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Lunes, 16 de mayo de 2016

KELVIN YU, UNO DE LOS PROTAGONISTAS DE LA SERIE DE NETFLIX MASTER OF NONE

“Esto es divertido y absurdo”

El actor es hijo de taiwaneses, el protagonista Aziz Ansari es hijo de indios. La serie tiene un humor agrio, además de una refinada forma de jugar con los conflictos culturales de los inmigrantes asiáticos –y de sus hijos, ya adultos– en el escenario cosmopolita de Nueva York.

 Por Javier Aguirre

Neoyorquinos treintañeros, solteros, acaso inmaduros, en una comedia sobre la nada ya desde el título. La asociación con la imbatible Seinfeld parece evidente, pero eso no será un problema: la serie de Netflix comandada por el comediante y standupero Aziz Ansari tiene un humor agrio, una extraña sensibilidad y un gusto por la sorpresa que le garantizan riqueza propia. Además de una refinada forma de jugar con los conflictos culturales de los inmigrantes asiáticos –y de sus hijos, ya adultos– en el escenario cosmopolita de Nueva York. Con su segunda temporada ya en camino, Master of None se divide en episodios temáticos, basados en problemas de la mediana edad (la paternidad, las citas o las rupturas con las tradiciones familiares) y con cierto regusto a world music: así como el protagonista, Ansari, es hijo de indios, el actor Kelvin Yu, que interpreta a su principal amigo y ladero, es hijo de taiwaneses. Página/12 entrevistó a Kelvin Yu, cuyo personaje en Master of None, Brian, parece dibujar otro paralelo, tal vez involuntario, con Seinfeld: así como George Costanza era el alter ego del co-creador y guionista Larry David; Brian es también alter ego del co-creador y guionista de la serie (Alan Yang).

–En Master of None hay humor neoyorquino, humor generacional, humor interétnico... ¿qué es lo que destaca de esos tres subgéneros?

–Aprecio mucho que Master of None se sitúe en un lugar verdadero. Para mí, si hay un compromiso con lo que es real y auténtico, todo es más satisfactorio, tanto si hablamos de una comedia sobre jóvenes en Nueva York o un drama sobre vampiros en la luna. La cuestión es que las relaciones sean orgánicas y la historia se nutra de algo humano. Creo que en los choques culturales que se producen en una gran ciudad, definitivamente, hay humor. Y en cuanto a lo generacional, bueno, todo el mundo piensa que sus padres a veces son divertidos. La vida de mi padre cuando era un adulto joven era absolutamente diferente de la mía, y esa brecha fue fuente de mucho dolor, pero también de mucha comedia.

–Su personaje, Brian, por momentos resulta querible y en otros, casi insoportable. ¿Cómo es posible eso?

–Es raro, el guión es una forma de artesanía. los autores encontraron una manera redonda de contar una historia a través de esas formas de humor. En el programa, Brian contrasta con Dev, el personaje de Aziz; forman un contrapunto. Por un lado, Dev surfea en el mundo moderno, tan lleno de elecciones. ¿Dónde comer esta noche? ¿Con quién debería salir este sábado? ¿Qué trabajo debería tener? ¿Cuál es mi propósito en la vida? Hay una especie de ansiedad inherente a los treintañeros post-milenio, un mundo de constantes tomas de decisiones, y Dev capta perfectamente esa frustración. En cambio, Brian, mi personaje, parece disfrutar de ese panorama de variedad, siempre termina sonriendo mientras busca su camino. Alimentos, bebidas, mujeres, música… Brian es un ejemplo de una existencia sin fricción en una tierra de oportunidades. Por supuesto, esa ausencia de fricciones también supone una falta de lucha. Creo que todos conocemos a alguien como Brian, que siempre prioriza no complicarse la vida. Sería muy molesto, salvo por el hecho de que es una delicia total.

–Las comparaciones de Master of None entre la vida actual en los Estados Unidos y las de sus padres, en sus países de origen, antes de migrar, resultan divertidas y angustiantes a la vez. ¿Cuál es el secreto de esos momentos de emociones duales?

–El contraste entre los estilos de vida es tan marcado que sólo se puede reír o llorar. La idea es que ocurran las dos cosas. He recibido todo tipo de reacciones de la gente. En uno de los ensayos con Aziz improvisé la línea “mi papá creció bañándose en un río y ahora conduce un coche que habla con él”. Y esa es una declaración verdadera sobre mi propio padre, es alucinante tener en cuenta que una sola vida puede cubrir tanto terreno. Cuando mi padre vio a mi madre por primera vez, le escribió cartas durante cinco años antes de verla por segunda vez… y ahora vive en la era de Facebook y Tinder y Skype. A mí me tocó una época en la que se puede acceder a cualquier persona del mundo en cuestión de segundos. Tratar de mantener una conversación normal con un hombre que viene de circunstancias tan diferentes parecería imposible. Prácticamente no tenemos puntos en común, nada a partir de lo que construir un puente. Pero de alguna manera tenemos que intentarlo: él es mi padre y lo quiero profundamente. Creo que una gran cantidad de personas, en todo el mundo, sienten esos abismos. Hacen que todo sea más divertido y absurdo.

–Pensando en inmigración e integración, ¿qué opina de la candidatura presidencial de Donald Trump? ¿Le da un poquito de miedo?

–El mundo está cambiando. Hoy un tipo indio puede ser la estrella romántica de su propio programa de televisión en Nueva York. Hoy es muy probable que pronto tengamos una mujer como presidenta de los Estados Unidos. Hoy la gente lucha para mostrar su amor por otra persona abiertamente y con orgullo, y quiere que ese amor sea reconocido por el gobierno. Cuando las mareas avanzan de esta forma, no hay nada que se pueda hacer para detenerlas. Creo que esta ola de ira y miedo de Donald Trump y sus seguidores es el último aliento moribundo de un mundo antiguo. Ellos están peleando por sus vidas porque, bueno, su tiempo está llegando a su fin. Es horrible y sin gracia la manera en que ha apuntado a todas las formas de ignorancia para ganar impulso en las elecciones, pero el ruido que hace su campaña, creo yo, es una buena señal. Es lo que ocurre cuando un animal muere: hace un sonido horrible.

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Master of None tiene una extraña sensibilidad y un gusto por la sorpresa que le garantizan riqueza propia.
 
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