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Jueves, 28 de agosto de 2008

CINE › CLIMAS, DIRIGIDA Y PROTAGONIZADA POR NURI BILGE CEYLAN

Una pareja en tres tiempos

Hiperrealista en la imagen, que aprovecha las posibilidades del cine digital, el film del realizador turco es, sin embargo, metafórico en su puesta en escena, que desarrolla la crisis de un matrimonio a lo largo de tres de las cuatro estaciones.

 Por Luciano Monteagudo

No es el único, por cierto (parece injusto que el cine de Zeki Demirkubuz, por ejemplo, no sea más conocido fuera de su país), pero el director Nuri Bilge Ceylan es el director turco con mayor reconocimiento internacional, incluida la Argentina, donde hasta ahora se han conocido todos sus films. En la Sala Lugones se descubrió su primer largo, El pequeño pueblo (1997), y el Bafici lo premió como mejor director por Nubes de mayo (1999), un film muy inspirado por el cine de Abbas Kiarostami, que incluso llegó a disfrutar de un módico estreno comercial en Buenos Aires. Posteriormente, llegaría su consagración en Cannes con Uzak (2002), que obtuvo el Gran Premio del Jurado y también se vio en el Bafici. No se puede decir que Climas –premio de la crítica en Cannes 2006– esté a la altura de la obra previa del director, pero es sin duda un film sólido, pleno de ideas y de una impactante estética visual, producto de su rodaje en el sistema digital de alta definición (HD), que de aquí a pocos años va a terminar reemplazando al viejo celuloide que fue el soporte analógico del cine en su más de un siglo de existencia.

Hiperrealista en la imagen, que aprovecha todas las posibilidades de digital como si el director utilizara un microscopio (tal es la materialidad de sus primeros planos), el film es sin embargo metafórico en su puesta en escena. Climas comienza en unas ruinas romanas del sur de Turquía, donde la pareja integrada por Isa y Bahar (a cargo del director y su esposa) vive su propia desintegración y expone sus propias ruinas bajo el sol inclemente del verano. La lluvia de otoño y la impenetrable nieve del invierno irán marcando otras estaciones en el devenir de esa pareja, que nunca llega a conocer la primavera.

El formalismo extremo del film, un poco a la manera de Antonioni, a veces se impone a su historia, pero aun así la película de Bilge Ceylan logra sobreponerse y hacer valer su fuerza dramática. Hay una sequedad de expresión, una austeridad en las situaciones que a su vez les da su carácter a los personajes. El mejor ejemplo está en el tramo inicial del film, ese verano cuando la pareja recorre la costa licia del Mediterráneo como si quisiera encontrar en la sensual escenografía un nuevo fuego capaz de encender una relación que se apaga. Pero la arena y el sol se muestran hirientes, hostiles, como lo expresa esa pesadilla diurna (muy propia de Bergman, que siempre encontraba en la playa un infierno) en la que Bahar se siente a la vez atraída y ahogada por su pareja.

Estambul en otoño encuentra a Isa –profesor universitario, incapaz de terminar una tesis que no cuesta sospechar demorada por años– más inestable que el cielo gris que cubre la ciudad. Un encuentro fortuito lo precipitará a una noche de sexo casual con una antigua amante, pero la violencia ambigua de esa relación, que en su tensión erótica amenaza salirse de cauce, no hará sino profundizar la melancolía de Isa, que no necesita hablar para expresar cuánto añora todavía a Bahar, radicada lejos de la ciudad.

Quizá para huir de una relación a la cual ella ya es incapaz de verle futuro, Bahar –directora de arte en cine y televisión– acepta un trabajo en un prolongado rodaje en las montañas. Para cuando allí llega Isa, decidido a reconstruir la pareja, una implacable cortina de nieve parece volver a separarlos. El mejor momento de este tramo, sin embargo, es un prolongado plano secuencia en el interior de una camioneta en la que se adivina el frío y en la que Isa intenta explicar sus sentimientos a Bahar, mientras son constantemente interrumpidos por las diligencias propias de un equipo de filmación en un día cualquiera de trabajo. Ese contraste entre la banalidad cotidiana y un momento crucial en la vida de los personajes le da una intensidad muy particular a la escena. Bilge Ceylan se muestra como un excelente director de actores, empezando por sí mismo y siguiendo por su esposa, que también es capaz de expresar sin palabras los estados de ánimo de su personaje, como cuando su rostro se ilumina o se oscurece en un abrir y cerrar de ojos, siguiendo los cambiantes climas de los que habla el título de la película.

8-CLIMAS

(Iklimler, Turquía/Francia, 2006).

Dirección y guión: Nuri Bilge Ceylan.

Fotografía: Gokhan Tiryaki.

Edición: Ayhan Ergürsel y Nuri Bilge Ceylan.

Intérpretes: Ebru Ceylan, Nuri Bilge Ceylan, Nazan Kesal, Mehmet Eryilmaz. Estreno en soporte DVD en las salas

Arteplex Belgrano y Arteplex Centro.

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Bilge Ceylan usa la cámara como un microscopio, tal es la materialidad de los primeros planos.
 
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