Durante la dictadura militar, entre 1976 y 1982, Josefina Ludmer creó la “Universidad de las catacumbas” en su casa. “Fue una experiencia muy buena, quiero volver a repetirla pero con otro nombre, me gustaría volver a tener grupos. En esos años pude vivir y formar gente”, recuerda la crítica literaria. “A mí la dictadura no me venció, yo formé gente. La Universidad de las catacumbas fue una forma de resistencia política. Me invitaban constantemente a los Estados Unidos y lo principal de mis viajes era traer material que no había acá. Venía cargada de textos y los difundía”, agrega Ludmer. En esos grupos se formaron, entre otros, Jorge Panessi, Adriana Rodríguez Pérsico, Ana María Zubieta, Alan Pauls, Matilde Sánchez, Alejandra Rodríguez Ballester y Gabriela Saidón. En un momento llegó a tener como 40 o 50 estudiantes alrededor de la mesa de su living. “Lo hacía en mi casa de la calle Viamonte, que estaba cerca de la SIDE. Los tipos que vigilaban la cuadra sabían que tenía alumnos. Las clases eran de noche; algunos de mis alumnos llegaban en auto, estacionaban, y les preguntaban a dónde iban. ‘A lo de la profesora’, contestaban. Y leíamos a Marx y a Gramsci.”