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Viernes, 8 de abril de 2011

PERFILES

Quién es esa chica

Faye Dunaway

 Por Marisa Avigliano

Faye Dunaway es la chica de la boina de Bonnie and Clyde, siempre lo será.

Nació el 14 de enero de 1941 en Bascom, Florida. Hija de un ama de casa y un oficial del ejército, tuvo una infancia nómade a causa de los traslados de su padre. Quizá fueron aquellas primeras mudanzas las que avivaron sus deseos de ser actriz; cada vez que llegaba a un lugar, la pequeña y mimada Dorothy Faye –que tomaba clases de danza, zapateo, canto y piano y a la que su madre vestía igual que a Shirley Temple– quería destacarse, siempre estaba empezando de nuevo. Estudió en las universidades de Florida y Boston y en 1962 formó parte del American National Theatre and Academy y debutó en Broadway en A Man for all Seasons. Cinco años después llegó al cine bajo la dirección de Otto Preminger en Hurry Sundown (La noche deseada), Faye interpretaba a Lou McDowell, la mujer de John Phillip Law, pero nadie lo recordará como el inicio de su carrera cinematográfica porque ese mismo año Faye fue la criminal, fugitiva y sexual Bonnie Parker y fue ahí donde empezó todo; los años setenta iban a estar destinados a la señora Dunaway. Una belleza notable, un brío poco habitual en la pantalla atemperado por una sensibilidad y un don polifacético dejaba estela en la despiadada Diana Christensen, la directora de televisión de Network y también en la altiva Milady de Los tres mosqueteros. Pero algo pasó con Faye, quizá fue demasiado promisoria y sólo pudo desvanecerse como la década que la vio brillar y que terminó con el suicidio de otra promesa, Laurie Bird. Porque después de El caso de Thomas Crown (con Steve McQueen, 1968, ella había dejado la boina y las polleras largas y ajustadas y mostraba –como en la escena en la que juegan ajedrez– el pelo recogido y la espalda desnuda), Pequeño gran hombre (con Dustin Hoffman, 1970), Chinatown (con Jack Nicholson, 1974), El coloso en llamas (con Paul Newman, 1974) o Network, un mundo implacable (por el que ganó el Oscar a la mejor actriz en 1976), Faye dejó de ser irremplazable.

Una extensa lista de películas y participaciones en programas de televisión –interpretó a Eva Perón y además estuvo filmando una película de terror con Duilio Marzio dirigidos por Daniel de la Vega y Pablo Pares en Buenos Aires en 2003– poblaron la biografía de la señora Dunaway pero todas fueron fáciles de olvidar, ninguna dejó su nombre imborrable. Quizá su interés por deslumbrar a su propia boina interpretando a Joan Crawford en Mamita querida con un resultado nada halagüeño (la prensa la hostigó diciendo que estaba muy sobreactuada) iniciaron el fin, o quizá fue después de haber recibido un Oscar (para algunos una maldición comprobada), quién puede saberlo... Malas elecciones, malas cirugías (que desdibujaron sus ángulos y acrecentaron sus facciones de monita) nos distrajeron de Faye. Hace algunos años, en 2009, las revistas de espectáculos disfrutaron de su pelea con Hilary Duff (la Bonnie en la remake). “¿No pudieron escoger por lo menos a una verdadera actriz?”, dijo Faye y Duff le contestó: “Pienso que mis fans que van a ir a ver la película no saben quién es ella... Yo tampoco la conocía... a algunas personas les suena su nombre... su comentario fue un poco innecesario pero la comprendo, yo también estaría furiosa si luciese como ella ahora”.

Pero la magia del cine reaparece en el rostro de Faye y este año –como si volviera a vivir su romance con Marcello Mastroianni– posa espléndida en el afiche del próximo festival de Cannes que se celebrará entre el 11 y el 22 de mayo. La foto de 1970 es magnífica y pertenece a la película Puzzle of a Downfall Child, protagonizada por Dunaway y Roy Scheider y dirigida por Jerry Schatzberg. Obviamente, durante el Festival se proyectará una copia remasterizada del film y estarán presentes la actriz y el director. El autor de la foto es el propio Jerry Schatzberg y fue elegida para anunciar la edición número 64 del Festival porque es una imagen que “encarna un sueño de cine que el Festival pretende perpetuar (...) Dunaway es un modelo de sofisticación y de gracia atemporal”. Sobre un fondo negro sólo se ven la cara y las bellísimas piernas de Faye, que atrapan no sólo al débil dibujo del número 64 sino a cualquiera que la esté mirando. Revancha de la imagen, y esa vez sin boina.

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