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Viernes, 8 de abril de 2011

MUSICA

Una Eva no necesita Adanes

La intérprete Eva Ayllón festeja sus 40 años de trayectoria en la Argentina, repasando los valsecitos criollos que no sólo le valieron el título de “Reina” en su Perú natal; también le significaron nominaciones al Grammy Latino, un Carnegie Hall llenísimo y mucho, mucho más.

 Por Guadalupe Treibel

Si 20 años no es nada, 40 son menos aún. Al menos en el universo febril de Eva Ayllón, artista de canción aguerrida que hace honor a su tierra con cada vals criollo o canción afro-peruana a la que le presta la voz. No por nada le dicen “La Diva del Perú” o “La Reina del landó”; a ella que descree de motes, que –con cuatro discos de platino y diez de oro– no es que duerme en los laureles: rastrea cancionero, homenajea hitos, hace fuego cada escenario que pisa. La pasión le valió nominaciones al Grammy Latino, ser la segunda peruana en llenar el Carnegie Hall, en Nueva York, y piropos a diestra y siniestra. Porque, ojo, no sólo la prensa latina la festeja. The New York Times la definió como “una enérgica y extraordinaria cantante”; The Chicago Tribune, como “una de las vocalistas más talentosas e influyentes de su país”; y Los Angeles Times le puso el sobrenombre de “Tina Turner peruana”.

Folklorista de buena ley, Eva comenzó su carrera profesional con apenas 15 añitos y, entre peñas, se forjó el nombre. Fanática de Chabuca Granda, a quien homenajeó con disco y DVD, y de Mercedes Sosa, le ha rendido tributo a esa música criolla de cultura mestiza y multiétnica, sin olvidarse de recorrer las raíces africanas del Perú negro, con discos como Kimba Fá, de 2009. Ahora, con 55 años, la mujer que naciera como María Angélica Ayllón Urbina (y en honor a su abuela tomase el nombre de Eva) vuelve a la Argentina de cumpleaños: cuatro décadas de trayectoria, tiempo bien aprovechado, compartiendo escenario con artistas de la talla de Marc Anthony, Gilberto Santa Rosa, Raphael o Armando Manzanero.

En esta oportunidad, venís a presentar 40 años enamorada del Perú, un álbum que recopila tu extensísima carrera musical. ¿Fue difícil armar el repertorio?

–No, en lo más mínimo. Simplemente reunimos los temas que al público le gusta oír. Para ello hicimos encuestas e indagaciones por Facebook, MySpace y Twitter, y han coincidido en canciones que volvimos a grabar con algunas cositas nuevas, para modernizar y estar más a la onda. Tener en cuenta la opinión de la gente es esencial; por ley debería hacerse. En definitiva, el show es para ellos y hay que halagarlos en todo momento.

¿Es verdad que están preparando una segunda parte para julio?

–Son 40 años, 40 éxitos. Aunque, en realidad, son 80 éxitos, porque cada disco ha tenido dos o tres hits. Juntarlos en un solo disco era demasiado; hay que continuar recopilando.

Siempre has mencionado a Chabuca Granda –a quien le dedicaste un álbum tributo– y a Mercedes Sosa como tus influencias más importantes. De hecho, has dicho que de pequeña llorabas escuchándolas cantar...

–En mi casa no había radio, ni televisión. Entonces, con apenas 11 años, me sentaba en el piso y escuchaba la radio de una vecina. Escuchaba tangos, boleros, música del momento y cuando, en el repertorio, aparecía Mercedes o Chabuca, la señora subía a todo volumen. Así me enamoré de Roberto Goyeneche. Esas tres voces me cautivaron, aunque no entendía del todo de qué hablaban. Cuando fui creciendo, todo empezó a tener sentido: el primer amor, el primer desengaño, el primer cigarro, el primer vaso de licor. Fui descubriendo un mundo que ya tenía dentro de mi corazón. Por eso siento esta idolatría por estos tres reyes de mi vida; mis pilares, mis influencias más fuertes.

De Chabuca y Mercedes Sosa has dicho que no sólo las rescatás como artistas; también como mujeres que se han vuelto hitos en un mundo de hombres...

