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Lunes, 26 de septiembre de 2016

TEATRO › PABLO MASCAREñO Y SU OBRA ALUCINADO (SUCESO DE LO DESCONOCIDO)

El mar, como elemento catártico

El dramaturgo se inspiró en Dostoievski y su novela Noches blancas, pero “el proceso de escritura derivó en otra cosa”. Alucinado... es la segunda entrega de su Trilogía del Mar.

 Por Paula Sabatés

Un hombre solo frente a la inmensidad del mar. De esa imagen que remite a varias piezas de la literatura universal, con Ernest Hemingway y su El viejo y el mar como referencia ineludible, un dramaturgo local, el notable Pablo Mascareño, se valió para escribir Alucinado (suceso de lo desconocido), una pieza que está en cartel en el Centro Cultural de la Cooperación. Pero el también productor, investigador y docente no se inspiró en el escritor norteamericano sino en uno ruso: el gran Fiódor Dostoievski. Con su novela Noches Blancas como punto de partida, el dramaturgo tuvo la intención de hacer una versión libre, pero cuando la tuvo terminada se dio cuenta de que en nada se parecía a eso el resultado. “Sí hay parte del universo de Dostoievski, de su atmósfera, pero el proceso de escritura derivó en otra cosa, algo totalmente personal”, cuenta a Página/12 el autor de la pieza, que los viernes dirige Herminia Jensezian.

Interpretada por Juan Manuel Besteiro y con música original en vivo a cargo de Juan Manuel Bevacqua, Alucinado... es la segunda entrega de la Trilogía del Mar, un compendio de obras que el autor sitúa en playas argentinas (“invernales y solitarias”, dirá). Su antecesora, Como arena entre las manos, tenía como eje, según el autor, “encontrar a mar como lugar en el mundo, fabricarse la vida que uno quiere vivir”. “En esta segunda parte la cuestión tiene que ver con el amor, con buscarlo y retenerlo, con el miedo a enamorarse. La búsqueda de aquello que se anhela pero que paradójicamente se repele, porque el personaje elige la soledad”, adelante. Mientras la primera transcurría en Miramar, esta está situada en Mar del Sur. Y la tercera parte todavía no está escrita pero Mascareño ya sabe qué sucederá en Centinela del Mar, ultima localidad del partido de General Alvarado, en la Provincia de Buenos Aires.

Con funciones los viernes a las 20.15 en el centro cultural ubicado en Avenida Corrientes 1543, la puesta presenta desde su propuesta escenográfica parte de ese universo de la naturaleza que crea el autor. En escena hay caracoles, pedazos de troncos y también la presencia material del agua, con la que juega el personaje. “El hombre está en permanente diálogo con la naturaleza y la directora entendió muy bien esa atmósfera”, sostiene el autor de la pieza, que se verá hasta finales de septiembre.

–El mar y el océano por lo general son muy abordados en el arte. ¿Por qué cree que es así y por qué los abordó usted?

–Si bien soy porteño y vivo en Buenos Aires, me reparto mucho también, por trabajo o por placer, entre Mar del Plata y Miramar. Estoy atravesado desde siempre por el universo oceánico, al que considero como una fuente de energía y de inspiración. Fue tomado tanto por la literatura por eso: es un elemento catártico como ningún otro. Prefiero la playa desolada y en invierno, antes que la más festiva y tumultuosa del verano. Pero siempre hay un ida y vuelta entre uno y el mar. Eso también le pasa al personaje de Alucinado, que está en permanente diálogo con la naturaleza y que recurre al mar como fuente de amor.

–¿Cómo se lleva con el hecho de que otra persona dirija un texto tan personal como éste?

–Muy bien. De entre todas las cosas que hago en relación al teatro, hay un área que aun no me despertó deseo y es el de la dirección. De modo que me genera mucho placer ver qué hacen otros con un material mío. Hay una frase que dice que no hay nada mejor que el autor muerto. Pero yo la verdad es que soy respetuoso de la dirección y los elencos. Siempre que no se tergiversen el relato, la idiosincracia del personaje y lo que yo quiero contar, ver cómo otro resignifica un texto mío es algo que me da felicidad. En este caso además no es una directora que desconozco sino una con la que ya había trabajado. Y como yo ya sabía que tiene un gusto exquisito por la poesía pudimos dialogar muy bien.

–Además de dramaturgo usted es investigador, periodista, docente y productor. ¿Cree que alguna de todas esas facetas influye sobre usted a la hora de escribir?

–Siento que no, que tengo una cabeza fragmentada en quinientas partes, algo que puede ser agobiante a veces, pero que me es necesario para no aburrirme. Creo que soy varias personas en una y que cuando me pongo a escribir hay otro chip que se activa, distinto al que funciona cuando doy clases o escribo algo más académico. Por supuesto que uno es una unidad y está atravesado por los distintos conocimientos y experiencias de su vida, pero me divido bastante la cabeza y el alma. Esta obra, por ejemplo, es muy poética y muy simbólica, algo totalmente distinto a ese otro lenguaje mucho más racional y más terrrenal que es el periodismo, que también me apasiona.

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La obra de Mascareño va los viernes en el C. C. de la Cooperación.
Imagen: Pablo Piovano
 
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