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Domingo, 30 de junio de 2002

EL BAúL DE MANUEL

BaúL I y II

 Por Manuel Fernández López

Africanización

Tras privatizarse Segba, en la primera presidencia de Menem, ocurrió en la ciudad de Buenos Aires un prolongado apagón. La empresa adujo haber renovado el cableado con material del más importante proveedor de Alemania. Los dichos de la empresa eran veraces, pero también era cierto que los cables provistos no eran de igual calidad que los entregados en Europa. Se constató que el oferente de un servicio puede operar bajo una marca universalmente reconocida y prestigiosa, pero con otras mañas y bajo otros códigos, en países como el nuestro. Bien es cierto que antes de privatizarse, ciertos servicios fueron abandonados por el Estado, desmejorándose la calidad de la prestación: agua domiciliaria de color barroso o amarillento, provisión de luz con cortes rotativos, gas insuficiente en invierno, demoras infinitas para proveer líneas de teléfonos, etc. Y ni hablar de los pedidos de reparación, que suponían movilizar operarios, y que se atendían tarde, mal y nunca. Pero en aquel tiempo, los ferrocarriles cubrían el país entero, Aerolíneas Argentinas era una de las empresas más seguras del mundo y llegaba a todos los destinos, incluso a través del polo, y la Flota Mercante transportaba nuestras exportaciones. Pero yendo de lo general a lo particular, toda actividad se realiza en un punto del espacio, y en un entorno humano, cultural y económico. Les cuento mi caso: donde vivo, desde 1951, la calle es de tierra, sin agua corriente ni cloacas. El sábado 22 de junio estaba yo desarrollando en una pequeña habitación un trabajo en la computadora, y ¡zas!, se corta la luz y me lleva mi trabajo, sin siquiera poder reconstruirlo en ese momento porque la computadora no anda. En aquel momento, un gélido día de junio, tenía encima 18 pulóveres porque mi habitación –donde duermo– no tiene estufa, cuya instalación contraté, no este invierno, ni el pasado otoño, ni el pasado verano: ¡En la primavera de 2001! Nadie me explicó por qué no se instaló la estufa. Y eso no es todo: manos anónimas robaron el cable maestro que provee a los teléfonos domiciliarios. Ya por causas estructurales o coyunturales, en cuanto a servicios, estoy sin agua, cloaca, luz eléctrica, telefax y calefacción a gas. Acaso usted tenga todo eso, y vive como en Madrid o París. Yo no, y vivo como en Africa. Y eso es el país hoy, una Euráfrica, donde unos viven como en Europa, y los demás como en el continente negro.

Gesell II

No hay total acuerdo sobre si Silvio Gesell (1862-1930) ha de considerarse un economista argentino, ya que nació en St. Vith, donde confluyen las fronteras de Bélgica, Luxemburgo y Prusia, y falleció en Oranienburg. Casos similares son los de Mulhall y Broggi. Lo interesante es que fue un agudo observador de los hechos y el destino lo trajo a estas tierras en 1887 y lo despidió en 1910. Lo peculiar de ese período son las afinidades con el actual: en 1886 se inicia con el presidente Juárez Celman una gestión de gobierno signada por una alta tasa de inversión extranjera y la privatización de los servicios públicos a manos de grandes compañías extranjeras. Luego sobrevino el colapso, la crisis del ‘90, uno de los episodios más especulativos en la historia del capitalismo moderno, el alzamiento de la población, la renuncia del presidente y un largo período de recesión. Sobre la base de sus observaciones, Gesell publicó en Buenos Aires numerosos trabajos sobre cuestiones monetarias: La reforma monetaria como puente hacia un Estado Social (1891), Nervus Rerum (1891), La nacionalización del dinero (1892), La adaptación del dinero a las necesidades del comercio moderno (1897), La cuestión monetaria argentina (1898). En este último, Gesell propuso en líneas generales el régimen de convertibilidad que poco después sancionó el Congreso General sobre la base de una iniciativa del presidente Roca y el ministro J.M. Rosa. La idea-fuerza de Gesell era que la circulación del dinero es esencial en unasociedad civilizada y, sin aquélla, la sociedad retrocede a una fase primitiva, el trueque. Propiciaba multar el atesoramiento de dinero, aplicando cada tanto una estampilla a los billetes, sin la cual perderían todo valor. Luego de su paso por la Argentina, tras el que dejó la fundación de la Casa Gesell y de Villa Gesell (por su hijo Carlos Idaho), Gesell leyó mucho, entre otros, a los clásicos en teoría económica y moneda, como Knut Wicksell, Irving Fisher, Karl Marx, Gustav Cassel, etc. La obra que compendió sus estudios y observaciones, El orden económico natural, apareció en 1906 en alemán y en 1936 en castellano. En ella criticaba a regímenes monetarios que terminaban despojando a los tenedores de activos crediticios, reconocimientos de deudas, pensiones, etc., “quienes, por ese acto, perderían sencillamente una considerable parte de su fortuna”.

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