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Lunes, 16 de noviembre de 2015

SERIES › INTO THE BADLANDS, AL RESCATE DE UN GéNERO POCO TRANSITADO EN TV

El arte de piña-patada-piña

La señal AMC ofrece una mixtura de géneros, pero con el acento puesto en las artes marciales. Una historia mítica y distópica con referencias a Kill Bill, Mad Max y hasta Sergio Leone. “Las artes marciales les dan sentido a los personajes”, dice la actriz Orla Brandy.

 Por Federico Lisica

En Into The Badlands (serie que ayer AMC estrenó a nivel global) están todos los elementos propios del género de las artes marciales con la estampita de Bruce Lee a la cabeza. La tierra remota, el pequeño saltamontes, el maestro valiente, las injusticias a redimir y, obviamente, las coreografiadas y mecánicas piña-patada-piña. Un modelo utilizado en cuentagotas en tevé (Kung fu es y será la referencia) y en la que sus creadores apuestan fuerte. Saben que su audiencia ha visto totems cinematográficos más o menos recientes (de Matrix a Ip Man, de Kill Bill a Héroe) y por eso se cuidan de promover un Kwai Chang Caine recalentado. Así abonan una historia épica, cercana al western, situándola en un futuro distópico donde no existen armas de fuego y el combate cuerpo a cuerpo es un arte. Tal remix ha llevado a comparaciones con Mad Max (por su paleta estética), Game of Thrones (por la rosca política y alma sanguinolenta), The Walking Dead (por su temple narrativo) y hasta con Django Sin Cadenas (el ambiente de las plantaciones sureñas). La producción de seis episodios irá los domingos a las 23 en su idioma original y los lunes a las 22 se repetirá en español.

El mundo, o lo que queda de él, ha sido dividido en siete feudos. Un sistema lejos de encontrarse en equilibrio y donde los poderosos van a tratar de serlo aún más. El protagonista es Sunny (Daniel Wu), el más letal de su casta –Los Clippers– que responde a un magnate de las amapolas, el barón Quinn (Marton Csokas). En uno de sus periplos en motocicleta, conoce a M. K. (Aramis Knight), el joven incógnita cuya iluminación podría dar pie a un nuevo orden. “El nivel del drama debe congeniar con el de las peleas”, dijo Miles Millar, uno de sus los cráneos detrás del proyecto. Urge decir que las riñas, tan brutales como versátiles, superan a un relato por momentos moroso y algo predecible.

En los días venideros de Into The Badlands conviven la opulencia y bienes escasos, poderes fantásticos con quebraduras de huesos y discos de blues en vitrolas junto al look steampunk. En esa nebulosa, Quinn puede dar sermones donde se mofa de la Biblia. “Antes la gente creía en un libro sagrado, pensaban que contenía todas las respuestas y que un Dios los salvaría. Mis chicos, no hay un dios en las badlands”, asegura. También están los personajes femeninos fuertes, como La Viuda (Emily Beecham), una pelirroja que lidera un temible ejército de chicas, Las Mariposas. Otra mujer a tener en cuenta es Lydia (Orla Brandy), primera de las esposas de Quinn y que va tejiendo su propia autoridad. “Es un lugar terrible donde la fuerza es el único derecho, compasión, bondad e igualdad no son valores para estar al mando. Puede llegar a ser difícil para una mujer, por eso La Viuda emplea su autoridad con violencia, como si fuera su única opción. Lydia se notifica de esto, sin embargo, ella no pelea con una espada sino con información. Es un poco como Bette Davis o Joan Crawford. Fue clave para que el barón se mantuviera en el poder y tiene cartas bajo la manga”, confiesa la actriz en una entrevista de Página/12.

–¿Cuál será su rol en relación con el barón y con Sunny?

–Cuando empieza la historia ella tiene todos los motivos para que Quinn mantenga el poder en su región. También quiere que su hijo llegue a la cima... porque aun en el futuro existe el nepotismo. Sin embargo con el correr de la historia, la relación con los hombres se volverá temblorosa.

–No es usual tener un programa de artes marciales en la tevé. ¿Es el plus de Into The Badlands?

–En esta era dorada de la tevé simplemente estamos haciendo lo que en el cine ya hemos visto con El tigre y el dragón y en Kill Bill, pero en este medio el género fue más lánguido. Las artes marciales les dan sentido a los personajes. Creo que ningún género es demasiado bueno en sí mismo porque siempre depende de los personajes. Pero las secuencias de peleas aquí son bellas, como un ballet, algo hilarantes y muy cool.

–¿Es Into The Badlands una serie posmoderna?

–No creo que lo sea, al menos en el sentido en que se usa esa palabra. Es un mashup que tiene como influencia las películas de artes marciales de Hong Kong, las de samurais japoneses y el spa- ghetti western. Tuerce los géneros y no es fácil clasificarla. El intento es darle a la audiencia algo único en términos de look y de estructura social que me recuerda al período anterior a los Edo en Japón. Las inspiraciones visuales incluyen a Wong Kar Wai, Akira Kurosawa y Sergio Leone. Pero a diferencia de Blade Runner o Mad Max, la estética de este futurismo refleja el poder regenerativo de lo natural por sobre la decadencia urbana.

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Into The Badlands transcurre en un mundo futurista que ha sido dividido en siete feudos.
 
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