–Así es. Chabuca Granda, por ejemplo, era de una clase alta en la que estaba prohibido para la mujer ser bohemia, tocar una guitarra, tener amigos que hicieran música (en su caso, gente negra a la que ella amó y respetó por sobre todas las cosas). Y aunque tuvo problemas con su familia, siguió adelante. Por eso mi respeto a ella. ¡La música le costó el divorcio! Mercedes, por su parte, ha luchado, ha vivido un destierro, ha sobrepasado límites y fronteras. Qué maravilla de mujeres, ¿no?

¿Y tus 40 años musiqueros han tenido sus sinsabores?

–Yo también he vivido lo mío. He visto muchas espaldas, muchas caras que se negaban verme y luego han tenido que decir que sí a mi esfuerzo, a mi integridad, a la calidad que fui imponiendo.

Siempre has hablado de tu abuela como una figura clave en tu carrera. ¿En qué sentido ha sido determinante?

–Sin ella, no hubiera sido cantante. Mis padres no estaban de acuerdo. Por mi elección, recibí varias cachetadas fuertes de mi padre. Y mi mamá creía que la bohemia traía drogas, alcohol, hombres: era la perdición. Pero gracias a mi abuelita, que me hacía cantar con un telón hecho de una sábana y con la escoba como micrófono, es que ahora estoy aquí. Es a la que más le agradezco en esta vida.

Arrancaste tu carrera profesional a los 15 años. ¿Podrías contarme un poco sobre esos orígenes?

–Empecé como bailarina en el Canal 4; luego pasé a otro canal y me llamaron para hacer música criolla. Ahí conocí a Pepe Torres, mi padrino musical, primera guitarra de Perú en ese entonces. El me llevó a las peñas El Mundialista y El Rinconcito, donde comencé a cantar. Dos años después llegó Genaro Ganoza y me invitó a integrar el trío Los Kipus. Estuve un par de años con ellos, pero tuve que irme: no podía ser parte de un trío. Era muy limitado todo y yo soy hiperactiva en el escenario. Me volví solista y, con el tiempo, cuando ya tenía una carrera consolidada (en el ’80 ya era una de las artistas más populares de mi tierra, con record de ventas), ingresé a Los hijos del Sol. Y aquí me tienes.

En mayo de 2009, en el show Eva Ayllón canta a Chabuca Granda del ND Ateneo, que luego devino en disco en vivo y DVD, cantás “Cardo o ceniza”, tremendo tema que Chabuca compuso tras enterarse del suicidio de Violeta Parra. Cuando lo presentaste, dijiste: “El artista está condenado a una gran soledad, pero debe aprender a vivirla”. ¿Es inevitable esa condena?

–Son las palabras de Chabuca. Y son ciertas. Yo también he sufrido y he querido morir por amor. Pero finalmente entendí que la soledad es la mejor compañía nuestra, la que nos ayuda a componer, a crear, a ordenar nuestra vida. Con mis 55 años, ya siento que he vivido todo y siento mucha paz en mi corazón. Si hoy me dijeran: “¿Quieres tener marido?”, les diría: “¡No!”. No tengo necesidad; eso ya lo viví, lo gocé y lo lloré. Lo que me ha llenado a borbotones ha sido mi música.

Pero eso no te ha impedido fantasear con un actorcillo de Bollywood, según he leído...

–Estoy locamente enamorada de Shahrukh Khan. Aunque él no lo sepa... ¡es mi novio! (risas). Lo he descubierto hace un año por mi nuera y me enamoré de su música, su cultura, su religión. Es que soy muy mística y escucho temas de Japón, India, de todas partes... ¡Tengo una diversidad musical enorme! No pasa un día sin que escuche a Barbra Streisand, me encanta Andrea Bocelli, hubiera adorado cantar con Pavarotti... He vivido un romance muy maravilloso con todos ellos.

También has mencionado que te gustaría grabar con el rapero P. Diddy o la cantante R&B Alicia Keys...

