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Miércoles, 14 de agosto de 2013

TEATRO › SE PRESENTó GRUPOS ESTABLES DE TEATRO INDEPENDIENTE

Cuando los grupos se agrupan

El encuentro que se llevó a cabo en el Centro Cultural de la Cooperación no fue sólo una demostración de existencia. El auditorio, lleno de representantes de toda edad, sirvió como puntapié inicial para la búsqueda de soluciones a problemáticas comunes.

 Por María Daniela Yaccar

“Durante los últimos años escuché a gente importante decir que no hay grupos estables de teatro en la ciudad de Buenos Aires. Pero siempre hubo”, apuntó el director, actor y docente Diego Cazabat, no sin resquemor, en la presentación de una organización que viene a demostrar precisamente eso: la existencia (y la persistencia) de una modalidad del quehacer teatral. Modalidad que tiene que ver con confiar en (y necesitar de) los otros para crear, y con crear por fuera de lo que exige el sistema de producción comercial. Es una entre tantas posibilidades del quehacer teatral, pero lo que no puede discutirse es que “es”. El GETI (Grupos Estables de Teatro Independiente), una agrupación tanto cultural como política, acaba de nacer. Y con más de un objetivo, según explicaron algunos de sus miembros el lunes en el Centro Cultural de la Cooperación.

Si bien en esta oportunidad fue presentado formalmente, el GETI lleva un año de reuniones en las casas de los teatreros y, como los grandes movimientos artísticos, ya cuenta con un manifiesto. En el escrito, que se repartió durante la charla en la sala Jacobo Laks del tercer piso del CCC, sus integrantes se definen como herederos del Movimiento de Teatro Independiente y como hacedores de un teatro “sin patrón ni mediación privada o estatal que rija su organización interna”. Entre los objetivos, que puntualizaría Nelly Scarpitto durante el encuentro, hay varios: la discusión de la gestión, la administración de recursos y políticas culturales; el desarrollo de actividades de orden artístico, social y militante, y la posibilidad de entrar colectivamente en la discusión política son algunos. “El trabajo colectivo brinda la capacidad de desarrollar en tiempo y sin las imposiciones del mercado el hecho teatral en su totalidad, de manera profunda y real”, sostiene el GETI. “Además creemos en la potencia artística, social y política de un teatro que se produce en grupo.”

Este lunes nublado, la sala se colmó de artistas de diferentes generaciones. La mixtura etaria de los asistentes fue un punto a favor para los albores de una organización que se propone, en principio, hacer visible un modo de encarar el trabajo. Dentro del GETI hay grupos jóvenes, como El Bachín, que nació en 2000, casi junto con el CCC, y otros de larga trayectoria, que acumulan 30 o 35 años de teatro colectivo. Los oradores decían estar sorprendidos por la convocatoria. Ellos están acostumbrados a este tipo de reuniones y saben lo que cuesta a veces organizarse, el compromiso con estas cuestiones, sobre todo cuando quienes hacen teatro de esta manera tienen que desdoblarse entre el deseo y la necesidad: es decir, por un lado, ganarse el pan, y por el otro crear, en muchos casos solamente por el placer que la creación conlleva y con obstáculos de diversa índole.

El primero que tomó la palabra fue Manuel Santos Iñurrieta, integrante de El Bachín. Entre el público estaba Juano Villafañe, director artístico del centro cultural de la calle Corrientes, a quien el dramaturgo saludó y agradeció. El joven no habló mucho, enseguida les dio la palabra a sus compañeros de mesa. Pero hizo una declaración que, evidentemente, tuvo la intención de ubicar políticamente al GETI, que por el momento abarca sólo grupos de la ciudad de Buenos Aires. “Necesitamos salir de la idea de que hacer política es arreglar los asuntos con balas”, dijo, refiriéndose, obviamente, al gobierno porteño. “No es una forma democrática”, sostuvo, y mencionó dos episodios, el del Indoamericano y el del Centro Cultural San Martín, ubicado a pasos del CCC.

“Este es un espacio que se está pensando”, continuó Cazabat, que estaba enojado con una publicación de Argentores que decía que no existían los grupos de teatro estables en la ciudad de Buenos Aires. La leyó para todos, aunque no dijo quién era el autor. Cazabat es director de Periplo, compañía que se formó en 1995. El director fue el encargado de contar cómo es que surgió la idea de Grupos Estables de Teatro Independiente. “Fue de un modo muy genuino”, remarcó. Julieta Grispan, de El Bachín, comenzó a trabajar en Proteatro, y así detectó la necesidad de que los grupos se unieran para pensarse en conjunto. “Escuché a gente importante decir que no hay grupos estables de teatro en Buenos Aires. Siempre hubo. Desde la dictadura para acá se generaron grupalidades. En el menemismo se erosionaron, pero desde hace años hay gente que se agrupa para concretar proyectos a la medida de lo que desea”, sostuvo.

Para Cazabat, “la organización de los grupos es necesaria”. “El teatro de grupo busca hacer un teatro propio, es un eslabón más, y es irritante cuando alguien dice que no existe. Hay que plantar una bandera frente a esas opiniones, a la negación de situaciones que objetivamente aportan al mosaico teatral. Esto recién empieza y este encuentro es un paso más de algo que está buscando forma”, deslizó. En efecto, registrados en Proteatro hay alrededor de 40 grupos estables, que son los que cumplen con los requisitos para ser considerados tales por esa institución. De modo informal, debe haber todavía más. En la flamante agrupación participan quince. Cazabat añadió una especificidad más del teatro de grupos: “No es que nos sentimos atados a este tipo de proyectos. Al contrario: nos liberamos de cierto estrés que no tiene que ver con el trabajo artístico”. Luego de su discurso, el más encendido de la jornada, Pamela Brownell, miembro de la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral (Aincrit) e investigadora del Observatorio de Políticas Culturales del CCC, brindó su apoyo en representación de estos dos espacios a la iniciativa de los teatreros (doblemente) agrupados.

Para finalizar habló Nelly Scarpitto, de El Nudo, compañía que surgió en 1998. Ella fue la encargada de puntualizar los objetivos de la organización. “El fundamental es el intercambio”, subrayó. Se refirió también a la discusión de políticas culturales que se desarrollen tanto en territorio porteño como a nivel nacional. “Las instituciones gubernamentales nos tienen que acompañar en nuestra tarea cotidiana. No estamos solos, se han logrado muchas cosas, pero creemos que hay mucho trabajo por hacer. Y tenemos que marchar juntos hacia las instituciones”, deslizó. No mencionó propósitos concretos de la lucha del GETI en este plano; seguramente aparezcan a medida que la agrupación se consolide. Finalmente, Scarpitto dijo que el GETI tiene que servir para visibilizar el trabajo de los grupos, no solamente de los que funcionan en la capital del país sino también de los que, día a día, trabajan en las provincias.

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El GETI lleva un año de reuniones en las casas de los teatreros y ya cuenta con un manifiesto.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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