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Viernes, 22 de febrero de 2008

CINE › XI FESTIVAL INTERNACIONAL DE PUNTA DEL ESTE

Dos joyas del documental brasileño

Joao Moreira Salles y Eduardo Coutinho trazan sendos retratos intimistas capaces de expresar las contradicciones de su país.

 Por Mariano Blejman

Desde Punta del Este

Santiago es un personaje fabuloso. No sólo porque fue el hombre que funcionó como mayordomo en la casa del propio director Joao Moreira Salles, a la sazón hermano del más conocido Walter Salles, pero también con una sólida obra cinematográfica (Entreactos, sobre la carrera del presidente Lula; Nelson Freire y Noticias de una guerra particular están en la filmografía de Moreira Salles), sino también porque Santiago fue el mayordomo de una casa notable (por no decir noble) de Brasil, que encuentra en la aristocracia argentina el momento del nacimiento de una manera de concebir el mundo, pero que consuma en Brasil.

Intelectual, de acento italiano, crecido en Buenos Aires y criado verdaderamente (más allá de la edad) en el Brasil aristócrata, Santiago es la excusa con que el director cuenta su vida de noble con acento portugués. Y es una de las películas que se verá mañana a las 21 en el cine Conrad, una de las sedes del XI Festival Internacional de Cine de Punta del Este, en la sección documental que auspicia Página/12. Santiago –-ése es, finalmente, el título del documental– fue filmado hace ya varios años en estricto blanco y negro, pero Moreira Salles nunca pudo terminarlo. Dejó guardados los apuntes sobre el guión que alguna vez pensó y las imágenes de la larga entrevista con el mayordomo, además de las tomas de una casa vacía, la suya, por donde pasaron presidentes, empresarios, embajadores y diplomáticos. Santiago murió en el camino del film, y el director no tuvo otro remedio que contarlo desde el principio, para exculpar los posibles problemas que podía encontrar en el camino del guión dejando un resultado notable.

La otra perla brasileña del festival viene del otro gran relator de la historia política del Brasil, esta vez ajustado también a un ejercicio casi intimista. Mañana estará presente en la programación del festival el largo documental Juego de escena, de Eduardo Coutinho, a las 24 en el cine Cantegril. El largo producido –oh, curiosamente– por Joao Moreira Salles viene a coincidir en la línea de desarrollo que el propio Moreira Salles se atribuyó en el “after” Lula, como veremos más adelante. La trama se desarrolla a partir de un aviso en la prensa que publica el propio Coutinho –el padre del documental brasileño– invitando a mujeres (en total unas 80) a contar sus historias de vida. Veintitrés de ellas fueron seleccionadas para ser filmadas en el Teatro Glauce Rocha de Río de Janeiro. Y allí se desarrolla un juego de espejos que le da nuevos significados al film de Coutinho: las historias de las mujeres son contadas por actrices conocidas, pero también por actrices menos conocidas y finalmente por las protagonistas mismas. El film está plagado de emoción, de humor, de fantasía y memoria, y utiliza un recurso lúdico para acercarse a la verdad cotidiana.

No deja de ser una curiosidad histórica que tanto el relato mínimo de Moreira Salles sobre la vida de su mayordomo, como el de Coutinho con las anécdotas de mujeres vienen apenas después de documentales políticos que ambos habían encarado durante la campaña de Lula da Silva (Entreactos y Peones, respectivamente), vinieran después. Como si los dos autores más emblemáticos del cine político brasileño hubiesen querido hacer una pausa debido a las extrañas sensaciones que le producen el final del gobierno de Lula, una esperanza más difícil de concretar que el relato consumado sobre la misma.

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Juego de escena, del maestro Eduardo Coutinho.
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