–Son géneros que no tienen nada que ver conmigo, pero me sentiría muy capaz de hacerlos. Aunque no lo creas, sigo a Prince, mi amor eterno será Michael Jackson, escucho a Björk y me gusta Beyonce. De todos aprendo. De lo único que no quiero aprender es del reggaetón y su desnudez. El perreo es algo que mi cuerpo no permite; no me entra en la cabeza. Además, el hecho de tener tres minutos con la misma línea hablada me parece increíble. Sin embargo, tienen dinero suficiente para entrar en las radios. Porque en las radios –y que me quemen si quieren por lo que voy a decir– está la música pudiente. Hay muchos intérpretes que tiene cuerpo bonito y cantan muy mal, pero su marketing es maravilloso. Esa gente llena estadios. Yo, en cambio, siempre seguiré luchando a fuerza de mucho amor y mucho arte.

Entonces, ¿no descartás hacer otros géneros?

–No, para nada. He estado esperando que me llame Gilberto Santa Rosa, como me prometió. O Rubén Blades. O Marc Anthony. Porque cuando llegan a mi país, dicen que me adoran y se mueren por grabar conmigo. Pues aquí estoy, estoy esperando el llamado. Sería espectacular tener un éxito internacional. ¿Te imaginas si pudiéramos poner como éxito un tema negro? Sería algo hermoso para mí.

¿Cómo te llevás con los motes que has recibido con el correr de los años? Te dicen “La Diva del Perú”, “La Reina del landó” y hasta te han dicho “La Tina Turner peruana”...

–Me llevo muy mal. Yo sólo quiero ser “la peruana Eva Ayllón”. Las divas no existen; simplemente existen los artistas. No creo en apelativos como “el rey”, “la reina”, “la diosa blanca” o “el dios negro”; creo en el artista que sale con todo su corazón al escenario. Y con su nombre propio.

No sólo sumás cuatro discos de platino y diez de oro; tus últimos dos álbumes (Kimba Fá y Eva Ayllón canta a Chabuca Granda) han sido nominados al Grammy Latino en la categoría Mejor Album Folklórico 2009-2010. ¿Qué se siente tanto galardón?

–Mira, yo siempre quiero ser nominada; el día que gane, me van a malograr la noche. Es que soy muy nerviosa y temperamental, y si me dieran el premio, me quedaría muda, me metería a un cuarto a llorar. Con estar solamente nominada, voy a la fiesta, veo a mis actores y cantantes preferidos, disfruto del hotel, del lugar... No es que no me importa ganar; me importa. Pero creo que lo más importante es la competencia y que tu país esté representado.

En los últimos años, a través de YouTube, las músicas peruanas que han tenido repercusión –mediática y freak, más que artística–. En la Argentina han sido la Tigresa del Oriente y la Niña Wendy. ¿Qué opinás de sus canciones?

–Que me perdonen, pero eso no es Perú. Es algo prefabricado y de moda; no música peruana. En YouTube, puede que la Niña le cante a la tetita y reciba 60 millones de visitas por tema, pero se burlan de ella, y lo mismo ocurre con la señora. Lo lamento mucho, pero es la suerte que corren algunos artistas. Yo, en cambio, puedo sentirme orgullosa de que mi versión del tema “Mal paso” reciba cerca de 2 millones de visitas. Algo con valor y contenido (tiene un letrón) y que fastidia a los hombres (que es lo que más me gusta).

En una entrevista, te preguntaron por los ’70 y dijiste que, en ese entonces, las peñas tenían una misión cultural que hoy se ha vuelto apenas esparcimiento. ¿A qué te referías?

–En ese momento, maestras como Chabuca Granda y Lucha Reyes, estrellas de mi pueblo, estaban vivas y tenías la oportunidad de codearte con ellas, alternar espectáculos, observarlas. Eso ya no existe. Ahora, por ejemplo, se hacen salsas que se convierten en valses y, aunque suenen lindo, son temas que no nos pertenecen. ¿Por qué hacerlo cuando tenemos un repertorio tan amplio? Comprendo que nadie en Perú quiera componer por culpa de la piratería, pero todavía hay mucho de donde buscar. Y todo peruano.

