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Martes, 17 de diciembre de 2013

MUSICA › KLAUSS CELEBRARá MAñANA SUS VEINTICINCO AñOS EN EL CUBO

Las profundidades del sonido

La banda encabezada por Ernesto Romeo es como un viaje inesperado, poblado de ruidismo, improvisación, loops, tímbrica expresiva, sutilezas electrónicas y armonías impresionistas. El aniversario será con un concierto retrospectivo.

 Por Cristian Vitale

Pasaron veinticinco años del despegue y lo que prometen para el concierto aniversario –mañana a las 21 en el Teatro El Cubo, Zelaya 3053– es un “repertorio retrospectivo” que les impida aterrizar o los sostenga en el espacio. Claro que para el mundo Klauss lo de retrospectivo tiene sus bemoles. Sus fugas. Sus misterios. Tiene, tal como sus músicas, una flexibilidad temporal que contradice la promesa en sí, casi sin que se note. Puede que tal repertorio suene a futuro. O a pasado y entresueño. O a un tiempo sin tiempo. A un viaje inesperado, al cabo, poblado de ruidismo, improvisación, loops, tímbrica expresiva, sutilezas electrónicas y armonías impresionistas. “El concierto viene a tocar puntos de un pasado recreado, hasta cierto punto”, ironiza el creador de la criatura, Ernesto Romeo, mientras la parafernalia instrumental a exponer dice lo demás: sintetizadores modulares, clavinet, piano rhodes, cajas de ritmo, secuenciadores, samplers, mellotron, minimoog, baterías electrónicas y procesadores varios, todo entrelazado. “Es como para un libro nombrarlos a todos”, se ríe este cráneo de la música con fines de vuelo a quien su hermano, el ex guitarrista de la banda hardcore NDI Lucas Romeo, y Francisco Nicosia no dejarán solo en el intento. “Somos una pequeña orquesta de instrumentos electrónicos, digamos”, titula el fundador de este proyecto, cuyo nombre alude a Klaus Kinski, actor icono de Nosferatu, el Vampiro.

–Pero grande y compleja en población instrumental. ¿Cabe o no asociar tal grandilocuencia al concepto de música electrónica?

–La cuestión es que éste es un término problemático porque no dice nada. Vos no podés describir la música por los instrumentos que se usan, porque casi todos son electrónicos. Por ejemplo, grabé teclados en el último disco de Abel Pintos, que tiene mucha electrónica, pero no es un disco del género, ¿no? Diría que lo nuestro es, más bien, un viaje a las profundidades del sonido. Nos gusta meternos como con un microscopio dentro del sonido y amplificar eso que está encondido, con la posibilidad de extenderlo en el tiempo.

–Está la cuestión temporal, también. La “música electrónica”, o como se quiera llamar, no es ajena al cambio.

–Significa cosas distintas según la época, sí. En los ’50 era la música experimental de laboratorio, de raíz académica; en los ’70, Tangerine Dream y Kraftwerk; en los ’80, Depeche Mode y todo el tecno, y ahora lo más dance, lo más DJ. De hecho, hoy, un grupo como Popol Vuh iría a parar a una batea de música progresiva, mientras que en los ’70 su lugar era más indefinido.

–¿Por qué influencias se dejaría impregnar su música, entonces, entre tanta diferencia “y confusión”?

–A ver, a mí hay cierta música que me marcó a un nivel casi físico, que me produjo sensaciones emotivas que me cambiaron la forma de ver el mundo. No tenía planeado ser músico, ni siquiera tenía una habilidad particular, hasta que en 1983 escuché a Vangelis y me cambió la vida: me impactó por sus planos, su expresión, sus atmósferas y su variedad. Ese es el primer impacto que impregna a Klauss. Y después, bueno, Brian Eno, Alan Parsons, Electric Light Orchestra...

–¿Nadie de acá?

–Bueno, sí, a mí me encanta Color Humano, por ejemplo. O Manal... Esos temas como “Hoy nací”, que tienen un tratamiento muy original, dados los medios que había en la época. O la tímbrica del primer disco de La Máquina de Hacer Pájaros, que podés relacionarla con Genesis o Return to Forever, y a su vez tiene un sonido muy propio. Son cosas muy valoradas en el exterior por su originalidad.

Además de registrar cuatro discos como capitán de Klauss (e, Antología, Metales perfectos y Cielos móviles), Romeo ha intercalado su devenir entre las horas cátedra que tiene en la Universidad de Tres de Febrero como profesor de TecnologIa Musical I y II y Producción Musical, en la carrera de Artes Electrónicas, y las millas sonoras que acumuló sumándoles ideas a Pez (Folklore, Para las almas sensibles), Espíritu (Fronteras mágicas) y Abel Pintos, que lo convocó para doblar una melodía con su minimoog, en el corte de difusión. “En general, la gente que me llama para tocar busca una sonoridad específica relacionada con la forma con que yo manejo los instrumentos, y lo que es mío a través de los instrumentos, porque en los instrumentos electrónicos uno inventa el sonido”, dice.

–¿Es serio? ¿O se lo toma en serio?

–(Risas.) Por lo menos me lo tomo así. Incluso nunca salgo riendo, pero, por ejemplo, opino que Los Auténticos Decadentes son una de las mejores bandas del rock argentino. Ellos son más rock argentino que los Redondos o Soda Stéreo... Tienen una inteligencia no pomposa, digamos. Estaría lindo meter unos moogs en los Auténticos (risas).

–¿De dónde parte la música de Klauss, más allá de las influencias puntuales que lo impregnan?

–De lo tímbrico. Es el elemento musical que mejor nos define, más que lo melódico, lo armónico y lo rítmico. Desde chico es así... lo que más me gustaba de Abraxas, de Santana, por ejemplo, o del Sgt. Pepper de Los Beatles era la sonoridad. Igual que los discos de música clásica con órgano y clavicordio, lo extenso de ese sonido. La idea, desde que fundamos el grupo con Alejandro Vázquez en 1988, siempre tuvo que ver con explorar las posibilidades compositivas al máximo.

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“La música que hacemos parte de lo tímbrico”, asegura Ernesto Romeo, alma mater de Klauss.
Imagen: Sandra Cartasso
 
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