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Jueves, 13 de marzo de 2008

Otras voces

- Adrián Paenza (periodista): “Me afecta personalmente. Nunca sé qué decir frente a la desaparición física de una persona cualquiera, y mucho menos frente la muerte de alguien que quiero. Me resisto a decir que Jorge no está. Me cuesta trabajo, me hace quebrar la voz porque me duele, porque lo quiero. No es que lo quise, lo quiero. A partir de eso, todo lo demás me parece que es irrelevante porque yo a Jorge lo quiero como persona. Circunstancialmente, él trabajaba en una profesión que lo hacía muy conocido y, por otra parte, era una persona muy querida. No conozco una persona que no hable bien de él. Jorge es un tipo que se defendió en la vida con el humor. Hace poco fuimos con Jorge y con Andrea a ver Todo verde y un árbol lila, una obra de Juan Carlos Gené. Lo vi a Jorge estar la hora y media que duró la obra con los ojos húmedos. Es una persona con una cualidad singular: la de ser capaz de poder medir, entender y preocuparse por lo que le ocurre al otro”.

- Andrés Cascioli (dibujante y humorista): “Cuando Jorge y Carlos Abrevaya llegaron a la redacción de Satiricón, el primer día tocaron timbre, fui, abrí la puerta y llegaban estos dos personajes. Así que el que les abrió la puerta (no el que los invitó) fui yo. Fue una relación muy linda porque era una redacción donde estaban Oscar Blotta, Dolina, Ulanovsky, Mactas, Trillo. Era una redacción muy fuerte de gente muy talentosa. Estos se fueron abriendo camino. El petiso era imparable. Empezó haciendo cabezales con Abrevaya y después se puso a hacer notas. Creció mucho en el poco tiempo que duró Satiricón. Competíamos físicamente porque el petiso, pese a ser asmático, era muy fuerte porque hacía natación. Nosotros hacíamos esas pruebas de fuerza todo el tiempo como dos pibes escolares. La relación era fantástica, salvo que podías hablar poco con Guinzburg porque todo era chistes. Le decías algo y él te respondía con un chiste. Era simpático, talentoso y muy culto”.

- Nacha Guevara (actriz y cantante): “Sabíamos que no estaba bien, que se acercaba el final. Lo manejó en su intimidad y me parece muy bien. Ojalá que Jorge se siga riendo. Sigue viviendo en el corazón de quienes lo quisimos. Seguir en alguno de sus proyectos será una forma de que siga vivo. Estas cosas cuando pasan cerca de uno sirven para que uno recuerde lo que a veces olvida: que uno está vivo”.

- Raúl Portal (conductor): “Estoy muerto. Cuando muere un amigo se muere uno. Le decía `sos el tipo más aburrido de todos, porque te quiere todo el mundo’. Se murieron (Alberto) Olmedo, (Roberto) Fontanarrosa y ahora lo de Guinzburg. Es terrible. Hicimos la génesis del periodismo en joda desde Semanario Insólito. Entró después que me fui yo con Carlos Abrevaya. Un ‘petisito’ como ése es un grande”.

- Joan Manuel Serrat (cantautor): “Yo ando ordenando papeles, que es una manera de que la cabeza detenga los ratones, que no hagan demasiados agujeros. Es un día un poco complicado de pasar. A fin de cuentas uno sabe qué es lo que nos tiene que ocurrir a todos, pero pasa que uno no quiere que sus amigos deserten de la relación antes que uno esté dispuesto a dejarla. Recuerdo el último encuentro con la alegría de encontrarme ante un tipo valiente, que asumía lo que estaba ocurriendo y se peleaba con ello para ganarle vida a la vida. En diciembre, cuando estuve con él, seguía hablando de que iba a retomar La Biblia y el calefón. Así que el hombre estaba en ello con todos sus sentidos puestos y sin darle tregua a su enfermedad. La enfermedad se encontró con alguien muy jodido”.

- Daniel Paz (dibujante y humorista): “Jorge pertenece a una generación de humoristas anterior a la mía. Yo estaba en los primeros años del secundario y leía sus columnas en la revista Satiricón. Por entonces, aún no sabía si iba a ser humorista o qué, pero Guinzburg ya la tenía clara. Lo conocí personalmente algunos años después en la redacción de la revista Humor. Nos fuimos a tomar un licuado de banana y charlamos las cosas del oficio. Tenía una risa contagiosa. Mientras tomábamos el licuado, que en esa época lo servían en una generosa jarra de plástico de medio litro, me dijo que lo importante era no darse por vencido, que si el editor no te da bola hay que insistir y seguir dibujando y golpeando puertas hasta que alguna se abra. Lo que siempre me resultó admirable fue su velocidad mental para hacer la pregunta justa, o el comentario perfecto en el momento preciso. Usaba la ironía, la picardía y el doble sentido de una manera cálida y querible. Hizo de todo y lo hizo bien, tv, radio, gráfica, publicidad. Creo que no hizo básquet porque no le alcanzó el tiempo”.

