SOCIEDAD › POR QUE ANTONIA FRASER

La gran dama de las letras

Por A. G.-Y.

La literatura inglesa moderna se caracteriza por tener grandes damas de las letras. Antonia Fraser no sólo es una gran dama sino que una “lady” también: Lady Antonia Fraser, hija de Lord Longford, uno de los más vigorosos impulsores de la reforma carcelaria británica, objetivo que persiguió toda su larga vida en el siglo XX.
Su hija, más discreta en sus campañas políticas, se desarrolló más a la sombra de su madre, también activista política de izquierda. Antonia Fraser siempre ha sido personaje de la sociedad británica, pero en distintos matices. Una fotografía en la National Portrait Gallery de Londres, tomada por el fotógrafo de palacio Patrick Lichfield, recuerda a una Antonia Fraser joven, modelo, que se codeaba con la sociedad más elegante de los años sesenta y comienzos del setenta, los swinging sixties, la era de Los Beatles y los comienzos de Los Rolling Stones.
Miembro de una familia de ocho hijos, ella madre de cinco, y con dieciséis nietos, Antonia Fraser desciende de familia irlandesa noble y de una larga línea de políticos. Sus antepasados incluyen a feministas de la primera época, de comienzos del siglo XX, cuando las mujeres se encadenaban a las rejas del Parlamento para enfatizar su campaña por el voto femenino.
Antonia Fraser, segunda esposa del dramaturgo Harold Pinter, es reconocida hoy como historiadora. También se ganó un espacio en la literatura policial con su muy femenina detective, Jemima Shore. Seis de sus ocho novelas policiales están traducidas al castellano. De su vasta obra en inglés, tres volúmenes de historia, uno sobre reinas guerreras, una biografía de María Estuardo y otra de las esposas de Enrique VIII han sido traducidas al español.
Esta conversación para Página/12 tuvo lugar en su jardín, en la casa de Notting Hill Gate, en Londres, en uno de esos días de sol veraniego que los ingleses parecen guardar para sus películas. Sobre el muro de la casa que da al jardín, una placa recuerda a un gato favorito: “En memoria de Rowley, de 16 años y medio, un gato muy querido. Este fue su jardín”. El felino actual, llamado Plácido, por Domingo, estaba instalado cómodamente en una silla de mimbre mientras conversábamos.

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