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Domingo, 17 de enero de 2010

OPINION > UNA HISTORIA DEL BID

Más que un Banco

Por Eugenio Diaz Bonilla *
y Maria Victoria del Campo **

En diciembre de 1959 se concretó la creación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al completarse el número necesario de ratificaciones de países del Convenio Constitutivo, proceso que había sido iniciado por Argentina y los Estados Unidos en octubre de ese año. Es decir que estamos festejando los 50 años de la creación de la principal institución financiera regional. Pero la idea de un banco regional se remonta más atrás. Ya en 1844, Juan Bautista Alberdi había sugerido la necesidad de establecer un Banco Continental.

La idea del banco resurge en el Primer Congreso Panamericano que se reunió en Washington a fines de 1889 y principios de 1890, por invitación del presidente Benjamin Harrison, influenciado por su secretario de Estado James Blaine. Durante ese Congreso se discutió la creación de un banco regional, de una moneda común, y de una posible unión aduanera para todas las Américas, entre otras cosas. Por diferentes razones esas ambiciosas ideas no se concretaron. Sin embargo, se acordó la creación de una oficina comercial de las Américas con sede en Washington, que terminó dando origen a la Organización de Estados Americanos.

Más adelante, alentados por la Política del Buen Vecino del presidente Roosevelt, los países de la región volvieron a plantear la idea de un banco, y se negoció la creación del Banco Inter Americano (BIA) en 1940. El convenio constitutivo de esa institución, que incluía componentes de un banco central, un banco comercial y un banco de inversión, no llegó a ser votado en el Congreso de los EE.UU., en parte porque la Segunda Guerra Mundial eclipsó ésta y otras iniciativas. Pero entre los que participaron en esa negociación desde el Tesoro norteamericano se encontraba Harry Dexter White, quien utilizó la experiencia del BIA para negociar con lord Keynes la creación del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Por tanto, ambas instituciones, creadas en Bretton Woods, son descendientes del BIA, y resultaron inicialmente del diálogo de la región con los EE.UU.

Finalmente en 1959, y preocupada por el deterioro económico y social en la región, la administración Eisenhower acordó con los países de América latina y el Caribe la creación del BID. Una característica diferencial respecto de las instituciones de Bretton Woods es que el BID desde su inicio tuvo una mayoría accionaria de los países en desarrollo (en ese momento, 60 por ciento de los países de ALC contra 40 por ciento de los EE.UU.), lo que le valió comentarios despectivos como el “banco de los deudores” y profecías acerca de que nunca iba a funcionar.

Sin embargo, ha funcionado, y su estructura accionaria le ha permitido tener un oído más atento a las necesidades de la región y ser innovador desde el inicio. Por ejemplo, la institución fue constituida con una ventanilla de préstamos blandos para los países y poblaciones más pobres mientras que el Banco Mundial, que había resistido la idea, recién creó una ventanilla similar casi dos años después. El BID también implementó desde el inicio préstamos en el área social, que el Banco Mundial todavía no realizaba.

Tanto en la concreción de la idea de un banco regional como en lo que hace a su organización desde cero, es justicia resaltar el trabajo de Felipe Herrera como primer presidente de lo que él llamaba “más que un Banco”. Bajo su liderazgo la institución fue pionera en áreas como vivienda, salud, tecnología y educación, sobre todo en su asistencia a universidades. También fue muy importante su rol para la integración regional, un objetivo que se manifestó en la creación del Intal con sede en Buenos Aires. Pero a la vez debe recordarse que ese momento coincidió con la Alianza para el Progreso, que le dio apoyo al Banco para que pudiera arrancar y crecer en la forma en que lo hizo. La presidencia de Herrera terminó en medio de los profundos desacuerdos entre la administración Nixon y la región sobre el gobierno de Allende en Chile. Pero el BID ya era una realidad en buena medida gracias al liderazgo de su primer presidente.

