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Domingo, 2 de mayo de 2010

MUSICA › CAETANO VELOSO ACTUO ANOCHE, GRATIS, ANTE UNAS 45 MIL PERSONAS

Cuando el bahiano fue más porteño que nunca

En el marco de los festejos por el Día de la Ciudad, el músico brindó una actuación notable, en plan solista. Quienes fueron a buscar los grandes éxitos no salieron defraudados: tocó desde “Tigresa” hasta “Voce é linda”. Antes estuvieron Sandra Mihanovich y Tania Libertad.

 Por Karina Micheletto

Caetano Veloso, solo con su guitarra, regalando una batería de clásicos, propios y ajenos; solo, mostrando la exacta belleza de su voz. Como si hubiera tomado la iniciativa en medio de una rueda de fogón, pero ante 45 mil almas –según los cálculos de los organizadores– y asegurando que el agradecido era él, ante un momento que también sentía único. Fue la postal que regaló ayer por la tarde Buenos Aires, hasta ya entrada la noche, en lo que fueron los festejos por el Día de la Ciudad en la Feria del Libro, organizados por el Ministerio de Cultura porteño. Una postal agigantada por la tardecita primaveral que permitió que, desde temprano, gente de todas las edades copara la avenida Sarmiento varias cuadras a lo largo, hasta donde lo permitió la Plaza Italia. Y sólo empañada, para los organizadores, por la silbatina que levantó la mención del nombre del ministro de Cultura Hernán Lombardi, sobre el final del show de Caetano, justo cuando la multitud pedía por un bis que no llegaba, en una asombrosa falta de timing del espectáculo.

Allí está Tania Libertad, que actuó antes de Caetano, interceptando la escapada a un baño químico del bahiano para declararle su admiración y sus ganas del beso de rigor. Y Sandra Mihanovich, también parte de la programación propuesta ayer, sentada entre las primeras filas, siguiendo el concierto con cara de asombro. Quien esto provoca –y qué bueno que todavía exista el motor para esta capacidad de asombro, se escuchó decir anoche– es este señor con pinta de tío copado que te cuida el nene un sábado a la noche, que aparece en jeans y zapatillas, como quien pasaba por ahí. Y que no bien abraza la guitarra y entona con esa voz inconfundible, maravillosa, “Coraçao vagabundo”, conecta a la audiencia con otro espacio, acaso idealmente modelado por cada uno de los presentes. Fueron diecinueve temas, propuestos desde el formato solista, soltados como al pasar, cuidadosamente enhebrados en función de épocas y posibilidades de este formato, claramente pensados no para un show de teatro sino para un gran concierto de estas características. Quienes fueron a buscar los grandes éxitos no salieron defraudados: Desde “Genipapo absoluto”, del disco Estrangeiro, o el viejo éxito “Tigresa”, hasta la bellísima “O leaozinho”, o “Sampa”, también de Circulado vivo, o “Voce é linda”, o “Lua de Sao Jorge” (dedicada a Lombardi, que se la pidió especialmente), Caetano rastreó y ofreció su música de manera poco usual para el público argentino, solito con su guitarra. Llegó hasta la actualidad con una versión diferente de “A base de Guantánamo”, esta vez sin el ropaje eléctrico con que suena en su último trabajo, Zii e zie.

Hubo más en la hora y media de Caetano y su guitarra: Michael Jackson (el hit “Billie Jean”, con su final versión Veloso de Los Beatles), Roberto Carlos, a quien Caetano vivó, invitando a corear el estribillo de aquella “Fuerza extraña” que hace que el cantautor no pueda parar de cantar. Y también, claro, “Volver”, que el bahiano presentó como “una manera de decir tímidamente gracias”. “Ustedes no saben el honor que es para mí cantar así, en la Ciudad de Buenos Aires”, dijo también. “Es increíble estar así. No en un teatro de la ciudad, en la ciudad. Es como un sueño.” Y en cada uno de los temas del repertorio, en los que hizo alarde de sus agudos y sus graves, volvió a quedar claro que Caetano, sí, canta como los dioses.

En la primera fila del sector de invitados, que quedó en un momento integrada por el poeta Fernando Noy, el ex secretario de Cultura Darío Lopérfido, y el actual Lombardi, se sumó en medio del concierto Diego El Cigala, que el jueves pasado se presentó en el Gran Rex (ver nota aparte). El flamenco llegó con su hijito y no paró de gritar sus gitanísimos oles ante los temas del bahiano que llegó a escuchar. Detrás, y a lo largo de algunos cientos de metros, una multitud mostró de otras múltiples maneras su satisfacción, agradecimiento o devoción, según los casos. Y otros tantos desfilaron pacientemente en la interminable cola que durante toda la tarde fue metiendo gente al predio de la Rural, hacia la Feria del Libro.

El espectáculo propuesto ayer comenzó antes, pasadas las cinco y media de la tarde, con la presentación primero de Sandra Mihanovich, que mostró su recorrido por Eladia Blázquez con sus versiones de temas como “Prohibido prohibir” y “Siempre se vuelve a Buenos Aires”, y cerró con su hit “Soy lo que soy” (“tiene mucho que ver conmigo, y con todos”, explicó). Siguió Tania Libertad, que en su grupo sumó al notable bandoneonista Walter Ríos, presentando un homenaje a Mario Benedetti en el que las versiones cantadas de los poemas del poeta uruguayo eran precedidas por el mismo Benedetti recitando desde la pantalla.

Tras la entrega del diploma que declara Ciudadano Ilustre a Caetano –que quedó medio tapada por la falta de previsión del ánimo del público, que como se sabe, cuando quiere un bis es difícil de callar–, la jornada continuó puertas adentro de la Feria: a partir de las 9, y hasta la 1, se abrió la entrada en forma gratuita para todo público. Adentro, otros homenajes siguieron acercando música de la buena, como el que Celeste Carballo y el pianista Facundo Ramírez le dedicaron a Ariel Ramírez, Mercedes Sosa y Félix Luna, en la recreación de los temas de la obra integral Mujeres argentinas.

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Caetano, una hora y media de magia, con su voz y su guitarra.
Imagen: Gabriel Bonetos
 
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