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Domingo, 11 de enero de 2004

UNA INICIATIVA PARA QUE LOS POBRES PUEDAN ACCEDER AL CREDITO, SIN USURA

Para no ser presa de los tiburones

Diversas instituciones sin fines de lucro crearon líneas de microcréditos para las familias más pobres, que hasta ahora sólo pueden acceder a préstamos en las cuevas financieras, a tasas de interés usurarias.

 Por Natalia Aruguete

La creciente dificultad de las familias pobres para acceder al crédito las ha expulsado del mercado. Como forma de atender esta situación y promover las capacidades organizativas, diversas instituciones de la sociedad civil crearon líneas de microcrédito. Un envión fundamental lo dio el éxito de las microfinanzas experimentado en otros países del mundo, como Bangladesh o Bolivia. La crisis del 2001 y las ventajas comparativas post-devaluación hicieron lo propio: el número de beneficiarios de pequeños créditos aumentó a más del doble, en áreas rurales y urbanas.
En este contexto, un grupo de docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA crearon el Proyecto Avanzar por el Desarrollo Humano, una asociación que otorga microcréditos para aliviar la condición de pobreza de las familias de bajos recursos.
Comenzó en el año 2000 dando créditos de 200 pesos a familias de las villas Los Piletones y Fátima, del barrio de Villa Soldati. En agosto de 2002, se extendió a una zona de “nuevos pobres” en el barrio de Copello. Y este año el trabajo llegó a las villas del Bajo Flores, Charrúa, Ciudad Oculta, Cildañez y la Villa 20 de Lugano.
Más del 90 por ciento de las microempresas están integradas por mujeres. La mitad está por debajo de la línea de pobreza y más del 30 por ciento son jefas únicas de hogar.
Los miembros de Avanzar comenzaron ayudando con víveres en el comedor de Margarita Barrientos, en Los Piletones. Poco después, la intención de hacer un trabajo menos asistencial los llevó a relacionarse con distintas organizaciones barriales. Un contacto que les permitió llegar a la gente más fácilmente. El objetivo de esta asociación es que las personas que no tienen acceso al crédito tradicional puedan llevar adelante un microemprendimiento con el que mejorar su situación económica y la de sus familias. Como el monto de los créditos otorgados suele ser muy bajo, la mayoría de los beneficiarios destina el dinero a la adquisición de materia prima o mercadería para sus comercios.
Avanzar lleva entregado un total de 300 mil pesos en créditos, desde que fue creada. Actualmente, posee 350 prestatarios activos. El monto del primer préstamo es de 200 pesos. Pero una persona que devuelve su crédito puede volver a pedir. El monto máximo es de 1500 pesos. La asociación comenzó con un capital inicial de 3000 pesos. Posteriormente, recibió financiamiento del Banco Ciudad.
“El trabajo fue lento. La gente no confía en que uno le quiera dar un crédito a cambio de nada. La única forma de poder hacer este trabajo es acercándose a las instituciones representativas de las zonas”, relató Marta Bekerman, directora de Avanzar.
La legitimidad de las instituciones que otorgan los créditos en las poblaciones es un aspecto sustantivo. Deben tener presencia en los territorios, brindar asistencia al microempresario y estar con él cuerpo a cuerpo para lograr la devolución del préstamo. “La entrega del microcrédito no puede quedar en el anonimato. Debe estar a cargo de una institución que esté legitimada en su territorio”, dijo en diálogo con Cash Gabriel Katopodis, gerente general del Fondo de Capital Social (FONCAP).
El criterio para otorgar los préstamos se desarrolla “de abajo hacia arriba”. No hay una norma universal. Cada organización que otorga un microcrédito acuerda con los beneficiarios la forma de devolución del dinero. Se pauta en base a los usos y costumbres de cada población. En algunos casos, los prestatarios cuentan con incentivos dinámicos, es decir, las tasas de interés pautadas inicialmente disminuyen a medida que se cumple con la devolución de los créditos. En otros, frente a la falta de garantías patrimoniales y a la informalidad laboral de los prestatarios, se forman grupos solidarios de microempresarios, cuyos miembros deben organizarse para garantizar la devolución de los préstamos. Un compromiso colectivo que fortalece el cooperativismo.
Un rol fundamental lo cumplen los oficiales de crédito, que aseguran el éxito del proyecto: van a los lugares, animan a la gente a tomar créditos, supervisan sus trabajos, capacitan en la gestión de los emprendimientos y observan sus costos y beneficios. “Esto último es muy importante, ya que en la mayor parte de los casos las personas que solicitan créditos señalan que nunca habían hecho un análisis de sus costos y ventas”, apuntó Bekerman.
Un estudio realizado por la Facultad de Ciencias Económicas, “Microcréditos para sectores de bajos recursos en la Argentina”, asegura que existe un alto cumplimiento de los acuerdos por parte de los prestatarios. Además, evalúa que la experiencia no sólo mejora las condiciones económicas de los microemprendedores, sino que afianza el tejido de lazos de cooperación.

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Quienes solicitan créditos reconocen que nunca habían hecho un análisis de sus costos y ventas.

Finanzas / microcréditos

Después de la devaluación, el número de beneficiarios de pequeños créditos aumentó a más del doble, en áreas rurales y urbanas.

Un grupo de docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA crearon el Proyecto Avanzar por el Desarrollo Humano, una asociación que otorga microcréditos para aliviar la condición de pobreza de las familias de bajos recursos.

Más del 90 por ciento de las microempresas están integradas por mujeres. La mitad está por debajo de la línea de pobreza y más del 30 por ciento son jefas únicas de hogar.

Como el monto de los créditos otorgados suele ser muy bajo, la mayoría de los beneficiarios destinan el dinero a la adquisición de materia prima o mercadería para sus comercios.

 
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