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Domingo, 18 de noviembre de 2007

EL PRIMER PERIODICO ESCRITO Y DIRIGIDO POR TRAVESTIS

“Necesitábamos herramientas para poder pensarnos mejor”

Tres integrantes del staff de El Teje, medio de salida trimestral editado por el Centro Cultural Ricardo Rojas, anticipan su primer número, que tendrá una nota de tapa con Florencia de la V, relatos de sexualidad y política y una crónica inédita del chileno Pedro Lemebel.

 Por Julián Gorodischer

¡Extra! ¡Extra! El periódico de las travestis sale a la venta con breves maravillas para leer: un texto inédito del chileno Pedro Lemebel y la primera entrevista a Florencia de la V (la nota de tapa, titulada “Se casa pero no de blanco Ala”) hecha por una travesti. Editado por el Centro Cultural Ricardo Rojas –donde se conseguirá desde la semana próxima– y de salida trimestral, El Teje tiene un mérito sobre otros: la variedad de registros y temas. La decena de chicas, coordinadas por una editora general (la periodista y escritora María Moreno), y seguidas de cerca por la coordinadora de contenidos (Paula Viturro), dieron una sorpresa frecuente cuando alguien ingresa a un campo ajeno con la mirada fresca y sin fórmulas fijas. La directora, Marlene Wayar, les repartió temas y secciones según sus gustos personales, y Naty Menstrual (una de las redactoras, junto con Lohana Berkins, presentes en la entrevista) se decidió por Yo soy mi propia mujer, de Agustín Ale-zzo, unívocamente aclamada, un peso pesado que inhibiría al más zumbón de los ironistas. “Por momentos el texto me pareció largo y aburrido: admirable trabajo de saliva el de Julio Chávez”, escribió Naty para cerrar su reseña.

“La comunidad travesti ha sido expropiada de su propia historia –argumenta Marlene Wayar–, cada una tiene que fantasear argumentaciones de quién es, y cómo es, desde el acto de explicárselo a la mamá. La Universidad aprobó el proyecto pensando en una más de las deudas que tiene el Estado con nosotras; hemos sido excluidas de la educación. La intención era darnos herramientas para poder pensarnos mejor, una incubadora con miras a convertirlo en un proyecto productivo.” Cuando piensan en esas zonas oscuras de la prensa para masas, salta la objeción al género policial: titulares efectistas, víctimas vaciadas de su “yo”, biografías limitadas a ese cartelón que Lohana Berkins recuerda haber leído alguna vez: Un tiro sonó en Travestilandia.

Marlene Wayar: –Estamos siguiendo de cerca un caso de una chica apaleada en la entrada de una villa en Laferrère. Ya nos veníamos planteando cómo reflejar casos con diferentes aristas: la travesti de las grandes ciudades, la involucrada en el delito, la que ejerce la prostitución.

Lohana Berkins: –La crónica policial hace desaparecer al sujeto. El hecho de violencia pasa a ser la centralidad de su identidad. Desaparece el sujeto cuando se dice Un tiro en travestilandia. La contraparte es ver el trasfondo, qué lleva a que suceda un hecho en particular. Muchas veces los propios organismos hacen las denuncias y ponen los nombres de varón. En este periódico jamás vas a ver un nombre de varón. En los medios el fenotipo tiene que ser fantasmagórico, tremendamente sensacionalista, frivolizante, sin mostrar la profundidad de una comunidad.

Dicen que todo era motivo para ponerse a debatir. Cuando vieron el staff, donde en un principio figuraba sólo Marlene, algunas protestaron y pidieron ampliarlo: así se hizo. “Todo en nosotras es un debate. El planteo era qué decir sobre las políticas públicas, cómo no somos tenidas en cuenta. Y dijimos: los políticos deberían estar en el Rubro 59, no nosotras”, sigue Lohana. María Moreno, que les enseñó a hacer periodismo y se encargó de editar los textos de El Teje, asegura: “No tuvo nada que ver con hacerlos entrar en la gramática o la corrección de estilo, tarea de la que como mis sucesivos editores saben, sería peligrosísimo encargarme. Más bien funcioné como una suerte de soporte para que su directora, Marlene Wayar, pudiera negociar entre su lenguaje de teórica y militante queer, su riquísima lengua travesti y su estilo literario personal”. “En cuanto a lo que Marlene –agrega– les va transmitiendo a sus compañeras, se trata, según tengo entendido, menos de generar capacitación a quienes no la tienen que de darles la posibilidad de que reconozcan la variedad y complejidad de los saberes que ya poseen y que forman parte de la cultura. En ese sentido, las redactoras y redactores de El Teje subvierten la posición de los llamados cronistas: ellas y ellos mismos registran sus propias prácticas cotidianas sin victimismo ni condescendencia”.

