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Sábado, 1 de febrero de 2014

TELEVISION › HOLLIDAY GRAINGER, WILLIAM HURT Y BONNIE & CLYDE

“Las dimensiones de este mito siguen resultando atractivas”

La nueva versión sobre el mito de los amantes y delincuentes será emitida como miniserie por History Channel, mañana y el lunes a las 21. “No intenta ser fiel a los hechos históricos sino más bien una ficción basada en algo que pasó”, dicen sus protagonistas.

Si fuera posible reducir cada una de las actuales ficciones televisivas a sus conceptos más básicos, el amor, el odio, la locura, la vida y la muerte serían –algunos más, algunos menos– los factores comunes que atraviesan la pantalla. Con la obligación de exhibir calidad y buenos números desde el comienzo, uno de los caminos más transitados por los realizadores es el de adaptar historias ya conocidas, suponer precuelas o secuelas, idear remakes o, sin más, volver a contar la misma historia, pero con otros elementos. Con varias de estas anotaciones en carpeta, History Channel estrena mañana y el lunes 3 a las 21 (en formato miniserie o telefilm largo) una nueva versión de Bonnie & Clyde, que supone una actualización del mito de la pareja de delincuentes que se hizo de fama, notoriedad y admiración popular en plena Depresión de los años ’30. Pero, ¿cómo lograr que una historia que fue escrita hace ochenta años resulte interesante a los ojos actuales? Las caras bonitas y talentosas de Emile Hirsh (Clyde Barrow) y de Holliday Grainger (Bonnie Parker) resultan magnéticas, y se complementan a la perfección con el oficio y solvencia de Holly Hunter y William Hurt, ambos en papeles secundarios, pero fundamentales. El combo se agranda y gusta cuando la sangre parece sangre, los Ford son reales y no maquetas, y esos componentes abstractos ya mencionados están presentes en cada minuto.

“El gran problema de las películas es que uno no puede olerlas”, reflexiona Hurt, mientras intenta adaptarse al cablerío enredado que presupone una charla conjunta entre él (desde su casa de Portland), Grainger (desde México) y Página/12 (desde Buenos Aires). Hurt, varias veces nominado y una vez ganador de un premio Oscar, se refiere a la excesiva perfección del producto final, que parece incomodarlo un poco, al igual que la conferencia telefónica. “No hay transpiración, mugre bajo las uñas, barbas a medio crecer y caminos imperfectos –explica—, y eso lo vuelve un tanto surrealista, pero aun así todo forma parte del estilo, y el estilo es lo más importante que tiene una realización”, cierra, con oficio y diplomacia. En el otro vértice del triángulo, la joven actriz británica (ya curtida en esto de las ficciones históricas, en Los Borgia y Anna Karenina) suena más relajada y conforme con el aspecto realista de la miniserie, y recuerda lo divertido que fue disparar armas de verdad, aunque con cierta culpa: “En mi vida real soy antiarmas”, dice.

–La historia de Bonnie & Clyde es casi una tradición en Estados Unidos, pero usted es británica. ¿Ya la conocía desde antes?

Holliday Grainger: –Crecí escuchando versiones sobre Bonnie & Clyde, como si fueran dos personajes icónicos, tipo Romeo y Julieta. Conocía la historia, pero no tanto la leyenda que hay por detrás; y una vez que empecé a investigar, recién ahí estuve al tanto de lo que realmente pasó.

–Hurt, en su caso, ¿qué tan de cerca la conoce?

William Hurt: –Bueno, nunca le disparé a nadie, ni robé un banco, pero mi madre vivió durante la Gran Depresión y, aun así, fue romántica, idealista, corajuda y supo enfrentar los problemas que tuvo; así que sé algo sobre el dolor y sé entender a esas personas que encuentran el amor y tienen que afrontar presiones y situaciones. Puedo entender los conceptos básicos del drama de Bonnie & Clyde. Todos queremos amor y todos tenemos que lidiar con injusticias, y ahí es donde reside el interés de esta historia: en la simpatía que tenemos con la gente que siente un amor verdadero que es arruinado por circunstancias externas.

