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Domingo, 3 de agosto de 2003

AGRO

Pelea por la leche

SE VIENE OTRO CONFLICTO EN EL MERCADO LACTEO

Por Susana Díaz

Los consumidores argentinos están padeciendo en los precios que pagan por la leche, y especialmente sus derivados, los efectos del poder de mercado de las usinas lácteas. Este poder también opera sobre los proveedores de la industria, los tamberos, que una vez más enfrentan la situación de ser una de las variables de ajuste de costos de las grandes empresas. Frente a la caída de exportaciones y la consecuente “sobreoferta” en el mercado interno, las principales usinas agrupadas en el Centro de la Industria Láctea (CIL) anunciaron su intención de bajar un 20 por ciento el precio que pagan por su insumo principal, lo que significa que pagarán un promedio de 40 centavos el litro contra los 50 actuales.
Se trata de una decisión muy fácil de llevar a la práctica dada la peculiar estructura de la cadena industrial, caracterizada por un marcado oligopsonio, es decir, la existencia de unos pocos compradores, las usinas, para una multitud de oferentes, los tamberos. Fue precisamente esta presión a la baja en los precios la que desde los últimos años de la década del ‘90 llevó a muchos tamberos a abandonar la actividad. Acompañando el proceso, muchos campos de pasturas para lechería se fueron mudando al cultivo sojero. La previsible consecuencia fue la caída de la oferta interna de leche y el lento encarecimiento de los productos lácteos desde fines de 2001. A partir de la devaluación la suba de precios que debieron afrontar los consumidores se potenció, lo que también se tradujo en la retracción de la demanda. La situación no pareció preocupar a la industria, pues con el dólar recontraalto del 2002 la fiesta exportadora compensaba la caída de la demanda interna. Sin embargo, con el dólar en retroceso y la recesión en Brasil, el principal destino de las ventas al exterior, las cosas cambiaron. Las exportaciones dejaron de ser suficientes para compensan la caída del consumo interno. Según el último Informe de Lechería de la Secretaría de Agricultura, durante enero-junio de 2003 se exportaran 20.000 toneladas menos de leche que en el mismo período de 2002. Para colmo de males algunos supermercados decidieron comenzar a importar leche.
Las usinas saben jugar a dos puntas. La amenaza de perjudicar a los más débiles de la cadena industrial no es un objetivo en sí mismo, sino también una poderosa herramienta de negociación para conseguir “medidas de promoción” sectorial de parte del gobierno, al que se suponen deseoso de evitar el conflicto con los tamberos. Las medidas que reclaman los industriales son las clásicas.

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