ordenada, no por eso el virus se hace resistente a corto plazo”, contó González Montaner. Se controla especialmente la cantidad de linfocitos CD4 en el paciente y, llegado el momento, el tratamiento se reanuda. Este criterio ya se aplica también en la Argentina.
En cuanto al comienzo de los tratamientos, “también en este último año se admitió que no hace falta empezar en forma inmediata”, señaló González Montaner, para quien en principio se puede esperar hasta que los linfocitos CD4 estén por debajo de los 200 por milímetro de sangre. Por su parte Pedro Cahn, jefe de infectología del Hospital Fernández y miembro del comité asesor del Programa Nacional de Sida, precisó que “el criterio actual es empezar el tratamiento cuando los linfocitos CD4 están por debajo de 250. De todos modos, esto depende de la evolución: si están por encima pero vienen cayendo en picada, puede ser mejor empezar ya”.
En la otra punta, para cuando el sida se declaró y se agrava, se destacó el éxito de una nueva familia de drogas, los inhibidores de la fusión: impiden que el virus pueda fusionarse con la membrana de la célula y entrar en ella. Como el resto de los antirretrovirales, no eliminan el VIH pero impiden que se multiplique en el organismo: “Mostraron ya resultados valiosos, en especial para pacientes donde los tratamientos ya en uso han empezado a fallar, por resistencias u otros motivos”, destacó Mark Wainberg, director del Centro de Sida de la Universidad Mc Gill, Montreal y ex presidente de la Sociedad Internacional de Sida. González Montaner confirmó que “usamos el T-20, combinado con otras drogas, en ‘terapias derescate’ para pacientes con sida avanzado y mucho tiempo de tratamiento con otros antivirales: la cantidad de virus bajó hasta el 90 por ciento”.
En la Argentina, pese al deterioro de la situación en VIH/sida (ver recuadro), el Ministerio de Salud está cumpliendo con la entrega de medicamentos.
La nueva ley de prescripción por nombre genérico, ¿influye en el VIH/sida? Pedro Cahn contestó que “nosotros venimos recetando por genéricos desde antes: los medicamentos contra el VIH son en general provistos por el Estado y las obras sociales, y tenemos que recetar el genérico porque no sabemos quién ganará la próxima licitación”. El especialista señaló que “el organismo oficial de control, la ANMAT, es modelo en América, con funcionarios de carrera muy eficaces. De todos modos, cuando la Argentina entre en carriles normales, habrá que exigir los análisis de bioequivalencia y biodisponibilidad previstos para los medicamentos contra el VIH”.
En todo caso, lo mejor es no infectarse. Mark Wainberg anunció investigaciones a largo plazo sobre el uso de antivirales para preparar cremas microbicidas y píldoras que pudieran tener algún efecto preventivo: “Pensamos en mujeres que, por razones culturales y económicas, no pueden evitar que sus partenaires se pongan en riesgo de contagio ni lograr que usen preservativos con ellas”. Hay en curso investigaciones con seres humanos, en Kenia, Uganda y Sudáfrica. De todos modos, “el estándar de protección sigue siendo, y seguramente por muchos años, el preservativo”.

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González Montaner (izquierda), junto con Pedro Cahn y el canadiense Mark Wainberg.
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