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Viernes, 27 de febrero de 2009

El desafío de trabajar para el exterior

Con 33 años, Diego Agrimbau es de los pocos guionistas que trabajan para el exterior. Son mucho más los dibujantes for export. ¿Pero guionistas? Un puñado. “Igual ya son muy pocos los que lo intentaron –matiza–, aunque es cierto que es más sencillo para un dibujante empezar a trabajar afuera.” Sin embargo, traza un panorama menos desalentador de lo que parece. Estados Unidos es un mercado difícil, y Francia también, pero España no lo es tanto y hay unos cuantos argentinos trabajando desde aquí. En los fumettis italianos, asegura, “hay muchísimos guionistas nacionales”.

Lo primero que hizo, tras años de formación, fue consultar a quienes lo habían precedido en el camino: Carlos Trillo, “quien me ayudó muchísimo con contactos, me enseñó cómo se manejaban las editoriales”, y Gustavo Schimpp, que lo aconsejó sobre la carpeta de trabajos a mostrar. “Yo pasé de hacer un fanzine así chotito a publicar un libraco así de grande para Francia al año siguiente. Es un salto muy vertiginoso pero fruto de que fui totalmente perseverante”, cuenta Agrimbau, y cita una anécdota que le contó un maestro de la historieta nacional, Oswald. “El decía que desde que mandó material a las editoriales y pudo vivir de la historieta pasaron diez años.”

Agrimbau traza un paralelo con su experiencia: “Eso relataba Oswald en 1996. En esa época yo pensaba que ni a palos esperaba tanto, pasé por los fanzines, por La Productora, por la AHI (la extinta Asociación de Historietistas Independientes) y recién cobré una historieta cuando publiqué Bertold diez años después y pensaba Oswald y la rec...” Pero, ¿y lo publicado antes? “Ojo, una cosa es publicar una cosa puntual y otra es estar trabajando de historietista”, explica Agrimbau. Cuando reconoció ingresos regulares como guionista largó la publicidad para dedicarse exclusivamente al guión. “Publicar en estas condiciones ya es cuestión de supervivencia; para mí el Premio Planeta no es sólo fanfarria y maravillas, es saber que voy a morfar todo el año.”

La profesión, advierte, no es todo rosas. “Para laburar de esto tenés que estar totalmente dispuesto a hacer lo que no te gusta. Claro, Planeta Extra lo hago con absoluto placer, pero también hice cientos de historietas porno desde 2003, y no lo hago con un entusiasmo supremo, es laburo alimentario total, lo mismo que las historietas infantiles o las aventuras para Eura. Hay que laburar así, hacer historietas de overol. Después te lo sacás, te ponés la boina y la boquilla y hacés historieta de galería de arte. Pero hay que tener ese travestismo.”

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