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Martes, 22 de junio de 2010

PLASTICA › RETROSPECTIVA DE DISTéFANO EN LA FUNDACIóN OSDE

La vuelta del maestro

Una antología imperdible permite acercarse a más de 50 años de trabajo del gran artista argentino: pinturas, dibujos y una larga serie de piezas escultóricas que evocan el cuerpo.

 Por Fabián Lebenglik

La antología retrospectiva de Juan Carlos Distéfano que presenta el Espacio de Arte de la Fundación Osde es imperdible: allí se exhiben más de cincuenta años de trabajo de uno de los grandes artistas argentinos. Es una oportunidad para no desaprovechar, porque, vista en conjunto, su producción constituye una experiencia imborrable para el espectador y porque Distéfano es un artista muy reflexivo, que se toma su tiempo para hacer cada obra y para mostrarla. Su última muestra retrospectiva en Buenos Aires fue hace doce años, en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), y hace cuatro hizo una exhibición individual en la galería Ruth Benzacar. En marzo y abril del año en curso, la sede neuquina del MNBA realizó una exposición antológica.

En la presente retrospectiva, curada por María Teresa Constantin y con diseño de montaje de Gustavo Vázquez Ocampo, pueden verse alrededor de 80 obras, la mayoría piezas escultóricas, pero también pinturas y relieves de su primera etapa, y dibujos y estudios de toda su carrera.

El núcleo reflexivo de la obra de Distéfano, especialmente de la mayor parte de sus piezas escultóricas realizadas en poliéster reforzado, es la idea y la figura del cuerpo humano: la evocación de cuerpos muchas veces tensados hasta el límite. Distéfano modela y modula la idea de un cuerpo en estado de máxima tensión y esas tensiones parecen ser el correlato de los padecimientos y violencias que se ha ejercido sobre los cuerpos a través de la historia, especialmente de la violenta historia argentina.

Las texturas y torsiones de los cuerpos en la obra de Distéfano suponen distintos abordajes del volumen, que convergen en una suerte de narrativa visual.

La exposición no sólo exhibe las obras del artista, sino que, en varios casos, va dando cuenta del nacimiento de la idea, el desarrollo y realización de la idea, a través de dibujos preliminares y estudios, que muchas veces tienen valor autónomo e independiente. Esto permite al visitante aproximarse al proceso creativo y complejo del artista.

Cada pieza tiene su itinerario, su marcha, su ritmo, y allí es posible intuir al menos en parte cómo el artista se da tiempo a sí mismo y el modo en que les da tiempo a los materiales, formas, transparencias, opacidades, texturas y colores, para que éstos se expresen.

Si fuera posible apuntar una idea general que actuara como metáfora de la producción escultórica de Distéfano, podría pensarse en la idea de gravedad. En principio, la gravedad como vector físico de atracción según el cual los cuerpos tienden a estar ligados a la Tierra. Los personajes que toman forma, volumen, textura y color en la obra, lo hacen a través de distintos tipos de tensiones y desequilibrios, como si padecieran un tira y afloja en sus posturas y torsiones. Además, buena parte de la obra de Distéfano está construida como reflexión sobre la gravedad de la violencia sobre los cuerpos. A lo largo de esta muestra es posible comprender, entre otras cosas, el recorrido de una parábola moral, que se planta contra la violencia y reflexiona sobre el dolor, tanto el dolor universal como el dolor geográficamente localizado, el dolor argentino por las dictaduras y la violencia social.

Tres de las obras más recientes de Distéfano que se presentan en la antología toman a los niños como tema escultórico: “Kinderspelen” (2003/06), “El chico de la Boca II” –un homenaje a Cúnsolo– y “La Urpila en Buenos Aires” –homenaje a Gómez Cornet—. El primero es un impresionante conjunto de nueve piezas (basado en un cuadro de Brueghel) en que los juegos de niños anticipan la violencia adulta. Las otras dos (ver foto) son piezas más esperanzadas que, según escribe José Emilio Burucúa en el catálogo, “recuerdan lo mejor del pasado, que ha existido por encima de los años de plomo, aun cuando lo hayamos olvidado, y que puede volver a la vida e iluminarnos el futuro” (Fundación Osde, Suipacha 658, hasta el 24/7).

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Vista de dos de las nuevas esculturas de Distéfano.
 
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