- Moria Casán (vedette y conductora): “Qué triste noticia, prendo la tele y me encuentro con esto que es como un shock. Lo de él no sólo pasaba por la risa, sino que siempre tenía algo más que ofrecer. A mí me ha hecho notas que fueron bisagra, que provocaron un estampido, como el lío que tuve con Grondona. He trabajado con él, fue productor en un programa mío en América, Gracias por venir creo que se llamaba. Era cero jefe. Me encantaba trabajar con él. Además era un bon vivant; he estado en su casa, espléndida, y te daba tanta risa, porque siendo tan chiquito lo veías con una copa de cristal inmensa con la que tomaba el mejor vino del planeta”.

- Fernando Peña (actor y conductor): “Me gustaría recordarlo con mucho humor, porque él en este momento me debe estar mirando. Y en un punto él era el más sarcástico, el más cáustico, el que más se divertía y daba vuelta las situaciones. Entonces en este momento es muy difícil, estar mirado por él ya muerto, y a lo mejor si digo una barbaridad demasiado seria me dice ‘dejate de joder’, y con eso no se jode. Era lo más parecido a un católico, debía ser el judío más católico de esta tierra y el católico más judío, ¿no? Era hermoso, un bomboncito, una miniatura llena de enormidades. Cuando uno le contestaba las cosas en las entrevistas, él se reía de verdad; en eso era muy generoso, porque a veces cuando se entrevista a otro humorista la risa es un poco mezquina. Agarraba la birome con la punta de dos dedos y te miraba fijo, como examinándote”.

- Enrique Pinti (actor): “Estoy devastado. Es horroroso. Hay una especie de persecuta, pero nuestros mejores cómicos se nos van muy pronto. Tato Bores, Juan Carlos Altavista, Guinzburg, Castelo, Porcel, Olmedo, toda la gente que se dedica al humor se nos va muy temprano, cuando uno los necesita 100, 104 años. No tienen la suerte de los políticos, que ésos nos duran 110, 118 años. Jorge era un superdotado en cuanto a su rapidez. No he conocido a otra persona con una mente tan rápida e ingeniosa. Vos tenías un reportaje con él y sabías que no te iba a dejar pasar absolutamente nada. Te aprovechaba: si eras medio corto, aprovechaba tu cortedad, si eras verborrágico como yo, se hacía una especie de chispa, de juego, sentías una competencia maravillosa. Te podía preguntar lo peor. Pero hay que tener el talento de Jorge, que además de inteligente era muy culto. Era muy fino, inclusive respecto de su enfermedad, sobre la que siempre mantuvo una discreción muy grande. Tenía una actitud que es la del humor que no se enseña: a la muerte hay que tenerle respeto, pero también cargarla, saber mandarla un poquito a la mierda”.

- Miguel Rep (dibujante y humorista): “Mi primer recuerdo es gráfico. Lo veía en Satiricón, en Ratón de Occidente, esa dupla que hicieron con Abrevaya. Luego, tuve un pequeño período de colaboración en su programa En ayunas, un ciclo de radio donde yo colaboraba con Maicas leyendo el diario y haciendo flashes informativos humorísticos. Nunca más trabajé con él. Un par de veces me invitó a su programa Mañanas informales. Y la última vez que lo vi fue en su casa, después de Mañanas informales, donde me dijo: ‘Che, ¿por qué no venís a casa?’ Fui con Altuna. Era un laburante, un tipo que trabajaba mucho y daba trabajo, pero nunca hemos congeniado en el estilo del humor. Era un productor de humor y periodista. Lo más admirable de él fueron sus reportajes. Era un curioso con humor. Había aprendido el mecanismo de reírse de sí mismo y luego de la humanidad”.

- China Zorrilla (actriz): “Muchos en Argentina estamos hoy para recordar a este ser tan querible. Hacía humor sin pasarse nunca de los límites del decoro. Verlo era una fiesta diaria. Lo estoy llorando y me está haciendo reír. Tengo muchos años ya, y no creo que aparezca otro Guinzburg en mi vida, pero en algún momento aparecerá alguien que se le parezca mucho y nos recordará al que ya no está”.

- Raúl Becerra (periodista): “Conocí a Guinzburg en un Taunus amarillo. Justo nos encontramos en una oficinita de turismo que tenía un primo en la calle Sarmiento. Ahí fue donde en 1985 empezamos a crear lo que después fue La noticia rebelde. Me acuerdo una anécdota que lo pinta tal cual es: nosotros estábamos en esa oficinita y de pronto suena el teléfono y llama Raúl Naya, que era al que yo había ido a ver para venderle la idea, pero lo llama a Jorge y le dice ‘mirá, estuve yo en Canal 7 y uno de los integrantes del directorio le dijo a Naya ‘che, Raúl, ahí con Jorge están Becerra y Castelo que son medio fachos’, y entonces Jorge le dijo, y me acuerdo porque estaba delante mío, ‘si fueran fachos no serían amigos míos’. Eso pintaba lo que era Jorge y cómo se comportaba con los amigos”.

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