Durante los años setenta, y ahora con Antonio Ortiz Mena como presidente, el Banco se convirtió en una organización internacional, con la incorporación de Canadá, diferentes países europeos y de Japón. Además del reconocimiento a Ortiz Mena por esta expansión del BID, es igualmente importante recordarlo como el piloto en esos años difíciles cuando el banco tuvo que apoyar a la región durante los shocks de los alimentos y del petróleo en los años setenta, y los problemas de la deuda de los años ochenta. No obstante esos desafíos la institución continuó creciendo e innovando en temas como los proyectos de energía binacionales; el turismo; aspectos ambientales; y el inicio de los pequeños préstamos sociales (en lo que el BID fue pionero de lo que después se llamaría microfinanzas).

La crisis de la deuda de los ochenta fue configurando cambios en las estrategias de desarrollo, lo que junto con una situación geopolítica controversial en Centroamérica, cambió el entorno para el Banco en esa década y llevó a la eventual renuncia de Ortiz Mena. Pero el BID ya era un organismo financiero de calibre internacional.

Mientras que durante los trágicos períodos de gobiernos no democráticos el vínculo entre gobiernos y pueblos estuvo resquebrajado, a partir de mediados de los años ochenta se abre una gran etapa de avance y consolidación de la democracia en América latina y el Caribe. Enrique Iglesias, como tercer presidente del BID, fue instrumental en apoyar a la región en la expansión de las instituciones democráticas. Durante este período también se expandió el sector privado, mediante la creación de instrumentos innovadores como el Fomin, se constituyó la ventanilla del sector privado, y la Corporación Interamericana de Inversiones inició sus operaciones en apoyo de las pymes. La integración regional, especialmente en temas comerciales para todas las Américas y de infraestructura fueron también áreas centrales para la institución. Asimismo, durante esta época el BID continuó reforzando su trabajo en el área social, incluyendo aspectos de género y apoyo a comunidades originarias y de afrodescendientes, y se siguió innovando en temas de gobernanza, descentralización y seguridad ciudadana.

Un logro muy importante del presidente Iglesias fue que con las dos reposiciones de capital que lideró, especialmente la de 1994, el BID duplicó su capital y se transformó en la principal entidad de desarrollo de América latina y el Caribe, superando al Banco Mundial en el volumen de créditos para la región. Enrique Iglesias renunció en 2005 pero continúa sirviendo a la región desde la Secretaría General Iberoamericana con la energía y vocación de servicio de siempre.

Ahora se está trabajando en la creación del Banco para el siglo XXI bajo la presidencia de Luis Alberto Moreno. La reciente crisis ha llevado a aumentar significativamente el financiamiento para nuestros países, pasando de un nivel de 6000/7000 millones de dólares de préstamos a toda la región (tanto público como privado), a prestar unos 11.000 millones de dólares en el 2008 y casi 16.000 millones en el 2009. Esto ha limitado significativamente la capacidad financiera del BID, y por tanto se está negociando un incremento de capital que al menos duplique el tamaño de la institución.

Como región y como Banco tenemos todavía grandes desafíos. Uno tiene que ver con el ciclo actual de la economía mundial, mientras que el otro se relaciona con la tendencia de crecimiento de mediano plazo. Ambas cosas están relacionadas, porque como Raúl Prebisch siempre decía, la forma de crecimiento del capitalismo es con ciclos. América latina y el Caribe es importante dentro de las regiones en desarrollo tanto para ayudar a estabilizar la economía mundial en el ciclo actual como para abordar el desafío más importante que tiene el mundo, que es asegurar un desarrollo dinámico, con energía sostenible y con protección del medio ambiente, a la vez que se sigue trabajando en la resolución de los problemas de pobreza y desigualdad de más larga data.

Los países de Latinoamérica y el Caribe somos participantes responsables en la construcción de un mundo con estructuras económicas sostenibles y equitativas en lo energético y lo ambiental, con inclusión y justicia social, con modernización productiva y empleos de calidad y con refuerzo de las estructuras democráticas. Y el BID refleja las esperanzas, los sueños, los anhelos, el ingenio y la creatividad de los pueblos de la región en dichos esfuerzos.

En estos momentos en que estamos discutiendo el necesario incremento de capital del BID, debemos recordar esta larga historia y afrontar decididamente esos desafíos.

* Director ejecutivo por Argentina y Haití del BID.
** Estudiante del doctorado en Desarrollo Sostenible del MIT.

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