Viernes, 10 de enero de 2014 | Hoy
FOTOGRAFíA
Todos los días nacen niños y niñas, pero poco se sabe sobre la violencia que se ejerce en las salas de parto. Sobre eso se trata Puja, el ensayo fotográfico que retrata el lado invisible del nacimiento.
Por Irupé Tentorio
En el marco del taller “Fotografía y compromiso” dictado por Sub Cooperativa de Fotógrafos, Mariana Morena, Ana Luz Sanz, Valeria Alvarez y Nicolás Carvahlo decidieron emprender un trabajo de hormiga, porque es poco lo que se quiere mostrar cuando del nacimiento se trata. Así cobró vida e imagen Puja, un ensayo que tiene como misión visibilizar los maltratos y destratos hacia las familias, pero sobre todo hacia las mujeres, que se ejercen desde la institución a la hora de parir.
La investigación fue desde el principio un laberinto de desencuentros entre la ilusa idea de un trabajo sobre parto respetado (que está legislado) y lo que diariamente sucede en la salud obstétrica. Los autores emprendieron así una recorrida intensa en hospitales públicos, en salas pequeñas y en clínicas privadas, y el resultado fue un total de 2000 fotos, de las que finalmente se editaron 30, que hoy se encuentran expuestas en el bar de la radio La Tribu hasta mediados de febrero.
Treinta imágenes son suficientes para condensar el desamparo, la falta de cuidado y la negligencia que se ejerce sobre el recién nacido y su madre. Basta ver a una mujer en una camilla rodeada de papeles, algo que en la práctica está naturalizado: el interrogatorio al que es sometida cuando se interna, en un momento en que lo que menos necesita es que le pregunten su número de documento o su dirección. “Lo que se escucha en boca de los profesionales como excusa más corriente es la falta de estructura y presupuesto. Pero hay ciertas acciones que no tienen que ver con el dinero sino con una disposición y responsabilidad que en la mayoría de las instituciones que recorrimos no logramos encontrar”, señala Valeria Alvarez. A lo que se refiere, entre otras cosas, es al derecho a la intimidad luego de parir, a no quedar luego de parir en el medio de un pasillo a la espera de una habitación (como se muestra en una de las fotos), al respeto a las pautas culturales propias de cada familia, así como a los ritmos propios de cada parto, que pueden extenderse en un tiempo que la institución suele considerar desubicado para sus propias pautas. Eso deriva en la aplicación de drogas que aceleran el nacimiento, que interfieren en el contacto del recién nacido y su madre, así como en la correcta entrada a la lactancia. Las prácticas invasivas están a la orden del día y son automatizadas por el personal, no sólo sobre la mujer que entra con contracciones y es canalizada con una vía intravenosa, sino sobre el bebé que es vacunado, aseado y a quien le es cortado el cordón umbilical antes de tiempo. Todo en pos de acelerar procesos que deberían ser gozados por madres y padres, y no vividos traumáticamente. El Hospital Alvarez es el único que queda al margen de estas rutinas, donde sí se acercan más a las pautas dictadas por la ley de parto humanizado. Mariana Morena cuenta que “el equipo de Obstetricia del Alvarez trabaja arduamente para que cada mujer que elija o deba parir allí lo haga de la forma menos violenta posible y con sus costumbres, formas y modos respetados. Muchas de las mujeres son de países limítrofes y necesitan que eso sea tenido en cuenta. Nos encontramos con bancos para parir en cuclillas, cortinas para la intimidad; las enfermeras acompañan los trabajos de parto únicamente si así lo requiere la paciente, es decir, se escucha a la madre, y no se la ve como un objeto y mucho menos como una enferma”.
Puja es un ensayo fotográfico que debería poder verse en todo el país. Los integrantes de esta cooperativa decidieron seguir adelante con la tarea y en eso están, documentando cada vez más y mejor las prácticas que para muchos y muchos son moneda corriente. Pero lo importante es tomar conciencia de que parir debiera ser una celebración y no un hecho condenatorio. Una vez más las mujeres ponen el cuerpo y quedan vulneradas de la peor manera, por eso visibilizar estos recorridos es una responsabilidad de todxs.
La muestra estará colgada hasta mediados de febrero en radio La Tribu: Lambaré 873, CABA.
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