¿Creés que los jóvenes de hoy conectan con esas raíces?

–Cuando voy a mis provincias, es una maravilla ver cómo está lleno de jóvenes que bailan y cantan. Una vez, por ejemplo, se me llenaron los ojos de lágrimas al ver a una nena de 9 años interpretando “Somos amantes”. ¡Fijate cómo estamos cultivando la música!

Vivís en Nueva Jersey, Estados Unidos, hace seis años. ¿Extrañás mucho tu tierra?

–Tengo la suerte de ir casi todos los meses a trabajar; no tengo tiempo de extrañar. ¡Estoy allí todo el tiempo! Y consumo todo lo peruano, siempre. Además, en Estados Unidos están mis hijos; estudian, trabajan... Más que nada, ya me quedé por ellos. Carlos tiene 24 años y Francisco va a cumplir 21 pero, siendo su mamá, siempre los veré pequeños. Aparte, la semana pasada nació el primer nieto de la familia: un varoncito. Estamos todos como locos.

A fines del año pasado se emitió una serie sobre tu vida en la TV peruana. ¿Interviniste en los procesos de grabación?

–Duró 30 capítulos y una de mis coristas, Sofía Buitrón, hizo de Eva. Estoy muy contenta porque respetaron todo lo que dije. Mi broma era que yo quería hacer los momentos de sexo. Pero mi vida es más escenario que otra cosa. Salió todo muy bonito; me trataron con mucho respeto, mucho cariño.

Además de la gira en festejo de los 40 años, ¿tenés otros proyectos en vista?

–El 15 de agosto termina la celebración de mi trayectoria y quisiera finalizarla con un concierto apoteósico en Lima. Por ahora no es posible porque es complicado encontrar auspicios. La situación económica es mala; los piratas nos han tirado abajo y no tenemos recursos para hacer un recital como Dios manda. Pero, hasta que no llegue el 15 a las 12 de la noche, no pierdo la esperanza. Por lo demás, haré la segunda parte de los 40 años y un número dos del homenaje a Chabuca. También me gustaría hacer un tributo a Mercedes Sosa (ya lo estamos planificando cuidadosamente). Y si tuviese muchísimo dinero, dos discos más: uno de tangos y otro de música peruana.

¿Pensaste alguna vez quién te gustaría que te homenajee a vos?

–Uy, qué difícil... ¿Quien podría ser? En verdad, hay tantas cantantes maravillosas en mi tierra que cualquiera podría hacer los temas que yo interpreto.

Medio en broma, medio en serio, has declarado ser muy antipática con tus músicos porque demandás perfección en el vivo...

–Es que ellos tienen que ser perfectos. No puedo permitir un error de su parte porque son temas que canto toda la vida. De ninguna manera pueden equivocarse. Hacerlo sería un pecado.

Después de 40 años en escena, aún se te ve muy a gusto en el vivo, bailando al son de cada tema. ¿Disfrutás el repertorio como el primer día?

–La música me aloca, me fascina estar en el escenario. Aun cuando mis músicos pasan la lengua de cansados, yo le digo dando. Soy un huracán; un tsunami, Dios mío. Me encanta, me encanta, me encanta. Me da mucha tristeza que el telón se cierre porque nunca sé si voy a estar para volverlo a abrir.

¿Es cierto que estabas convencida de que ibas a morir a los 33 años?

–Uy, sí. No sé por qué se me metió eso en la cabeza. De hecho, cuando llegué a los 33, estuve todo el año mal, pendiente, angustiada. Hoy puedo decir que, en caso de que me tenga que ir terrenalmente, me iré contenta por todo lo que he logrado.

Eva Ayllón se presenta en las siguientes fechas: Viernes 8 de abril - La Vieja Usina - Córdoba Capital. Sábado 9 de abril - Teatro Broadway - Rosario. Domingo 10 de abril - Festival Internacional de Folklore de Buenos Aires - La Plata. Jueves 14 de abril - Teatro Coliseo - Lomas de Zamora. Sábado 16 de abril - Teatro ND Ateneo - Capital Federal.

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