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Viernes, 22 de diciembre de 2006

LITERATURA › “LA ESTUPIDEZ HUMANA TIENE MUCHOS PARTIDARIOS”

Las mil muertes de Augusto Pinochet

–¿Cómo vivió la muerte de Pinochet?

–¿Cuál de las muertes de Pinochet? Tiene una colección de muertos y de muertes... Da la impresión de que hace mucho tiempo que Pinochet había sido desgajado de su poder. Por empezar fue derrotado en el plebiscito de 1988, derrotado su candidato, Hernán Büchi, en 1989, que dio comienzo a la recuperación democrática chilena; apresado en Londres, con lo cual se desataron todos los juicios en su contra; despojado de su cargo de comandante en jefe del ejército, despojado de su cargo de senador, procesado por delitos de corrupción por no poder explicar el origen de su fortuna. Todo esto fue aislando al “caballero” de manera extrema. Cada vez que la cosa se ponía muy peliaguda en los tribunales, su condición de anciano senil se agravaba y pasada la emergencia volvía a su casa. Muchos pensaron que el ataque al corazón podía haber sido fingido, cosa que no fue así. Finalmente, el “caballero” no era inmortal.

–¿Cómo explica que haya sectores que sigan afirmando que Pinochet fue lo mejor que le pasó a Chile?

–La estupidez humana tiene muchos partidarios, sin duda hay que trabajar con ese dato. En Chile, el pinochetismo está completamente aislado. En la práctica, habiendo una oposición de derecha que está trabajando dentro de las reglas democráticas del juego, una oposición de derecha constituida por un partido que es más de centro, que es más conservador, que trabajan juntos y se entienden muy bien los dos, es una oposición con muy pocas perspectivas de ganar algún día. Sin embargo, la posibilidad de su triunfo consistió en una permanente despinochetización, lo cual ha llevado a darle estabilidad a la democracia chilena. Lo interesante es que estando Pinochet completamente aislado, con motivos de los funerales sale a despedirlo. Tanto la derecha liberal como la conservadora abandonaron a Pinochet. El letrero más significativo, entre la gente que salió a despedirlo, decía: “Derecha dormida, Pinochet te salvó la vida”. Fue una reacción más bien emocional, y el pinochetismo que salió a la calle fue grosero, poco educado, panfletario, confrontacional y violento, una especie de ultrapinochetismo. Curiosamente, el aparato político de Pinochet, tanto el partido conservador, los liberales y sus resabios, fueron más sofisticados. Los líderes del lado más conservador de la derecha asistieron a los funerales y se hicieron fotografiar profusamente, cosa que significaría que hay un sector de la derecha que considera que puede ser rentable, en este momento tan simbólico, y puede producir buenos dividendos a la larga, acercarse a este tipo de pinochetismo. El político chileno que aspira a ocupar esa posición de derecha se equivocó salvajemente, porque el camino de la derecha en Chile consiste en irse hacia el centro y tratar de “robar” algo de la fuerza que el actual gobierno tiene. Pero aquellos que aspiran a la pinochetización extrema, aprovechando estas exequias fúnebres de histerismo emocional, dieron un paso en falso porque pasado el clima se darán cuenta de que esa gente es buena para salir con un palo, romper una vitrina, gritar malas palabras a los periodistas extranjeros, pero eso no es una fuerza electoral. El pinochetismo es una fuerza del pasado, y toda esa gente que dice que fue lo mejor que le pasó al país no tiene fuerza electoral para un proyecto. Y están lejos, por suerte, de llegar a tenerla.

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