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Domingo, 19 de marzo de 2006

IMPACTO DEL PROYECTO ECONOMICO DE LA DICTADURA

Endeudamiento, valorización y fuga

 Por Eduardo Basualdo *

En marzo de 1976 la dictadura militar modificó el régimen social de acumulación, interrumpiendo la industrialización basada en la sustitución de importaciones que en ese momento se encontraba en los albores de su consolidación. El nuevo régimen estuvo en consonancia con el orden neoliberal que acabó con la economía mundial surgida de la posguerra (la “edad de oro” del capitalismo) y se sustentó en la valorización financiera, cuyo predominio en el país se prolongó hasta el 2001. Se trató de la revancha clasista más sanguinaria y brutal de la historia argentina con el propósito de disciplinar a los sectores populares, estableciéndose de allí en más un nuevo techo, significativamente más reducido, en la participación de los trabajadores en el ingreso a través de una espectacular reducción del salario real, la posterior explosión de la desocupación y la disolución de las conquistas sociales obtenidas por las luchas populares a lo largo de décadas.

La deuda externa (especialmente la del sector privado) cumplió un papel decisivo en la valorización financiera porque su peculiaridad radicó en que el acelerado endeudamiento fue motorizado por primera vez en décadas por el sector privado oligopólico industrial y particularmente por la fracción de la oligarquía que se había diversificado hacia la producción manufacturera (los denominados grupos económicos locales) e integrantes del capital extranjero.

Específicamente, se trató de un proceso en el cual las fracciones del capital dominante (mayoritariamente líderes en la producción industrial) contrajeron deuda externa para realizar con esos recursos colocaciones en activos financieros en el mercado interno (títulos, bonos, depósitos, etc.) y valorizarlos a partir de la existencia de un diferencial positivo entre la tasa de interés interna e internacional, para finalmente fugarlos al exterior. De esta manera, a diferencia de lo que ocurría durante la segunda etapa de sustitución de importaciones, el endeudamiento externo ya no constituyó, principalmente, una forma de financiamiento de la actividad productiva sino un instrumento para obtener renta financiera dado que la tasa de interés interna (a la cual se coloca el dinero) era sistemáticamente superior al costo de endeudarse en el mercado internacional.

Indudablemente, este proceso no hubiera sido factible sin una modificación en la naturaleza del Estado que, desde este punto de vista económico, se expresó al menos en tres procesos fundamentales. El primero radicó en el endeudamiento del sector público con el mercado financiero interno –donde era el mayor tomador de crédito en la economía local– que provocó que la tasa de interés doméstica superara sistemáticamente al costo del endeudamiento en el mercado internacional.

El segundo consistió en que la deuda externa estatal posibilitó la fuga de capitales locales al exterior, al proveer las divisas necesarias.

El tercero fue que la subordinación estatal a la nueva lógica de la acumulación de capital posibilitó la estatización de la deuda externa privada durante los años ochenta.

Al dejar de ser el endeudamiento externo una forma de financiamiento de la expansión industrial y devenir instrumento para la obtención de renta financiera, cuyo origen se encuentra en la brutal redistribución del ingreso en contra de los asalariados, se produjo la escisión del mismo respecto de la evolución de la economía real. Dicha escisión provocó recurrentes crisis económicas entre 1976 y 2001, produjo una expansión espectacular de la deuda externa total que al confluir con la apertura comercial desencadenaron al menos dos procesos que provocaron un inédito proceso de desindustrialización que a su vez fue el factor fundamental de la inusitada desocupación de la mano de obra vigente durante las últimas décadas. El primero consistió en el pago de los intereses devengados a los acreedores externos, y el otro fuga de capitales locales al exterior por parte de residentes locales. Ambas brechas, que sumaron 117 mil millones de dólares y 138 mil millones de dólares, respectivamente, entre 1975 y 2001, representaron prácticamente 2,5 veces el PIB de 2002 (105 mil millones de dólares) y su ritmo de expansión superó el que exhibió el stock de deuda externa neta que alcanzó a 138 mil millones de dólares en el 2001. De allí la muy reducida acumulación de capital que caracterizó al régimen de acumulación impuesto a sangre y fuego por la dictadura militar, con su correlato en la mencionada desindustrialización y en una creciente concentración de la producción y el ingreso.

* Investigador del Conicet, coordinador del Area de Economía y Tecnología de Flacso –sede Argentina–.

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