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Jueves, 4 de enero de 2007

CINE › “ERAGON”, DIRIGIDA POR STEFEN FANGMEIER

Brujos y espadas de segunda

 Por Horacio Bernades

Eragon intenta resucitar a toda orquesta el género conocido como sword & sorcery (de espada y brujería) y lo único que logra es hacerlo desafinar en grande. Todo empezó en 2003, cuando un pibe de 19 años llamado Christopher Paolini publicó la novela homónima (¡anunciando al mismo tiempo que se trataba de la primera parte de una trilogía!) y terminó vendiendo dos millones y medio de ejemplares. La saga siguió, claro, con la adquisición de los derechos por parte de la 20th Century Fox, que le encargó el guión a Peter Buchman (guionista de Jurassic Park 3 y de la próxima El argentino, biografía del Che a cargo de Steven Soderbergh) y la dirección a Stefen Fangmeier. Ilustre desconocido en ese terreno, Herr Fangmeier no nació en Berlín o Munich sino en El Paso, Texas. Uno de los especialistas en efectos visuales más reputados del medio, Fangmeier trabajó en Terminator 2, Jurassic Park, Twister, Rescatando al soldado Ryan y un montón más. Prueba viviente de que dirigir efectos visuales no es lo mismo que dirigir una película.

Ubicada en un indeterminado pasado remoto, en tiempos de Eragon reina el rey Galbatorix (John Malkovich, inyectándole grandeur a cada diálogo), que aplastó sangrientamente a los Vardenos. Capitaneados por el morocho Djimon Hounsou, éstos andan con ganas de rebelarse. Especie de Merlín en versión magia negra y brazo derecho de Galbatorix, el terrible Durza (Robert Carlyle, con el rostro casi tan tajeado como el de Freddy Krueger) gobierna a dos especies de feroces mutantes, los ra’zac y los úrgalos, con los que pretende aplastar el alzamiento. Al mismo tiempo, una muchacha llamada Arya (¿Aria, como la raza?) le ha robado a Durza una preciada roca, que resulta ser un huevo de dragón. Huevo, en el sentido de embrión. Y no de dragón sino de dragona, como la de Shrek. Es verde, se llama Saphira (voz de Rachel Weisz, en la versión subtitulada) y prontamente adoptará al joven Eragon como su amo.

Suerte de elegido por la Providencia (como ocurre también en Narnia), Eragon ya tiene su corcel volador. Ahora sólo le falta un maestro para convertirse en jinete de dragones. Como en épocas más heroicas de la humanidad, cuando estos cowboys con alas surcaban los cielos, bajo la consigna de “Proteger y servir” (¡como la policía estadounidense actual!). Viejo lobo del aire, Brom (Jeremy Irons) enseñará al muchacho a ser un héroe. Hasta aquí, resumidamente, la mitología que desarrolla Eragon, enteramente de segunda, igual que la película. Todo es absolutamente vulgar y previsible aquí, como si alguien hubiera metido El señor de los anillos y Las crónicas de Narnia en una licuadora y pulsado el botón de arranque. Solemne y rutinaria, sin gracia ni humor, la peor noticia es la más previsible de todas: se vienen la parte 2 y la 3, aunque en su lanzamiento internacional Eragon no haya sido precisamente un éxito de boleterías.

4-ERAGON

EE.UU. / Gran Bret., 2006.

Dirección: Stefen Fangmeier.

Guión: Peter Buchman, sobre novela homónima de Christopher Paolini.

Intérpretes: Ed Speelers, Jeremy Irons, Sienna Guillory, Robert Carlyle, John Malkovich, Djimon Hounsou y Joss Stone.

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Eragon mete en una licuadora a J. R. R. Tolkien y Narnia.
 
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