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Viernes, 22 de febrero de 2008

LITERATURA › OPINION

Las leyes de un mundo cerrado

 Por Ariela Kreimer *

A lo largo de los últimos años muchas veces nos hemos preguntado a qué se debe el fenómeno Potter. Obviamente, la respuesta es compleja y excede el ámbito de lo literario. Sin embargo, me gustaría esbozar una hipótesis, que no explica “la receta del éxito”, pero devela uno de sus ingredientes. Creo que la saga en cuestión gusta especialmente al público infantil y juvenil porque recrea un universo cerrado, mimético al real, pero en pequeña escala y con un orden propio. La lógica que impera en los personajes de Rowling es vagamente similar a la de cualquier chico en edad escolar (con sus vacaciones en familia, la compra de útiles, el inicio de clases, los deportes, etcétera), pero posee, además, una racionalidad extra que se justifica con tradiciones centenarias, rencores hereditarios y libros de magia.

El notable paralelismo entre el mundo ficcional y el mundo real hace creer al lector que se enfrenta a una elaborada metáfora. Pero... ¿no se trata de una simplificación? El mundo es un lugar complejo y existen libros que intentan aprehenderlo, delinearlo o interpretarlo. Por lo general, los libros que valen la pena, del género que sean, no desconocen que hay un mundo más allá de sus tapas e intentan discutir, en cada página, con la realidad que reinterpretan o reordenan. Las sagas, al estilo de Harry Potter, funcionan de otro modo. Crean su propia realidad, similar a la nuestra, pero con una escenografía notablemente mejor. El orden que allí existe, codificado, es casi familiar. Hay personajes buenos y malos, que arrastran vicios y virtudes como los nuestros, y se enfrentan por intereses mundanos, exactamente igual que nosotros. El joven lector se interna en estos mundos explicados y codificados, metafóricos y rimbombantes, y descubre algo agradable: se trata de mundos fáciles de manejar. Mejor aún: el conocimiento necesario para abrirse paso en ellos es limitado y no presenta problemas. Las leyes de esos mundos siempre se cumplen. ¡El joven lector siente que es posible controlar la situación! Pero el mundo real sigue allá afuera... La comodidad del mundo cerrado no proporciona ninguna herramienta para interpelarlo.

* Autora de Fiesta.

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