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Domingo, 12 de junio de 2016

TELEVISION

La cuestión de las dos direcciones

Suar es director artístico de El Trece desde hace 15 años, además de actuar en cine, teatro y TV y de ser el hombre fuerte de Pol–Ka. Sin embargo, aclara que no tiene ningún tipo de injerencia en el área periodística del canal, a cargo de Carlos D’ Elía. El desdoblamiento interno, dice, fue una decisión empresarial. “Desde que Canal 13 es Canal 13 las direcciones estuvieron divididas, siempre fue así”, puntualiza. “De cualquier manera, yo no entiendo nada de lo periodístico. No podría hacerlo. Si llego agarrar yo la dirección periodística, lo estrello. Por sanidad es preferible que me encargue únicamente de la artística. Está bien que así sea, que haya dos directores. A no ser que encuentres un genio y que pueda manejar las dos direcciones. No es mi caso.”

– ¿Nunca se tentó con el área de noticias, o producir un periodístico?

– No me interesa ni tengo el talento para eso.

– ¿Existe la competencia interna entre las dos direcciones? Por los horarios, los egos, quién se cuelga las medallas...

– No. Con Carlos tengo una relación fantástica, somos personas muy trabajadoras y nos conocemos hace muchos años. Él maneja las noticias y sé que hay horarios en la programación que son de su área. No tengo roce porque no tengo nada para aconsejarle.

–¿Hasta cuándo continuará en el triple rol de director artístico de El Trece, productor de Pol-Ka y actor? ¿Se lo preguntó alguna vez?

– El director de programación tiene una fecha de vencimiento. Todavía no sé cuándo. Pero el final está más cerca que lejano. Por una cuestión de edad, de tiempo y de aburrimiento de quienes me contratan, el vencimiento no está muy lejano. El vínculo, en honor a la verdad, es muy sano, de mucha libertad y compromiso con la pantalla.

– ¿No siente que se aburguesó con el paso del tiempo?

– No lo siento. Me gusta. Se da algo muy atípico, porque es raro que haya un director de programación que siga actuando. Es una relación especial. Si alguna de las dos partes no entienden eso, es un vínculo imposible. Le dedico mucho tiempo a la dirección artística. Pero tengo claro que yo vengo del actor y me transformé en un programador. No fue al revés. Soy un bicho raro: un actor que ocupa el puesto de programador. Logramos construir un vínculo familiar. El día que me tenga que ir, aspiro a que el vínculo profesional se mantenga de una manera tan sana como lo que fui construyendo.

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