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Sábado, 18 de julio de 2015

MUSICA › PABLO DACAL PRESENTARA HOY SU DISCO BAILA SOBRE FUEGO EN EL C. C. KIRCHNER

Un viaje exterior que se hizo interior

En su quinto disco solista, el cantautor sintetizó todas sus influencias: la música criolla, el folklore latinoamericano, el rock argentino y los sonidos del mundo. “Tiene una colorística muy amplia, si bien sintetizada y no acústica”, afirma.

 Por Sergio Sánchez

Pablo Dacal probablemente sea uno de los músicos que más han reflexionado sobre la canción porteña del siglo XXI. En 2005, cuando las heridas de Cromañón recién estaban abiertas, organizó en el teatro Margarita Xirgu el Festival de Cantautores con Orquestas, que reunió los ensambles acústicos de Pablo Grinjot, Tomi Lebrero, Alvy Singer Big Band y la Orquesta de Salón, que lideraba el mismo Dacal. Ese concierto, que luego repitió en el IFT, fue el germen del ciclo Hay Otra Canción, un encuentro generacional que tuvo lugar en el teatro Coliseo en el 2012 y se convirtió en ciclo en 2013, en el ND/Teatro. En todo eso estuvo Dacal y en el camino no paró de sacar discos: en grupo, en solitario o en dupla (el año pasado lanzó Los caminos, junto al pianista Fer Isella). Aunque dice que ya perdió la cuenta, acaba de publicar Baila sobre fuego, el que sería su quinto disco solista. En este trabajo sintetiza todas sus influencias: la música criolla, el folklore latinoamericano, el rock argentino y los sonidos del mundo. Si se toma como referencia su disco anterior junto a Las Guitarras del Tiempo, El corazón es el lugar (2013), que tenía como centro el tango y la milonga, en el nuevo trabajo hay una vuelta a la electricidad. “Que abra con un rock and roll quizás es una declaración de cambio, pero en realidad después el disco no sigue tanto esa línea. Es como un comienzo falso. Siento que es mi disco que más reúne, que tiene bastante criollo aunque no esté tan expuesto. Tiene una colorística muy amplia, si bien sintetizada y no acústica. Y tiene un sonido bastante lisérgico y onírico por momentos, que está cercano al disco El Progreso (2011). No le da la espalda a lo anterior”, entiende Dacal, quien lo presentará hoy a las 19 en la Sala Argentina del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151), con entrada libre y gratuita (se retiran dos horas antes del show).

“Los cambios obedecen a una curiosidad por indagar en diferentes tradiciones y colores. Hay sentimientos que pueden ser dichos con unos ritmos o con otros. Los estilos representan momentos de uno, históricos, y también momentos históricos del siglo. El hombre y el siglo se relacionan un montón. Entonces, todo eso está en juego”, analiza Dacal. Baila sobre fuego no es un disco más en la carrera del músico. Porque es un “disco en viaje”, una especie de crónica musical. Es que Dacal aprovechó el envión de una gira por Alemania junto a la cantautora berlinesa Susie Asado (Josepha Conrad), metió en la mochila un puñado de canciones sin terminar y armó una hoja de ruta europea para sentar base y grabar un disco: Alemania, España, Francia y un intento frustrado por ingresar a Inglaterra. “El disco narra ese punto en que un viaje por el mundo, un viaje exterior, pasa a ser un viaje interior también. Hay un momento en el que estás viajando, en el que ya dejaste tu casa y simplemente tu casa está con vos, andando –cuenta Dacal–. A la par de que vas viendo paisajes, también empezás a entrar adentro tuyo y hay algo ahí que pasa. Entonces, hay un correlato constante entre una búsqueda más íntima y una curiosidad sociológica. Y también hay temas que remiten a una añoranza con respecto a mi vida aquí y otros que remiten a algo más fantasmagórico. Europa tiene mucha mitología para nosotros, mucha de nuestra estructura cultural está allí, desde los lugares más ancestrales”.

