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Sábado, 8 de octubre de 2011

TEATRO › CELINA ROZENWURCEL HABLA DE SU OBRA EL SUEñO DEL TONTO, QUE SE ESTRENó EN VERA VERA TEATRO

Mostrar aquello que esconde la rutina

En su primera obra, la joven autora eligió exhibir las relaciones humanas en la oficina de una empresa funeraria.

 Por Cecilia Hopkins

El sueño del tonto, obra de Celina Rozenwurcel, es una de las propuestas que ofrece la nutrida programación del Festival Escena 2011. Formada en dramaturgia con Lola Arias, Mariana Chaud y Walter Jacob, entre otros, la joven autora concibió ésta, su primera pieza, con la idea de subrayar la dependencia de los comportamientos humanos respecto de los roles que se representan en la vida. Con algunos ingredientes del policial, la obra transcurre en varios espacios, aunque el ámbito principal donde se entrecruzan los personajes es una oficina. “Ese mundo rutinario esconde muchas cosas”, afirma la autora ante Página/12. “Y como nadie sabe mucho de los otros o pretende no querer saber, la situación se convierte en una bomba de tiempo.” Así entonces, en la firma “Fiorito & Fiorito, Sepelios Integrales”, cada uno cree desempeñar el rol que le corresponde: el jefe, la empleada de mayor antigüedad y la recién llegada, el cadete y el joven empleado en busca de un ascenso. Pero, como en toda comedia, las historias juegan a mezclarse merced a equívocos y, entre los personajes, “comienzan a reflotarse antiguos romances y la idea de la muerte o el asesinato aparece propiciando nuevas situaciones”, según resume Rozenwurcel. El elenco de la obra que puede verse los sábados a las 23 en Vera Vera Teatro (Vera 108) está integrado por Guillermo Giusto, Cristina Lamothe, Ignacio Bartolone, Ramiro Giménez, Laila Duschatzky y Gonzalo Dutria. El diseño escenográfico es de Magali Acha, el vestuario de Micaela Muñoz y el sonido, de Horacio Rozenwurcel.

–¿Cuáles fueron los puntos de partida para la escritura?

–Pensé en la idea de trabajar varios espacios escénicos. Me interesaba hablar de cómo inciden los diferentes ámbitos –el trabajo, la calle, la casa– en las formas de comportamiento. Me planteé la siguiente hipótesis: ¿cuántas situaciones de “normalidad” se pueden soportar? ¿Puede haber muchas? ¿Existe siquiera una? ¿Y si se juntan todas y se enfrentan?

–¿Por qué eligió una oficina?

–Pensé que nada es más “normal” que una oficina. Es rutinaria, esquemática, los lugares están asignados para unos y para otros, cada uno cumple un rol determinado. Pero, ¿qué pasa con esas personas cuando salen de la oficina al mundo real, donde probablemente las cosas no son tan ordenadas y esquemáticas? ¿O qué pasa cuando la rutina de la oficina se empieza a ver modificada por pequeñas cosas?

–De allí la aparición de situaciones conflictivas...

–Un mundo donde se supone que todo funciona conforme a cierta normalidad siempre presenta un conflicto potencial. Entonces pensé en introducir a una empleada nueva que, por ignorarlo todo de todos, pone en peligro un esquema que hay que explicarle con detalle porque no conoce su funcionamiento.

–De todas formas, ésta no es una oficina cualquiera.

–No, es una oficina donde se tercerizan servicios de sepelios. Quería que para esos personajes el mundo de la muerte fuese algo natural. Para ellos, los muertos son clientes, números y una comisión extra, en el mejor de los casos. Esto posibilita un verosímil: en un lugar así, querer matar a alguien puede ser igual a querer vender tiempos compartidos.

–¿Reconoce la influencia del género sitcom en su obra?

–Claro que sí, porque es muy coral y porque sus diálogos son picados, hay juegos de palabras, entradas y salidas constantes. Y también reconozco la influencia de la comedia de enredos clásica norteamericana. Además hay elementos del policial y de las películas románticas, si se quiere. El trabajo con los actores fue fundamental para darle vida a todo ese mundo y de ese modo lograr la empatía con un espectador que no se siente distanciado ni cuestiona lo que sucede.

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Rozenwurcel se formó en dramaturgia con Lola Arias, Mariana Chaud y Walter Jacob, entre otros.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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