Viernes, 4 de enero de 2013 | Hoy
VIOLENCIAS
Alexia Villalba agoniza en el Instituto del Quemado con el 40 por ciento del cuerpo lastimado por el fuego. El primer día del año fue rociada con un líquido combustible en un hecho que su pareja, Sergio Peralta, insiste en catalogar de accidente y la familia de ella señala como un intento de femicidio.
Por Flor Monfort
Una mujer internada con parte del cuerpo incinerado y un hombre con heridas leves. Son o fueron pareja, pero mientras la familia de ella intenta dar cuenta de las amenazas y los hechos de violencia reiterados de él hacia ella, la familia y el entorno de él insisten con señalar a la víctima: conflictiva, loca, adicta... Un día después, lleno de dudas, mientras la mujer agoniza y él trama una coartada. Una historia conocida que sólo en el primer semestre de 2012 se llevó la vida de 13 mujeres, en una modalidad que se desató desde el caso de Wanda Taddei en febrero de 2010 y que se replica, según la estadística que puede recabar el Observatorio de Medios Adriana Marisel Zambrano, como mínimo dos veces por mes.
Ahora fue el turno de Alexia Villalba, una chica que vivía junto a su novio y su hijo de 3 años en el fondo de la casa de sus padres, en la localidad de Troncos del Talar. Al mediodía del primer día del año, su papá escuchó gritos y fue a ayudarla. Cometió el error de muchos frente a estos cuadros: cuando vio a su hija envuelta en las llamas le sacó la ropa que se estaba prendiendo fuego, algo que los especialistas indican que no hay que hacer porque puede propagar el daño a partes del cuerpo que no hubieran sido afectadas. Después volvió a vestirla y la llevó al Hospital Cordero, donde por la gravedad de las heridas la trasladaron rápidamente al Hospital de Quemados. El miércoles declaró a la prensa que, cuando él llegó a la escena para socorrer a Alexia, ella le pedía que lo alejara a Peralta, que no dejara que la ayudara. El tiene quemaduras en el 10 por ciento del cuerpo y por el momento no fue llamado a declarar ni detenido. La nafta que fue usada como combustible estaba en la casa, ya que Peralta iba a cortar el pasto ese primer día feriado.
Se dice que Alexia declaró que fue un accidente, que habían tomado cocaína y que no estaban en sus cabales cuando se prendieron fuego. También que la familia Peralta practicaba macumbas y que el “accidente” tuvo que ver con uno de esos rituales. Lo cierto es que Alexia sigue muy grave, sobre todo por el daño que tiene en uno de sus pulmones, y que en pocas horas la trama que se desplegó sobre el caso entorpece la reconstrucción de un hecho privado donde la única palabra que por ahora puede esclarecerlo está agonizando y la otra, sospechada. A la pregunta por hechos de violencia preexistentes nadie dice nada, pero la familia de ella no duda en apuntarlo a Peralta y una vez más se quedan solos en el intento de rearmar las piezas del rompecabezas.
Elsa Gerez, la madre de Fátima Catán, asesinada por su novio Martín Santillán el 22 de agosto de 2010, dice que le llevó dos años y buena parte de su salud convencer a la Justicia de que la versión de su yerno sobre la limpieza de unos cd con alcohol era inverosímil, sobre todo teniendo en cuenta que su hija sí había sido golpeada por Santillán en reiteradas oportunidades. Recién hace dos meses él se encuentra detenido y Gerez revisa los testimonios que desfilan en la fiscalía cada semana sobre las supuestas conductas de su hija. “Sus amigos, cómplices, familiares, una novia de él dicen que Fátima era histérica, alcohólica, drogadicta... Intentaron ensuciar a mi hija para sacarlo antes de Navidad pero no lo lograron. Porque por más que mi hija fuera todo eso, que no lo era, el prender fuego a una mujer de esa manera no se puede justificar y mucho menos pasarse por alto”, dice y vuelve a resaltar el poco valor de los antecedentes y de la palabra de quienes conocieron a la víctima al lado del testimonio de quien queda vivo para contar la historia: generalmente el agresor.
Una mujer es asesinada cada 30 horas en el país. Sólo en el primer semestre de 2012, 119 murieron. Al cierre de esta edición el Observatorio de Medios trabajaba en el procesamiento de las cifras finales del año que se fue, pero se calcula que duplican el número de los primeros seis meses y superan las de 2011, tal vez por la repercusión que tuvieron estos casos en los medios en el último tiempo, en gran parte gracias a su trabajo.
Si 2012 terminó con uno de los casos de violencia de género más emblemáticos de los últimos años impune, 2013 empieza con la bruma de una nueva historia que pone la lupa sobre la conducta de una mujer y replica un modo de dañar que intenta no dejar rastros y lastimar tan profundamente que la huella sea definitiva.
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