Cuando Dacal quiso ingresar a Inglaterra, se encontró con una situación que no esperaba: los oficiales de migraciones lo interrogaron y lo detuvieron. ¿El motivo? Pensaron que quería entrar al país a trabajar de forma ilegal. Pero su idea era organizar la producción del disco con la ayuda de su amigo Juan Jacinto, quien vive en Londres hace cuatro años, y conocer “la tierra de los Beatles y Oscar Wilde”. El asunto más grave es que lo trataron como un delincuente y lo tuvieron retenido e incomunicado en el aeropuerto de Londres durante quince horas. Le negaron el ingreso y a la mañana siguiente lo pusieron en un vuelo a Berlín, de donde venía. “Fue loco porque el disco se estaba gestando. No había grabado nada aún, recién me había despedido de Susie Asado –narra el músico–. Era el único país que no conocía. Venía de hacer una gira enorme y sabía que en veinticuatro horas empezaba a grabar un disco sobre el que no tenía los temas definidos. Implicaba una conexión total, era poner REC apenas subía al avión. Fue un cachetazo radical lo que pasó. En ningún momento consideré que podía no entrar. Pequé de ingenuo y no sabía que había tantas diferencias de seguridad en el Reino Unido con respecto a Europa. Eso me jugó un poco en contra en el diálogo con el oficial de migraciones en ese momento: yo iba con los papeles necesarios que me habían pedido, pero demasiado tranquilo. El tipo se puso un poco hostil, yo tenía un manejo del lenguaje muy precario y estaba muy poco despierto, porque estaba pensando en mis canciones. Fue un cachetazo importante”. La experiencia quedó retratada en el tragicómico hip hop “Britain blues”. “Siglo XXI errante, uniforme y controlado, ¿cómo es que una guitarra te deja tan preocupado”, rapea.

–El periodista Martín Graziano, en el prólogo del disco, habla de la “canción porteña del siglo XXI”. ¿Tiene que ver, por ejemplo, con ir de la música criolla al rock en inglés de modo natural, sin forzar nada? Este disco, además, es una invitación a cruzar fronteras geográficas y musicales.

–Es posible. No tengo una visión tan clara sobre ese tipo de cuestiones. Me parece que por eso hago los discos. No tengo un manifiesto a defender con respecto a la canción porteña en este siglo. Me parece que hay algo de los porteños (lo “porteño-portuario”) que tiene que ver con la relación con el mundo. A la vez, todos los países son portuarios a partir de Internet. Quizás hay algo en nuestra conformación sentimental más arcaica, como seres de esta ciudad, que hace que tengamos alguna clase de relación con los pueblos nativos de aquí, con los pueblos esclavizados que vinieron hacia aquí, y con los desarrollos de esos pueblos, muy poderosos algunos como Perú o Brasil. O culturalmente muy fuertes como Uruguay. Pero a la vez estamos siempre muy pendientes de lo que pasa en el gran imperio económico, como pueden ser Inglaterra y Estados Unidos; y de donde vienen nuestros abuelos, Italia y España. Y también esa legitimación intelectual que tiene Francia, por algo hacia allí fueron muchos de los escritores e intelectuales exiliados en la década del ’70. Me parece que el cocoliche realmente define mucho al porteño. Y ese crisol de lenguas está presente en la canción, que sin dudas es la forma musical más comunicativa de los últimos dos siglos. La apuesta del disco, sin dudas, es esa: podés salir de tu barrio, hay un montón de barrios y son todos lindos. Sin dejar de ser vos. Es más, serás más vos cuando estés en otro barrio, porque cada barrio que cruces lo llevarás dentro siempre. Hay algo tuyo que quedará en los barrios por los que pases y hay algo de esos barrios que va a estar en vos.

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Dacal dice que Baila sobre fuego es un “disco en viaje”, una especie de crónica musical.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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