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Miércoles, 7 de diciembre de 2005

DISCOS › BATEA

Pugliese de colección

En el llamado “Año Pugliese” (en julio se cumplieron diez años de su muerte y el 2 de diciembre se conmemoraron cien años de su nacimiento) no faltan los merecidos homenajes a su figura y a su legado musical y humano. Lo que venía faltando eran discos; no es que las bateas anden escasas de material puglesiano, sino que para recorrer en cd la obra del autor de Recuerdo había que pasar por una cantidad de recopilaciones en las que tanto el criterio de selección como la información dejaban bastante que desear. El sello Universal busca tapar ese increíble bache con la edición de los álbumes que Pugliese grabó en los años 60 y 70 para las compañías Philips y PhonoGram. Todos ellos se publican reproduciendo el diseño gráfico del vinilo original. Entre otros, aparecen en esta colección, Tangueando (1968, incluye por ejemplo Bandoneón arrabalero, Nobleza de arrabal y Marejada), A mis amigos (1965, con El amanecer, Charamusca, La cabrera, Qué falta que me hacés), El tango se llama Osvaldo Pugliese (1966, con La mariposa, Canaro en París, etc.), Caminito (1967, con Locura tanguera, Recuerdo, Verano porteño, Caminito, Bien de abajo) y Sentimental y canyengue (1970, con Taconeando, Sentimental y canyengue, Balada para un loco y Lágrimas). El disco El maestro, inédito tiene varias perlitas: los temas Enamorado estoy (1963), primer tango cantado por Abel Córdoba, nunca antes editado (salvo en un disco promocional), y Che, Colectivero (1969), también interpretado por Abel Córdoba, hasta ahora inédito. Aparecen en este cd canciones como Sensorial, Ciudad Triste, El Recodo y Shusheta, grabadas entre 1969 y 1970, con arreglos de Mauricio Marcelli y sin bandoneones (sólo una orquesta de cuerdas). Las décadas del 60 y del 70 no suelen tener buena prensa tanguera. Pero en el caso de Don Osvaldo se trata de un período sumamente creativo. Mantuvo con obstinación y espíritu progresista su orquesta típica cuando el tango, como industria cultural de masas, parecía caerse a pedazos. Es, también, una época en la que Pugliese debió realizar cambios drásticos en la alineación de su conjunto. En octubre de 1968, Osvaldo Ruggiero, Julián Plaza, Emilio Balcarce, Oscar Herrero, Alcides Rossi, Víctor Lavallén y el cantante Jorge Maciel abandonaron la orquesta para formar el Sexteto Tango. Seis meses después lanzaría una nueva orquesta, también notable, para la que convocó a tres jóvenes bandoneonistas: Rodolfo Mederos, Juan José Mosalini y Daniel Binelli. En esta colección se pueden apreciar dos discos excelentes de esta etapa: La Biandunga, y Sentimental y Canyengue.

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