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Miércoles, 12 de octubre de 2016

TEATRO › LOS GRUPOS DE TEATRO COMUNITARIO SE MULTIPLICAN

Para ver el arte como un derecho

La definición de manual indica que el teatro comunitario es un teatro realizado por vecinos y para vecinos. Sin embargo, lo vivido en Salta demuestra que es mucho más que eso. Fue en 1983, aún en tiempos de dictadura, cuando se gestó la primera manifestación de este género teatral, con el Grupo de Teatro Catalinas Sur, dirigido por Adhemar Bianchi. Más tarde, en 1996, y en un contexto en el que predominaban las recetas neoliberales, se sumó el Circuito Cultural Barracas, de la mano de Ricardo Talento. Ambos grupos se propusieron replicar su trabajo, y de esa vocación surgió en 2003 la Red Nacional de Teatro Comunitario, formada por los grupos que se organizaron en diversas comunidades del país, tomando la posta de los pioneros.

Uno de esos casos fue el del Grupo de Teatro Comunitario de Pompeya, que surgió ese mismo año, y está integrado por un conjunto heterogéneo de 45 vecinos. Este año, el grupo participó del encuentro, al que su director, Gabriel Galíndez, define como una “experiencia súper enriquecedora”. “La energía de los encuentros es alucinante. Para nosotros, participar de ellos significa aprendizaje, crecimiento y ratificación de que estamos haciendo bien las cosas. No tenemos mucha posibilidad de vernos con los otros grupos, y acá nos encontramos con compañeros de distintos lugares, y podemos compartir nuestras experiencias y hacernos devoluciones de los espectáculos”, sostiene.

Desde la provincia de Córdoba, quien dijo presente fue el grupo Orilleros de la Cañada. Surgido en 2008, y compuesto por 35 vecinos del barrio cordobés de Bella Vista, está dirigido por María José Schüle, quien se forma en teatro desde los 11 años, y combina esta pasión con su trabajo como profesora de física, química y biología. “El teatro comunitario es una manera de ver la vida y de ver el arte como un derecho. Por eso, para nosotros participar de este encuentro es muy importante, porque nos permite crecer y encontrarle sentido a lo que hacemos”, asegura.

Por su parte, el organizador del décimo encuentro, y director del grupo salteño Alas, Cristian Villarreal, revela que conoció el teatro mientras se formaba como maestro de escuela. Comenzó dando clases de teatro en el living de su casa, en Villa Juanita, y ya lleva diez años dirigiendo el grupo Alas, ganador de la Fiesta Provincial del Teatro, celebrada en 2015. “Lo más importante del teatro comunitario es la relación con el otro y el sentirse parte de una familia –reflexiona–. El proceso de trabajo es más importante que el producto, porque es importante lo que le pasa a cada integrante del grupo, y esas relaciones hacen que uno vaya logrando productos no solamente artísticos, sino también sociales. El chico que vive en una villa o asentamiento necesita mucho de eso, para tener la posibilidad de conocer otras realidades. Los chicos que integran Alas crecieron contenidos, pensando, creando y viendo la importancia de lo comunitario”.

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