SOCIEDAD › POR QUE DAVID LODGE

Ironías y tristezas

Por A. G.-Y.

Pasó tan sólo una semana en Buenos Aires, antes de iniciarse la Feria del Libro. El primer viaje del escritor inglés David Lodge, de 69 años, a la Argentina fue apoyado por el British Council, pero la propuesta le llegó de Gabriela Izcovich, quien tradujo y adaptó la novela Terapia (1995) y la llevó al escenario de La Carbonera, en San Telmo, los sábados y domingos. Lodge abandonó la ciudad cuando recién se inauguraba la feria, pero igual pasó una jornada en ese circo anual. En el resto de la visita fue sometido a una serie de encuentros, talleres, diálogos, entrevistas, que le parecieron sin fin. De una reunión en Lenguas Vivas, a una charla en el Malba, al que le siguió un pequeño taller con jóvenes escritores, luego su única presentación en La Rural, con Osvaldo Quiroga, y hasta un artículo en el que analizaba su propia novela llevada al teatro, fueron algunas de las actividades del visitante.
Lodge es en la actualidad uno de los principales novelistas y críticos literarios ingleses. Sus trece novelas, ocho de ellas traducidas al castellano, en un total de casi una treintena de libros que incluyen estudios de la teoría y de la práctica del idioma y la literatura, lo instalaron en la cumbre de las figuras culturales de su país. Interesante fue descubrir, para el autor como para otros, que en Buenos Aires había lectores que conocían toda su obra y que trataron de seguir cada una de sus sesiones públicas. A pesar de ello, su radio de acción es limitado. Pertenece al mundo académico británico, ya que fue profesor durante casi treinta años en la Universidad de Birmingham. Gran parte de su novelística gira sobre la sátira, que es una práctica literaria muy inglesa, y se concentra en la crítica.
“Dependo de la información constante de mi país que me estimula a mirar mi propia sociedad. Mis personajes son llevados a lugares exóticos, pero no pertenecen ahí, así como yo no pertenezco fuera de Inglaterra.” Durante 30 años, como docente, “me formaron con la Nueva Crítica, y me emocionó el estructuralismo. Pero el estructuralismo se remonta a los años veinte en la teoría europea. La crítica inglesa es mucho más empírica. Finalmente, la revolución teórica se puso rígida y doctrinaria, el estructuralismo comenzó a arruinar el placer de la lectura”. Su novela, Small World (Pequeño mundo) (1984) es en partes una parodia del mundo de la crítica y de la forma en la que los académicos se mueven por el mundo, de conferencia en seminario en congreso, siendo estos viajes la medida de su éxito.
Este hombre, muy cómico en sus libros, declara tener una visión deprimida de la vida, si bien no es trágica. El diálogo que se reproduce es producto de dos encuentros durante la visita de Lodge a Buenos Aires.

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