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Miércoles, 21 de septiembre de 2016

MUSICA

Nuevos desafíos en cada disco

En 2011, Esperanza Spalding recibió en Premio Grammy como Mejor Artista Novel. Fue la primera vez que un artista del jazz lograba un reconocimiento de este tipo. Los premios a menudo son un reflejo de la industria que los impulsa y sus necesidades, pero aquella vez hubo una especie de premio dentro del premio: entre los nominados junto a Spalding estaba Justin Bieber, en la cima de esa forma algo excitada de popularidad que suelen despertar las estrellas del pop. Spalding fue la elegida, para desconcierto de muchos y la rabia de los fans más radicales del niño cantor, que enseguida la descargaron en las redes sociales, dedicando a Spalding consejos como “Morite en un pozo”.

Spalding tenía entonces 25 años y había llegado al umbral de los premios con tres discos que representaban una idea amplia y sin embargo canónica del jazz. El primero, Junjo (2006), fue saludado por la crítica con cierto entusiasmo, por la exótica y lograda combinación de sencillez y sofisticación que mostraba. Eran un trío acústico: ella en contrabajo y voz, junto a los cubanos Aruan Ortiz en piano y Francisco Mela en percusión, haciendo jazz a partir de melodías latinas. Entre otras cosas, ahí están “Loro”, de Egberto Gismonti, y una versión memorable de “Cantora de Yala”, de Leguizamón y Castilla, en voz y contrabajo.

El segundo disco se llamó Esperanza (2008), fue un trabajo si se quiere más articulado, con canciones en inglés, español y portugués. Ahí Spalding alternaba bajo eléctrico y contrabajo, y el pianista era Leo Genovese. “Ponta de areia”, de Milton Nascimento, “Body and soul” cantada en español –“Cuerpo y alma”, entonces–, y “Samba em preludio”, de Tom Jobim y Vinicius de Moraes, con un convincente solo de guitarra de Niño Josele, son algunos de los buenos momentos que ofrecía el disco. En el siguiente, Chamber Music Society (2010), estaban los argentinos Leo Genovese en piano y Quintino Cinalli en percusión, y Milton Nacimiento como invitado en “Apple Blossom”. El disco abría con “Little Fly”, el poema de William Blake musicalizado por la misma Spalding, y entre otras cosas tenía una chacarera de Genovese.

Después de aquel Grammy de 2011, llegó Radio Music Society (2012) que trajo más premios de la industria: Mejor Album de Jazz Vocal y Mejor Arreglo Instrumental para el tema “City of Roses”. A esa altura, Spalding tenía su lugar en el jazz y en sus canales de difusión. Sin embargo, no se abandonó en esa zona de confort y el año pasado planteó con Emily’s D-Evolution nuevos desafíos para sí y para la crítica y el público.

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