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Viernes, 9 de septiembre de 2005

FOROS EN EL FESTIVAL DE LA TRIPLE FRONTERA

Jóvenes de tres países en un debate sobre la democracia

En el Foro de Organizaciones Sociales Juveniles, en Puerto Iguazú, se charló sobre participación ciudadana y Estado.

Por Karina Micheletto
Desde Puerto Iguazú

El Festival Internacional de Cultura de las Tres Fronteras, que se desarrollará aquí hasta el próximo domingo, sube a los escenarios de las tres ciudades limítrofes (Puerto Iguazú, Foz y Ciudad del Este) espectáculos de música, teatro, danza, circo y proyecciones de cine. Pero, además, abre espacios de reflexión sobre la problemática de fronteras y la construcción de ciudadanía. Entre ellos, el Foro Internacional de Organizaciones Sociales Juveniles, que convocó a jóvenes de Chaco, Formosa, Misiones, Corrientes, Paraguay y Brasil, todos con participación en algún proyecto social, desde ONG hasta murgas comunitarias. El programa, a cargo de la Unidad de Proyectos y Programas Especiales de la Secretaría de Cultura de la Nación, tiene dos objetivos básicos: que los jóvenes que trabajan en organizaciones sociales de todo el país se conozcan e intercambien experiencias y que se abra un canal de diálogo entre ellos y con el Estado. Durante dos días, los jóvenes que llegaron hasta esta ciudad de frontera discutieron sobre participación, democracia e inserción social y sobre el rol que deben cumplir los organismos de cultura. En el medio, aparecieron reclamos y cuestionamientos a las políticas oficiales en materia de cultura.
El jefe de Gabinete de la Secretaría de Cultura, Ignacio Saavedra, marcó durante la apertura del foro el sentido de encuentros como éste: “Históricamente, la Secretaría de Cultura tomó como política a las Bellas Artes, lo cual significa llegar a un diez por ciento de la población, fundamentalmente de las clases medias altas urbanas”, señaló. “Nosotros queremos discutir el concepto de cultura. Queremos incluir a todos los procesos de construcción cotidiana de cultura, que abarca a las distintas formas de expresión popular, desde la comida hasta las artesanías. Hacer políticas culturales no es solamente que la gente vaya a los museos, es reconocer las producciones culturales de todas las regiones del país. ¿Cómo cambiar esta lógica histórica? Tenemos algunas ideas, pero queremos discutirlo con ustedes.”
Ramón, un chico de Colonia Cabral, una pequeña localidad correntina en el departamento de Salada, abrió el debate: “Ustedes dicen que tienen ideas pero quieren tener las nuestras. Yo empecé a trabajar desde muy chico, y pertenezco a una organización de campesinos. Ahí una vez quería opinar y una señora me dijo callate, dejá hablar a los mayores. No importaba lo que iba a decir, sino quién lo decía. Y eso es parte de la cultura”, arrancó. “Mi colonia se vació, la gente que antes vivía de sus cultivos y sus animales se va al pueblo y se instala en las orillas. Y hoy Salada es cabeza de un movimiento piquetero”, contó. Alexis, un posadeño de la Murga de la Estación, continuó: “Hace poco tuve la suerte de estar con el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel. El dijo algo que me quedó grabado: ‘Hay que tener en claro que no venimos a solucionar problemas, los vamos a solucionar entre todos’. En este lugar tenemos que aprovechar para conocernos, intercambiar mails, entender por qué somos como somos, diferentes, entender que la pobreza no vino de un plato volador, trabajar la memoria para saber qué pasó en los ’90 y mucho antes. Porque, como dijo Pérez Esquivel, la peor humillación es la que se da en el plano cultural”. Los jóvenes que llegaron hasta el foro provienen de experiencias muy diversas de trabajo social. Plácido Flores, un formoseño representante de una organización de estudiantes secundarios, describió la situación de la comunidad toba a la que pertenece. También había miembros de la Mesa Regional Jóvenes Rurales, dos brasileños de la ONG ABrasOFFA, que organiza festivales de folklore y artes populares (www.abrasoffa.ig.com.br), y hasta dos chicas de 16 años, Natalia Flores y Yanina Franco, que traían un proyecto que prepararon en la escuela, para aprovechar el patrimonio cultural de Posadas como recurso turístico.Entre los reclamos que surgieron en el encuentro apareció el de la falta de respuestas oficiales: “Estamos cansados de que los gobernantes no nos escuchen, no es digno acostumbrarnos a golpear puertas que no se abren”, se escuchó repetidamente. Un discurso propio de la generación de los ’90, donde la política es mala palabra, se colaba una y otra vez entre las intervenciones del foro. Claro que el recorte hecho por los organizadores no incluía a juventudes partidarias, pero estos chicos, que desde las organizaciones en las que trabajan están haciendo política, parecían tener miedo a reconocerlo. Mauro, de Posadas, fue el único que asumió algún tipo de militancia partidaria: “Yo trabajé para que el Presidente llegue, le pedí a la gente que lo vote. Sin embargo, no me gusta la forma que está tomando la política en los medios, si lo que importa es destruir al otro, no me interesa”.
Otra de las críticas repetidas apuntó al tipo de programas que desarrolla la Secretaría de Cultura en las provincias. Leticia, una correntina que trabaja en una ONG y también en una dependencia del Estado (“tengo las dos visiones”, aclaró la chica), lanzó la primera piedra: “Para nosotros federalización sería que se arme un equipo de gente de todas las provincias, no que ustedes nos bajen a nosotros programas que sacan cosas de Buenos Aires para el resto del país. No queremos ser siempre los que reciben, también tenemos cosas para dar”. Ya en el cierre del foro, una chica de la Murga del Monte de Oberá (trabajan en red con la Murga de la Estación y Catalinas Sur de La Boca) volvió sobre el tema: “En las vacaciones de invierno llegó un colectivo cultural, gastaron un montón de plata para mostrarnos como novedad lo que ya estábamos haciendo nosotros. ¿Por qué no traen, en todo caso, a una persona que nos capacite?”. Reclamos como éste ponen en escena cuánta dificultad hay en la concreción de los objetivos de federalización de algunas políticas culturales.
“Hoy la Secretaría de Cultura tiene el 0,05 por ciento del presupuesto nacional, mientras que la Unesco recomienda un mínimo del 1 por ciento”, apuntó Saavedra. “La Secretaría de Cultura de la ciudad de Buenos Aires tiene un presupuesto de 150 millones de pesos. El de Cultura de Nación es de 48 millones, de los cuales 41 se gastan en personal y mantenimiento de edificios”, comparó. Un dato que no es menor a la hora de discutir el rol de los organismos de Cultura.

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“En mi pueblo me decían ‘dejá hablar a los mayores’.”
 
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