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Sábado, 8 de diciembre de 2007

MUSICA › ALMA Y VIDA, EL OTRO REGRESO

La revalidación de un viejo prestigio

La banda, clave en la evolución rockera de los ’70, actuará hoy en el Astral.

 Por Cristian Vitale

La hora es medio límite: a las 12 de la noche, el núcleo histórico de Alma y Vida está lidiando con el tempo de una vieja canción. La secuencia, verosímil, supone a Bernardo Baraj entreverado en un duelo de amigotes con Carlos Villalba, y al otro Carlos –el Mellino– poniendo paños fríos. “Vamos, che... definiendo, el tema tiene que estar para ya.” Todo transcurre en la sala de ensayo, donde la legendaria agrupación motora del jazz-rock en Argentina ajusta los controles para un nuevo regreso: hoy, a las 21, en el Teatro Astral. Los tres –Mellino, Baraj y Villalba– se irán intercalando al teléfono, entre yeite y yeite, para remarcar las claves del retorno. “¿Se escucha? –pregunta Mellino, imperativo–. Estamos discutiendo la parte de una canción... no estamos de acuerdo en cómo dividir el ritmo. Digo, le estamos poniendo una pila a esto como si fuéramos principiantes y tuviéramos que ir a dar un examen. Son cosas de consumo interno del grupo y pulirlas al extremo explica una disposición seria sobre la música. Podríamos decir ‘vamos a tocar y a otra cosa’, pero no es así.”

–¿La puntillosidad siempre fue una constante en ustedes?

Carlos Mellino: –Totalmente, pero no puntillosidad en el sentido estúpido del término. Siempre fuimos muy severos con la disciplina del ensayo, porque con la música no te podés dar licencias que te dejen mal parado. Se elabora hasta el punto de saber que el resultado va a causar el efecto esperado... no queremos defraudar a nadie.

La nueva aparición de este grupo que se formó en 1970, tras desprenderse de la banda de Leonardo Favio, configura un paso fugaz más, desde que concluyó su etapa más prolífica (la de los cinco volúmenes, 1971-1976). Hubo retornos esporádicos durante los ’90, que determinaron un disco (Nuevas sensaciones, 1991) y ciertas presentaciones en circuitos reducidos. También tocadas salteadas desde el 2000 hasta hoy, pero la formación prosigue casi intacta: el trío mencionado más Juan Barrueco en guitarra, Mario Salvador en trompeta y Marcelo Baraj –hijo de Bernardo–- en batería. Exceptuando Alberto Hualde –baterista histórico– y Gustavo Moretto, que lustró el sonido del grupo en los cuatro primeros discos hasta que fundó Alas (1974), el resto permanece. “Moretto, igual, sigue siendo parte de la familia Alma y Vida. Una vez, hace unos tres años, tocamos en Córdoba, y al segundo tema veo venir un tipo caminando entre dos filas de asientos... me quería pegar un tiro ¡era Gustavo! Terminamos comiendo asado hasta las siete de la mañana”, evoca Mellino.

–¿Llegaron a zapar juntos?

C.M.: –Para nada.. somos tan respetuosos que no nos permitimos ni siquiera zapadas “a la que me importa”. Ni nosotros ni él.

Bajo la sombra de Chicago y Blood y Sweet & Tears, dos bandas que le marcaron el camino al grupo hace 37 años, y el plus de un devenir histórico que los sumió, individualmente, en otras estéticas, los Alma y Vida sienten que –aún– tienen mucho por decir. Para Villalba, beatlero, stone, “el más rocker”, los retornos son cíclicos, casi compulsivos. “Dos por tres nos volvemos a encontrar y tocamos porque cada reunión es una fiesta. El sonido a cañería es muy parecido al de antes, pero pasa algo diferente con la ejecución... eso nos da tela para seguir.” Baraj, a su manera, le calca el discurso. “Lo que hacemos hoy es una reactualización del sonido que teníamos en los setenta, incluso los temas nuevos. Además, el grupo está remozado porque todos los integrantes hemos seguido dentro de la música, cada uno por su lado. Ninguno de nosotros dejó de tocar y de repente decidió volver a hacerlo... nadie se dedicó a otra cosa.”

–¿Por qué vuelven?

C.M.: –Te digo por qué no: no volvemos para ver si un productor nos dice “che, cómo suenan” y nos propone algo... no nos interesa eso, porque ya hicimos lo que teníamos que hacer. Lo hacemos, más bien, porque somos amigos y sostenemos la magia que generamos hace muchos años. La música se siente o no se siente, punto.

De todas formas, pese a la corazonada de Mellino, esta vez sí hay un productor apoyando el show y sus posibles efectos. No suena tan utópico que Alma y Vida acceda a grabar un nuevo disco en estudio, después de 16 años. Pero ellos relativizan la posibilidad. Según Baraj, por ahora permanece en el “orden de la fantasía” mientras Mellino –como un Quijote pero sin barba ni gabán– focaliza en un aspecto más global: una industria que no le gusta nada. “Es algo que tiene que darse naturalmente, pero tendríamos que empezar a luchar contra la corriente: contra un mercado contaminado, grabadoras contaminadas y gustos populares contaminados. La radio pasa basura todo el día y se ha instaurado el término rock a un montón de porquería que anda dando vueltas, y que no se soporta ni quince segundos. Es difícil navegar contra la corriente. No podemos hacer una guerra mundial nosotros solos...”

–¿Ni siquiera se planteó la posibilidad de grabar el recital para editarlo en CD y DVD?

C.M.: –En este sentido ocurre algo práctico: la producción tuvo poco tiempo para montarlo; no podemos grabar cualquier cosa ni con cualquiera. No se le puede dar bola a un tipo que te dice “che, yo tengo un grabador, ¿quieren que los grabe?” Nunca hicimos algo así.

–¿Cómo asimilan palabras como revival o nostalgia?

Carlos Villalba: –Cuando me hablan de revival me pone loco, porque esto no lo es. Yo quiero seguir tocando hasta que me muera, porque estoy con los integrantes justos y el instrumento justo. Además, no nos cansa hacer un tema que hicimos siete millones de veces. Al contrario, lo disfrutamos. Yo siempre lo toco como si fuera la primera vez.

C.M.: –“La gran sociedad”, “Hoy te queremos cantar”, “Sé feliz”, “El gemido de un gorrión” son todas canciones aplicables al contexto de hoy. No es soberbia, pero digo que siguen conmoviendo incluso a chicos que no vivieron aquel momento. Ese es el peso histórico que no se puede lapidar con vaguedades. La trayectoria hay que revalidarla siempre.

–¿Qué imagen usarían para describir un show de Alma y Vida hoy?

C.M.: –Un gran living donde están tus amigos y uno de ellos te dice “che, cantate ésta”.

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Alma y Vida tuvo su mejor momento entre 1971 y 1976 y regresó esporádicamente en los ’90.
 
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