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Domingo, 11 de febrero de 2007

OSVALDO BAYER, EN UNA CHARLA IMPERDIBLE

Los pueblos originarios y el atropello de las dictaduras

 Por S. F.
Desde La Habana

Osvaldo Bayer estaba en su salsa hablando sobre los pueblos originarios argentinos que fueron exterminados durante la campaña denominada “Conquista del Desierto”. Empezó de adelante hacia atrás. Repasó los grandes genocidios del siglo pasado hasta anclar a fines del siglo XIX en el sur del país, donde se gestó el primer gran exterminio de indios. Un millón y medio de armenios, 220 mil personas en Hiroshima, 30 mil en Argentina, “donde se torturaba bárbaramente, se los hacía desaparecer y se robaban a los niños para repartirlos entre militares y policías para que no fueran educados por familias marxistas”. ¿Cómo explicar tanta crueldad? “Hubo un exterminio sistemático practicado por el general Julio Argentino Roca, cuyo rostro está en la portada de los billetes de 100 pesos argentinos y en el dorso aparece a caballo en la Campaña del Desierto”, dijo Bayer.

Para el autor de La Patagonia rebelde, los historiadores y académicos se enojan cuando se critica a Roca. “Ellos lo justifican y dicen: ‘Sí, tendrá algún defecto, pero trajo el progreso’”, recordó Bayer, quien leyó fragmentos de algunas crónicas en las que se revela el racismo y prejuicio que había contra los indios. Por ejemplo, se detuvo en el caso de Juan Bautista Alberdi, quien escribió: “No conozco argentinos distinguidos que lleven apellidos tehuelches o araucanos, o acaso conoce alguien algún caballero que se enorgullezca de ser indio. ¿Usted casaría a su hermana o a su hija con un indio? Yo preferiría un zapatero inglés”. Y también leyó un fragmento del diario La tribuna, de 1879: “Para acallar los restos de tribus de ladrones audaces no se necesita otra táctica que la que emplean los cazadores europeos contra el jabalí. Es preciso no tenerles lástima”. También citó otra: “Los salvajes deben ser tratados con implacable rigor”. Bayer, con paciencia y parsimonia, iba trazando una genealogía de la crueldad de las crónicas de la época. Recordó que el gran humanista Alexander von Humboldt subrayaba que los indios nunca le hablaban de la propiedad porque para ellos la naturaleza era de todos, pero “los conquistadores españoles sí tenían el sentido de la propiedad, era lo primero que mencionaban”. Justo cuando se refería al sometimiento y la esclavitud de los indios –a quienes se les cortaban orejas y testículos hasta que se los eliminaba–, cuando enumeraba cómo la oligarquía se repartía las hectáreas de tierras expoliadas a los indios, se cortó la luz en la sala. “Ese fue Roca”, bromeó Bayer. Noé Jitrik, que estaba entre el público, agregó: “No sólo quiere exterminar a los indios, sino también a los cubanos”.

En penumbras, Bayer recordó que un presidente de la Sociedad Rural, José Martínez de Hoz (bisabuelo del ministro de Economía de la última dictadura militar), recibió 2 millones y medio de hectáreas, y que el mismo Roca se quedó con 65 mil hectáreas de las mejores tierras del sur de la provincia de Buenos Aires. El columnista de Página/12 volvió a insistir en que es necesario sacar el monumento de Roca, en pleno centro porteño, y reemplazarlo por dos estatuas enfrentadas: la de una mujer india, “dado que en su vientre se gestó el gaucho, el criollo”, y la de una mujer inmigrante, porque “de esa mujer nació gran parte de la población argentina”. Una ovación cerró su paso por la Feria.

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“Hubo un exterminio sistemático practicado por el general Julio Argentino Roca.”
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