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Viernes, 18 de marzo de 2011

MUSICA › LOS CRUCES DE MUSICAS DEL SUR

Un mundo propio

 Por Karina Micheletto

La segunda edición del festival de Músicas del Sur, que sigue hasta el domingo en el Teatro 25 de Mayo de Villa Urquiza, es uno de los eventos musicales que revitalizan la ciudad por estos días. Su objetivo explícito es el de sumar expresiones de Brasil, Uruguay y la Argentina, explorando lo que tienen en común; detrás de esa declaración de principios está produciendo ricos cruces, en conciertos que además tienen entrada gratuita. La jornada del miércoles pasado, por ejemplo, presentó primero a Guillermo Klein con su grupo, en un brillante set que incluyó un cruce con dos de los músicos de Aca Seca. Y después reunió al brasileño Marcelo Pretto con Aca Seca y con el uruguayo Martín Buscaglia. Así, los ritmos nordestinos (del Brasil) y los del noroeste (de la Argentina) encontraron un cauce común a cargo de un tipo que hace música, entre otras cosas, con su panza.

En cada uno de los conciertos de Músicas del Sur participan dos formaciones artísticas de distintas nacionalidades, que ofrecen cada una un set propio y se unen en un final compartido. El miércoles esto comenzó con Guillermo Klein, que mostró por qué es uno de los compositores más originales de la actualidad. El pianista volvió a radicarse hace unos años en el país, después de que los templos de jazz neoyorquino se abrieran para él y de gozar de las mejores críticas del New York Times. Desde entonces, ha mostrado su abordaje al Cuchi Leguizamón con Liliana Herrero, o su proyecto con Los Guachos, o música para chicos con Mariana Cincunegui. Y también con este grupo, que completa un trío de talentosos: Sergio Verdinelli en batería, Matías Méndez en bajo y voz, Richard Nant en flugelhorn y percusión. Así acompañado, Klein concibe la canción como un espacio abierto en el que las melodías se recuestan sobre una variedad de sorpresas musicales. Ritmos superpuestos y sucesiones rítmicas irregulares marcan una poética encendida, que el público agradeció en el 25 de Mayo.

Lo de Marcelo Pretto, que vino después, forma parte del orden de eso que suele definirse como “inclasificable”, y que en este caso está sustentado por un talento evidente. Autodidacta cantante, actor y profesor de arte, Pretto es integrante de Barbatuques, el grupo brasileño que utiliza el cuerpo como instrumento musical y es fundador del grupo A Barca. Como solista, y con base en un humor muy histriónico, suenan su voz y su guitarra, las percusiones de su boca y de su panza, un “bajo vocal” y un “arpa de boca” (que en Brasil llaman “berimbao de boca”). Aquí mostró un groove de samba, la religiosidad de un candomblé, ritmos nordestinos, tonadas folklóricas del Brasil, y, sobre el final, un “maraca-loop” que va sumando repeticiones rítmicas, todas afinadísimas. Allí se unió Martín Buscaglia, hombre entrenado en eso de jugar con las posibilidades de la electrónica sobre el escenario.

Lo mejor había llegado cuando Pretto fue invitado a Aca Seca, el destacado trío de Juan Quintero, Andrés Beeuwsaert y Mariano Cantero. Lo que hicieron había sido anticipado con precisión académica por Quintero: “Es más raro que la mierda”. La “rareza” de su estructura, sin embargo, mostró el simple encuentro de dos paisajes, entre el nordeste brasileño y el “Huayno del diablo”, de Jorge Fandermole. Músicas de un mundo que suena tan extenso como propio.

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