Cuenta Paula Viturro, directora del área de estudios de género del Rojas, que “la idea era que la gente que viniera pusiera el cuerpo. Las chicas plantearon que querían formas de expresión; poder aprovechar el lugar para encontrar medios expresivos”. Un acierto parece ser no limitarse a la opinión política y a la reflexión teórica sobre cuestiones de género: El Teje incluye crítica teatral, listado de hombres más sexies y chistes eróticos, e incluso asume –desde su tapa con personaje mediático y masivo– que quiere ser leído a gran escala, más allá del ghetto, sin negar el peso y la incidencia social de la TV. La forma y la mirada determinan el tema: todo puede ingresar en estas páginas. “Me sentía presionada por tantos premios, tantos aplausos –recuerda Naty Menstrual sobre su cobertura–. Decidí separar la historia y hablar de eso, del hecho de que haya existido alguien así. Lo que no me gustó para nada y lo quiero criticar es que hablaran de ‘el’ travesti. Quizás la gente piense que es un detalle. Pero no lo es cuando sos vos la que transitás por un mundo femenino sin el deseo de que te traten en masculino. Yo soy la travesti, le guste o no a quien sea, aunque no tenga colgando un collar de perlas”.

–¿Cómo lograron que el escritor Pedro Lemebel se sumara a El Teje con una crónica inédita?

M. W.: –Nos mandó una crónica de una Navidad adolescente, cuando salió a buscar bultos y se encontró con la rudeza del machismo. Para mí, ella es un modelo.

L. B.: –Está en El Teje porque nos trata en femenino, como somos las locas. Es, en el contexto chileno, la marica, el puto.

M. W.: –En el barrio, todas somos las maricas.

–¿Cómo eligieron a Florencia de la V para la nota de tapa?

M. W.: –Las chicas la sienten como una par. La pueden criticar acerca de por qué se deja hacer esas cosas por Tinelli, pero hay un punto en el que identifica. Lo que terminó siendo un obstáculo es la vorágine de vida que lleva: cuando empezó a ponerse calentita la nota, se tuvo que ir. Estábamos hablando de chongos, de si prefería una noche bizarra o una cena paqueta. Decía que lamentablemente es famosa y no puede hacer lo que hubiese hecho en otras épocas.

El sumario es variado: la militante Lohana Berkins opina sobre política e identidad sexual, y se acopla a la regla del impacto (como garantía de lectura) cuando entrega un titular como Hay que tener coraje para ser mariposa en un mundo de gusanos capitalistas. Marlene Wayar propone una crónica desde una salita de salud de Laferrère, en torno del “postergado reclamo de travestis y transexuales de que se respete el nombre elegido en todos los hospitales de la provincia”. La propia directora entrevista a Florencia de la V y obtiene declaraciones sobre “las chicas fuera del sistema”, nada que ver con las habituales respuestas sobre la interna de Bailando por un sueño. Tadeo CC, el único chico del grupo, desarrolla un completo análisis sobre el “ser trans: del castigo al reconocimiento”, relevando las voces y rostros de la persecución desde la dictadura a la actualidad. Pero, claro, hay un espacio para listar los hombres deseados según una votación de las travestis, contar “la vida” sin omitir aventuras sexuales y publicar una historieta sobre la queja y la gloria del pito de una travesti. “La idea –asume Marlene– era que resultara atractivo: por eso hay chongos. Uno de Los Pumas (Juan Martín Hernández) y el jardinero de Araceli, así votado en nuestra encuesta. Ahora hay chicas que se suman y proponen escribir de moda. Todas tienen un manejo de lo oral riquísimo... y sí, en los dos sentidos.”

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Lohana Berkins, Marlene Wayar y Naty Menstrual escriben de política, teatro y sexualidad.
Imagen: Sandra Cartasso
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