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Viernes, 10 de mayo de 2013

PERFILES > ANNALISA SANTI

La boluda

 Por Flor Monfort

Estudiante de derecho de 21 años, Annalisa Santi reprodujo los gestos conocidos como “sensuales” frente a un teléfono celular y rápidamente su coreografía fue multiplicada en la web. Como la procesada hot, Daiana Antiveros, el mundo del espectáculo no tardó en recibirla con los brazos abiertos para devorarla como un canapé. Puchero, dedito en la boca, camisa abierta, panza chata, labios carnosos y un suave pero marcado acento italiano, en el contexto blanco y ruidoso de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, el show dura poco más de un minuto pero promete represalias. Es que el caso está siendo evaluado por las autoridades de la institución por llevar los límites mucho más allá de donde tienen que estar en el edificio de Puerto Madero. Le abrieron un sumario por jorobar entre dos clases y dejarse filmar por uno o más compañeros veloces de reflejos para convertir en moda lo que en un principio parecía una travesura privada: subiendo el video lograron que hasta los noticieros la buscasen y que muchos llenasen compulsivamente su programación entrevistando a otros estudiantes de la UCA, indignados por la falta de respeto de la aspirante a estrella. Ocurre que muchos dudan de sus buenas intenciones como futura mujer de ley y suponen la intención oculta de pisar los estudios de algún canal de televisión, y tal como está ahora, tentada por conductores y productores, es muy probable que lo haga. “No era mi intención ser conocida, ser famosa. Yo solamente estaba en clase y pensé que iba a quedar ahí, era por el momento. La verdad es que abusaron de mi confianza y me re traicionaron subiendo esos videos sin mi permiso. No era ni siquiera mi teléfono”, dijo en Duro de domar, donde fue sometida a un tira y afloje de buena onda y onda polémica cuando fue apoyada por algunos y acusada de tener otros videos calientes por otros. Allí también contó que antes de esta fama repentina que “le da paja” subió otros con sus muecas y “boludeces” que ahora están siendo usados para hundirla. Pero ¿quién quisiera algo así, si en Annalisa hay más de cabeza fresca que de intencionalidad en escupir la bandera de las buenas costumbres? En principio la universidad, que pretende alejarla de sus aulas o, por lo menos, darle un buen susto. Si bien ella dice respetar su facultad con todos los honores que merece, también dice bancársela: en la UBA ya le dijeron que la están esperando, y en la Católica muchos la repudian o se preguntan para qué va a una universidad religiosa si se quiere “poner en tetas”. Todo en el manto frenético de Twitter, donde ella jura no tener ninguna cuenta.

La víctima no entiende el alboroto porque en definitiva copia un modelo que tiene más de repetido que de osado; esto va para los directivos de la facultad (y para los periodistas que hablan de un contexto de honorabilidad que no se debería quebrar así nomás) y a juzgar por la facilidad con que la joven atiende el teléfono a los medios excitados, la UCA bien podría preocuparse por el destino de una chica vulnerable, que tiene que salir a bancar la parada, la suya propia, solita, y a decir que si bien sus notas no son buenas, quiere ser una profesional digna, como cualquiera, y no una star del caño.

Viendo la torpeza con que se mete el dedo en la boca, asustada por la inminente entrada a escena de algún profesor (bien podría tener en bioética, por ejemplo, a Inés Franck, una mujer que jura y perjura que la legalización del aborto es una locura de unas pocas y no el reflejo de una sociedad que no sólo aborta, sino que ya no se pregunta por el inicio de la vida sino por las vidas que se pierden en los abortos clandestinos). ¿Qué hubiera dicho Franck o alguno de sus colegas de haberla atrapado haciendo la pantomima, tentando al diablo más que a las buenas calificaciones y defecándose en los códigos procesales, civiles, éticos, que debería honrar? Cualquier sea la respuesta, la web encontró una víctima jugosa y va a tragársela hasta encontrar otra, mientras la institución a la que la chica le paga la cuota todos los meses, pretende hacerle pagar bien cara la jodita, a ver si aprende.

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