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Sábado, 13 de mayo de 2006

DISCOS

Textual

Algunas ideas incluidas en la colección Roberto Goyeneche canta y cuenta su historia:

- “Cuando uno va a grabar algo que grabó Gardel, lo encara de otra manera. No con susto, sino con una tremenda responsabilidad, porque las grabó El Hombre, el inventor del canto popular. Fue un superdotado, un enviado de Dios. Dios le dijo: ‘Vaya, cante y enseñe’.”

- “Es curioso, cuando a uno le gusta mucho un tema, se ríe, aunque sea dramático. Es la emoción que te da cantarlo.”

- “Me bautizaron ‘Canario’ cuando nací, porque era amarillo, tenía cabello blanco (...). Pasé a ser Polaco cuando me dejaron cantar como yo quería, porque yo era un cantor de orquesta. Con Salgán tenía que hacer lo que estaba arreglado para cantor, era un instrumento más. Cuando empiezo a cantar solo, hago los pianos como a mí me gustan, como yo los siento, los fuertes donde yo los siento, y mando a arreglar de acuerdo a eso. Ahí es donde hizo ¡pum!, y fui ‘el Polaco’. Gracias a Dios y a la Virgen, que me entendieron. ¡Mirá si me decían: ‘No patee con la cabeza!’”

- “¿Cómo era cuando cantaba de joven? Igual que ahora. Pegaba patadas, tiraba vasos... Nunca me gustó jugar un partido de fútbol y no transpirar la camiseta. Yo transpiré la camiseta los 90 minutos.”

- “Lo conocí a Discépolo, pero de pasada. Le dije: ‘Me voy, Enrique, tengo que hacer’. No pude aguantar su tremenda filosofía. Me hacía mal la fuerza que tenía la verdad que estaba diciendo. Cosas que vos tenés adentro y no las podés decir, él las decía con una naturalidad tremenda.”

- “El Gordo (Troilo) no marcaba, insinuaba: ‘¿No le parece que esto tiene que ser así?’ ¡Y tenía razón! Pero no decía ‘Hay que hacerlo así’. Por ahí en una frasecita que él veía que tenía que ser de otra manera. Por ejemplo en La última curda: no es cerrame el ventanal que quema el sol. Es que arrastra el sol.”

- “Catunga (José María Contursi) me llegaba mucho como poeta. El me decía que yo entendía las comas y los puntos que él quería poner. Además, era el hombre más lindo que había en el mundo. ¡Qué bonito que era! Era demasiado lindo para ser hombre. Siempre con su copa de whisky, y ese cabello blanco que le caía... ¡Qué lindo! Con él el lugar de encuentro era al lado de Sadaic, en el Aguila. Siempre estaba ahí. Se tomaba sus tres mil whiskys por día.”

- “De Manzi no llegué a ser amigo, pero lo conocí, hablé con él. El me explicó: ‘Si vos salís a la calle a la puerta de tu casa y ves la luna frente a vos, ésa es una luna. Pero si vivís en una calle transversal, tenés que mirar a la luna a tu izquierda o a la derecha. Entonces son ‘las calles y las lunas suburbanas’, son otras lunas. Eso se le podía ocurrir a él, porque era un monstruo.”

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