SOCIEDAD › LOS PAYAMEDICOS, SEGUIDORES EN BUENOS AIRES

Teatro en la sala de espera

 Por Pedro Lipcovich

La nariz del payaso pero también el muñequito vudú, y las obras teatrales a medida de cada paciente o para varios, en la sala de espera del hospital: son algunos de los recursos que, en la Argentina, utiliza uno de los grupos que han incorporado la ficción dramática a los tratamientos. Se llaman “payamédicos” y forman parte de la movida global que Patch Adams ha venido a simbolizar. Trabajan con chicos y con adultos, en colaboración con los equipos médicos convencionales y encuentran que su trabajo no sólo disminuye el consumo de ansiolíticos sino que facilita los tratamientos y la recuperación de los pacientes.
“Uno de nuestros números se llama ‘El payamédico vudú’ –cuenta el doctor José Pellucchi–: un ‘vendedor’ le ‘vende’ al chico internado un muñequito que es como una réplica del actor que participará en la representación; lo que el chico le haga al muñequito, le sucederá al actor, como si fuera un (benigno) vudú haitiano. Si el chico pellizca o pincha al muñequito, el actor responderá como pellizcado o pinchado. Esto le permite al chico, que en la internación tiende a convertirse en una cosa que los médicos pinchan y manipulan, recuperar una posición activa. Hay chicos que se ensañan con el muñeco, pero también empiezan a manipularlo; a menudo los pacientes respiratorios, que reciben oxígeno, apantallan al muñequito como para darle aire. Los efectos suelen ser muy positivos: por ejemplo, chicos que estaban inapetentes recuperan el apetito.”
Los payamédicos trabajan en el Hospital de Clínicas, donde atienden niños, y en el Bonorino Udaondo, de Gastroenterología, donde representan para adultos. En cuanto a los chicos, “son de todas las edades y todas las patologías: preparamos números según la edad, según la patología y según temáticas, como los miedos o la pasividad en la internación”, cuenta el payamédico.
Pellucchi empezó a unir la ficción teatral con la medicina cuando trabajaba con pacientes internados en terapia intensiva y, por otra parte, era actor teatral: “Empecé a tomar fragmentos de la obra y representarlos para mis pacientes: encontré que había cambios. Pacientes que a cada rato pedían medicamentos sedantes o para dormir, dejaban de pedirlos, se relajaban. Cuando vi la película Patch Adams me enteré de que otra gente hacía cosas parecidas en el mundo”.
Con otros dos profesionales, Andrea Romero y Cristina Jorrat, fundaron los Payamédicos. Empezaron a hacer teatro “de cama”, junto a la cama del paciente, escribiendo cada número en función de ese paciente en especial. La otra área de actuación son intervenciones, que llaman “Hospiteatro”, en la sala de espera del hospital: “Encontramos que, a partir de estas intervenciones, suele mejorar la disposición de los pacientes para aceptar intervenciones diagnósticas o terapéuticas difíciles o inevitablemente agresivas”, cuenta.
A diferencia de las intervenciones de Patch Adams, “que es nómade, no trabaja en lugar fijo”, los payamédicos trabajan en lugares determinados: “Los pacientes nos conocen y nos esperan”. Por supuesto, no sólo se trata de la nariz de payaso, pero “cuando te ponés la nariz, te permitís hacer un montón de cosas. Y muchas veces les ponemos la nariz a los pacientes”.

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