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Domingo, 16 de septiembre de 2012

LITERATURA › EL FESTIVAL LE RINDIO UN TRIBUTO SUI GENERIS AL AUTOR DE LOS PICHICIEGOS

“Fogwill pone al lector ante un abismo”

Horacio González, María Pía López y Daniel Link buscaron diferentes formas de abordar “La larga risa de todos estos Fogwill”, en un intercambio de impresiones y admiraciones que incluyó más de una alusión al terror que podía producir el autor.

 Por Silvina Friera

¿Será posible conjurar el miedo al personaje? Quien haya sorteado la prueba de medirse con esa risa “pavorosa”, con ese sarcasmo elevado a la enésima potencia, sabe de qué hablan Horacio González, María Pía López y Daniel Link en “La larga risa de todos estos Fogwill”, homenaje sui generis a dos años de la muerte del escritor, orquestado en la cuarta edición del Festival de Literatura en Buenos Aires (Filba), que termina hoy. “Cualquier homenaje a Fogwill es difícil porque corre el riesgo de transformarse en algo que él, muy fácilmente, hubiera contemplado con el regalo de su risa desencajada. Que era como decir: no hagan lo que están haciendo”, reconoce el director de la Biblioteca Nacional. Link plantea que el autor de En otro orden de cosas es un “gran poeta”. “Si escribió grandes novelas fue porque estaba obsesionado con los libros representativos de una época; obviamente los poemas nunca van a ser los libros de una época. Fogwill quería tener la novela representativa de una década y esto es lo que lo hacía insistir con el género. Su sensibilidad a la lengua, su oído particular al habla, lo vuelve uno de nuestros más grandes escritores.”

Un fragmento de un texto de la actriz Vera Fogwill, publicado en Radar después de la muerte de su padre, es citado por Link: “¿Y ahora qué carajo hago, papá? ¿Escribo para que no seas escrito o dejo de escribir?”. Este dilema lo conmueve profundamente. “No me puedo considerar hijo de Fogwill”, admite el escritor, crítico y docente. “Pero la pregunta, ¿y ahora qué carajo hago? es una pregunta que cualquier persona que quiere escribir después de Fogwill tiene que hacerse.” Guillermo Piro, el moderador, lanza una consigna. A partir de “Roberto Arlt, yo mismo” de Oscar Masotta, propone emular un “Fogwill, yo mismo”, con un requisito peliagudo: esquivar la tentación de la anécdota. “Me encuentro entre las personas que prefería no cruzármelo; le tenía miedo”, afirma López. “Sus artículos, sus libros, fundamentalmente sus novelas, ponen al lector ante un abismo: por qué resultan tan fascinantes esos escritos que combinan la lucidez implacable con algo de cinismo terrorista.” La socióloga rastrea un determinismo “muy brutal” en la literatura del autor de Vivir afuera, que proviene de “máquinas muy complejas y profundas de estructuración y creación de nuevos modos de vida”. Advierte –además– la sensación de que no hay salida. “El núcleo mayor de lucidez crítica de la obra de Fogwill es que dice que no hay salida alguien que se piensa como sobreviviente de todo”, analiza López. “Fogwill escribe como un sobreviviente, como alguien que vive a fondo la experiencia de esas máquinas de destrucción. Pero siempre tiene la reserva más libertaria en su interior: que algo salva. Eso que salva es la posibilidad de narrar, la experiencia poética o la consideración última sobre la lengua que usa. Esa literatura afirma que la redención de la vida es posible.”

Cuenta Link que era un “pichi” que se iniciaba en el mundo editorial cuando le llegó el manuscrito de Los pichiciegos a Ediciones de La Flor. “Fogwill irrumpió en esa vieja casona de Barracas con ese libro, del cual empezó a quejarse al día siguiente de estar publicado. Mi mayor temor era atender el teléfono y que fuera Fogwill. Yo siempre le tuve un miedo espantoso. Cuando empecé a escribir, me mandaba cartas donde censuraba cada una de las cosas que yo escribía. Creo que mejoró mi calidad un poquito, en el sentido de que traté de evitar aquellas cosas en las que podía ser criticado por Fogwill.” González recuerda que conoció al escritor en un período en que se definía como trotskista. “Sin que sepa muy bien qué es el trotskismo ahora, diría que Fogwill es una manera elevada de trotskismo. Lo que quiere un trotskista es que haya un momento de la palabra originaria que ponga en crisis todo. Sus novelas son el intento de buscar esa ‘runa’ originaria.”

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“Sin que sepa muy bien qué es el trotskismo ahora, Fogwill es una manera elevada de trotskismo.”
Imagen: Sandra Cartasso
 
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