–Ambos saben que hay muchas versiones sobre la misma historia. ¿Hubo algo que los haya sorprendido o que no era como lo conocían?

H. G.: –Creo que no sabía realmente quién era Bonnie hasta que leí el guión, porque fue entonces cuando me di cuenta de que ella era el personaje fuerte de la pareja; un tanto descarada, egoísta y con una determinada manera de pensar. A eso le agregué algunas investigaciones y la biografía que escribió su madre, y pude darme cuenta de que también era una chica con cierta inocencia, mucho más vulnerable de lo que muestra el guión, así que pude tener una visión bastante amplia, a mitad de camino entre la vulnerabilidad y el atrevimiento.

W. H.: –Está todo basado en una historia real, pero que es más que eso, porque es un mito, y las dimensiones de ese mito son atractivas para cualquier cultura en las que el romance y las injusticias tengan un lugar. Siempre hay sorpresas, porque los estilos, las culturas y las tecnologías cambian, y eso influye mucho en la manera en que un hecho es mostrado.

–¿Encontraron algún tipo de inspiración extra para interpretar a sus personajes?

W. H.: –Leí bastante sobre la historia personal de Frank Hamer, pero mi trabajo es hacer lo mejor sólo con el guión. A veces uno se decepciona cuando un guión no es justo con los hechos históricos, pero éste se sostiene por sí mismo. Igualmente creo que ninguna de las versiones de Bonnie & Clyde intenta ser fiel a los hechos históricos sino más bien una ficción basada en algo que pasó.

H. G.: –Cuando era más chica, vi la versión que interpretó Faye Dunaway, pero me resultó primordial intentar mantenerme limpia e interpretar lo que el guión decía, y no intentar emular alguna otra versión.

–¿Y le gustó cómo quedó ese retrato final?

H. G.: –Sí, definitivamente. Aun habiendo leído todo lo que leí, traté de respetar esa visión de mujer fuerte y determinada que marcaba el guión. Después de todo era la protagonista, y no siempre una puede obtener ese tipo de papeles, porque suelen estar destinados a un hombre fuerte que tiene a una mujer como apéndice.

–¿Y Frank Hamer es un héroe o un villano?

W. H.: –Bueno... creo que fue un hombre confundido con un héroe, porque estuvo en una situación bastante difícil. El nunca quiso estar por encima de nadie, aunque eso no se nota demasiado en el producto final. El programa lo muestra como un juez, y él fue tan justo como pudo. Hamer parecía un tipo genial, que no disfrutaba matar y nunca lo hizo estando enojado sino por su afán de capturar criminales. Hay una gran diferencia entre las personas que disfrutan la violencia y las que no les queda más remedio que usarla.

La lengua popular

Bonnie & Clyde también deja un espacio para delinear el tratamiento que los medios hacen de la noticia de los fugitivos y para la fama como objetivo en sí mismo. Temas de actualidad, si los hay, ya sea porque están más expuestos en las historias o porque el público está más atento a ellos. Tal como es mostrada, Bonnie Parker se convierte en una precursora del género reality, casi cincuenta años antes de que tuviera nombre propio. Actriz rechazada por los grandes estudios y mujer de objetivos claros, Parker construye su propio estrellato con su vida real y gracias a su cercanía con una periodista, que recién después de cierto tiempo se da cuenta de que los asesinatos eran reales y no merecían protección mediática, ni simpatía popular. “Ella quiso ser una estrella de otra manera”, sintetiza Grainger.

–En esta historia, la sociedad juega un papel importante, porque juzga de una u otra manera a los protagonistas. ¿Cómo lo ve usted?

W. H.: –El público ve la historia de acuerdo con lo que ellos mismos quieren ver, no con lo que ocurre, y en eso juega un papel fundamental el periodismo. La reportera que cubre la historia es pura codicia, está todo el tiempo tratando de hacer crecer su propia carrera. Hamer se da cuenta de eso, y ve a los criminales como víctimas de ella, y a las víctimas como víctimas de todos. Bonnie & Clyde fueron populares porque reflejaban el dolor, la desesperación, los sueños de la gente en medio de la Gran Depresión, y también con su tragedia. Lo que todos queremos es un verdadero amor y un lugar para estar, que son deseos naturales y justificados, pero los buscaron de una buena manera. Son conflictos muy humanos.

