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Martes, 28 de agosto de 2012

MUSICA › SE ESTRENA EN EL COLóN I DUE FIGARO O SIA IL SOGGETTO DI UNA COMMEDIA

Un entretenimiento superproducido

La ópera cómica de Saverio Mercadante llega avalada por un gran esfuerzo económico, aunque está lejos de ser una obra maestra.

 Por Diego Fischerman

Hay músicos que son olvidados después de la muerte. Otros, en cambio, lo consiguen mientras están vivos. El napolitano Saverio Mercadante no llegó, en sus años de esplendor, a ser una estrella. Y su escaso brillo se esfumó aun antes que su aliento. Tal vez lo perjudicó el haber estado exactamente a mitad de camino entre dos generaciones. Protegido de Gioacchino Rossini y maestro de Verdi, no logró, en el favor del público, imponerse al primero, y sucumbió fácilmente ante el talento del segundo.

Su I due Figaro, escrita en 1835, está lejos de ser una obra maestra. Sin embargo, el Teatro Colón destinó un esfuerzo económico sin precedentes a traer una producción “llave en mano” para estrenarla en la Argentina. Los señuelos son el nombre del célebre director Riccardo Muti y la puesta de Emilio Sagi. Y como parte del exorbitante paquete llegan una orquesta juvenil –la Orchesta Giovanile Luigi Cherubini– y un coro –el Philharmonia Chor de Viena–, ambos fundados por Muti. Si en las ocasiones más o menos recientes en las que llegaron elencos completos se trató de agrupaciones de gran prestigio, como La Scala de Milán, en 2010, o el Kirov, en 1988, y grandes títulos (Aída y Requiem de Verdi en el primer caso, Boris Godunov y Khovanshina, de Mussorgsky, en el segundo), esta ópera cómica estrenada en Madrid, con pena y sin gloria, a comienzos del siglo XIX, no se corresponde con ese modelo.

Coproducida con el Teatro Real de Madrid, el Festival de Ravenna y el de Salzburgo, I due Figaro o sia Il soggetto di una commedia (Los dos Fígaro o el tema de una comedia) subirá a escena hoy y tendrá nuevas funciones el próximo jueves, el sábado –las tres a las 20.30– y el domingo –a las 17–.

Director de la Filarmónica de Londres entre 1972 y 1982, de la Orquesta de Filadelfia en el período comprendido entre 1980 y 1992 y la Scala de Milán de 1986 a 2005, Muti conduce actualmente la Sinfónica de Chicago y es, sin duda, uno de los músicos más destacados de las últimas décadas. Sagi, por su parte, es el director artístico del Teatro Arriaga de Bilbao y ha realizado más de treinta producciones, desde zarzuela barroca hasta ópera contemporánea, en salas como la de la Scala, la Fenice de Venecia, los teatros Comunale de Bolonia y Carlo Felice de Génova, el Nuevo Teatro Nacional de Tokio, el Colón –donde puso Doña Francisquita, de Amadeo Vives, en 1996– y las óperas de San Francisco, Washington y Los Angeles, el Festival Rossini de Pésaro y la Volksoper de Viena.

Con diseño de escenografía de Daniel Bianco, vestuario de Jesús Ruiz, iluminación de Eduardo Bravo y coreografía de Nuria Castejón, la obra, que cuenta una especie de continuación de Las bodas de Fígaro de Mozart, tendrá como protagonistas a Saimir Pirgu alternando el papel del Conde de Almaviva con Anicio Zorzi Giustiniani, Asude Karayavuz como la Condesa, Rosa Feola en el papel de Inez, Annalisa Stroppa como Cherubino, Mario Cassi como Figaro y Eleonora Buratto como Susanna. Según el libreto de Felice Romani, la acción transcurre unos quince años después que en la ópera de Mozart. Los dos matrimonios, el del Conde y la Condesa Almaviva y el de Susanna y Figaro, están al borde de la disolución y el Conde ha tenido, entretanto, una hija, Inez, que está en edad de contraer matrimonio. Inez ama a un oficial que no es otro que Cherubino, quien hace su aparición para defender sus intereses dándose a conocer bajo el nombre falso de Figaro. “Continúo la revolución comenzada con Il giuramento”, escribiría Mercadante, unos pocos años después. “Variedad de formas, omisión de babalettas triviales, exilio de crescendos rossinianos, tesitura restringida, menos repeticiones, algunas novedades en las cadenzas, cuidado con el aspecto dramático, riqueza orquestal sin que tape a los cantantes, nada de solos largos para los instrumentos, pocos redobles de timbal y menos aún banda de bronces, ésa es mi idea actual acerca de la ópera.” Los dos Figaro es anterior en dos años a la mencionada Il giuramento y, en rigor, allí están presentes muchos de los clisés de los que el autor renegaría. Aun así, no se resiente su condición de eficaz entretenimiento menor.

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El señuelo es Riccardo Muti, uno de los directores más destacados de las últimas décadas.
 
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