–¿Por qué cree que Bonnie está tan fascinada con el crimen? Hoy es frecuente intentar alcanzar la fama de cualquier manera, pero en aquel tiempo se necesitaba algo más...

H. G.: –Ella era una mujer muy talentosa y creativa, pero vivir en Dallas en medio de la Depresión económica no le dejó muchas opciones: podría haber trabajado de secretaria o atendiendo mesas en un bar, pero aspiraba a ser actriz y a estar en la pantalla grande. Los rechazos la llevaron a vivir este tipo de vida que hoy llamaríamos reality, a ser una estrella de otra manera.

–Aun siendo criminal, ¿cree que hay algún motivo por el que Bonnie pueda ser tomada como inspiración?

H. G.: –Bonnie es increíblemente ambiciosa y buena en lo que hace, y eso puede servir como inspiración; pero al mismo tiempo tiene muchos aspectos negativos, como ser egoísta e intentar cumplir sus objetivos sin importar cómo. También tiene un componente “antiestablishment” con el que todos podemos sentirnos identificados de algún modo.

–Grainger, no es la primera vez que interpreta un papel en una ficción histórica. ¿Se siente algo particular al actuar hechos que realmente sucedieron?

H. G.: –La verdad que no. Todo eso hace que sea más divertido e interesante, porque hay más para investigar y la preparación siempre se vuelve más intensa. También el tema de los vestuarios y la recreación de la época hacen que todo sea más encantador; una descubre que también hubo otra manera de vestir y de ser sexy. Soy un tanto egoísta con este tema, porque realmente quisiera interpretar a los personajes que me gustan y no los que me dicen.

–Bonnie & Clyde es bastante sangriento, y muchas veces los productores se fijan en eso, porque puede influir en la calificación y en el horario en que lo pongan al aire. ¿Sabe si eso fue algo que tuvieron en mente durante la realización?

H. G.: –No, más bien creo que se trató de mostrar la historia de una manera creíble y verdadera, y lo cierto es que esa historia es muy sangrienta. Sin esa sangre o esos momentos... digamos gore, no habríamos tenido un buen balance. También hay un componente de glamour (por las armas, las ropas, los autos y ciertas escenas) que también era necesario que esté.

–¿Y usted por qué cree que cada vez hay más hechos históricos que son llevados a la ficción?

W. H.: –Estamos en una época en la que todo gira alrededor de mostrar todo de una manera distinta, sin importar que sea algo nuevo, y eso nos lleva a pensar un poco en la manera en que las historias son contadas, aunque la historia siga siendo la misma en su estructura. Bonnie & Clyde se acerca bastante a lo que sería una novela gráfica, de la manera más real y natural que se haya hecho hasta el momento. Vivimos un mundo en el que la tecnología marca el paso, ésa es nuestra naturaleza, nuestro hogar, es como si todos habláramos el mismo lenguaje en esta nueva nación.

–Usted tiene una larga trayectoria como actor, más que nada en el cine, y es cada vez más común ver a personas que van del cine a la televisión. ¿Hay alguna diferencia para usted en cuanto a su trabajo?

W. H.: –No deja de ser interesante cómo un medio que antes era considerado menos sofisticado, ahora es el que ofrece algo nuevo, distinto. La basura siempre está: los realities son eso, no la realidad, pero lo curioso es que muchas veces la ficción muestra más realidad que los realities. Sin embargo, no hay ningún formato que por sí mismo haga que un producto sea mejor o peor sino que tiene que ver con el trabajo de producción y la preparación que se le dedique a cada cosa. El valor de un proyecto está dado por qué tan auténtica sea la preocupación por hacerlo bueno. No siempre una producción trabaja bien en un determinado formato sino cuando se preocupa en cuidar los detalles, y eso implica hacer que el tiempo rinda de una manera que permita que los artistas se expresen generosamente, aun cuando todos estamos bajo presión.

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En la miniserie, Emile Hirsh encarna a Clyde Barrow y Holliday Grainger a Bonnie Parker.
 
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