Viernes, 10 de enero de 2014 | Hoy
ACTIVISMOS
¿Qué quieren decir los avisos clasificados que buscan mujeres para ocupar puestos de trabajo cuando reclaman “buena presencia”? ¿Por qué cuando se piensa en ropa de trabajo para mujeres en oficinas o atención al público se asocia de inmediato con tacos y polleras? Si hasta en las fábricas y otros trabajos con uniforme los guardapolvos se ciñen sobre la cadera, como si fuera condición marcar la cintura. Para el colectivo de acción lésbicas Las Safinas, “romper el estereotipo de mujer tradicional y femenina dificulta el acceso y la continuidad laboral” para lesbianas, bisexuales y trans, y por eso se pusieron manos a la obra en un proyecto de formación e inclusión para mujeres en situación de discriminación que busca, a la vez, mejorar la calidad de vida y fortalecer la autoestima y la visibilidad.
Por María Mansilla
“Cuando pensamos qué acciones urgentes necesitábamos llevar adelante, todas planteamos las dificultades en el acceso al trabajo. A muchas de nosotras nos cuesta trabajar. Nos parece que romper corporal y simbólicamente con el estereotipo de mujer tradicional, femenina, dificulta el acceso y la continuidad laboral”, cuenta María Eugenia Sarrias. Con este telón de fondo, muchas de las integrantes del colectivo Las Safinas, como tantas otras mujeres lesbianas, bisexuales y trans, se vuelcan a la expresión artística, se quedan en su mundo aparte, construyen un oficio independiente (que tampoco les alcanza económicamente para mucho).
De esa reflexión surgió un plan: Focalizarte, un proyecto de formación e inclusión para mujeres en situación de discriminación; a través de talleres gratuitos abordan temáticas como Iniciación a la realización audiovisual, Pintura, Reciclado, Fotografía y Canto. Ya está en marcha, y alcanza dos objetivos de un tiro: la visibilización, la formación y la integración social, y con la misma intensidad el fortalecimiento de la autoestima, la autoaceptación, el empoderamiento, el feliz ejercicio de la libertad afectivo-sexual y la búsqueda de un discurso propio. ¡Nada menos! La misión es acercar las herramientas audiovisuales para que puedan, a través de sus historias de vida, armar pequeños relatos, detectar ese registro.
Consiguieron el reconocimiento y la financiación del Ministerio de Trabajo de la provincia de Santa Fe y de la Subsecretaría de Economía Solidaria de la Municipalidad de Rosario. Focalizarte tiene gusto propio, se trata de un cóctel de derechos: a la educación, al trabajo, a la intimidad. En las clases hay lugar para todo el mundo, “como una forma de colaborar con nosotras y también de creer en nuestras capacidades”. Otro sueño que está a un paso de despertar: la creación de una cooperativa para brindar servicios audiovisuales a la comunidad.
La base de operaciones de Las Safinas está en un lugar clave: el Centro Cultural La Toma (ex supermercado Tigre, recuperado y autogestionado por sus trabajadores). Ahí funcionan distintas organizaciones sociales y emprendimientos de economía solidaria. La idea es, además, generar redes diferentes para poder autosubsistir, producir y hacer trabajo creativo. La Toma está en una de las zonas más lindas de Rosario, el centro, casi el bajo, zona de bancos, de barcos, de tienditas de ropa, de librerías, de pajareras con monoambientes donde viven muchos estudiantes; está a 6 cuadras del bar El Cairo, a 4 del Parque España, a 3 de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNR, a 3 y media de la Peatonal Córdoba.
Las Safinas se sientan en la mesa de los peces gordos del gobierno provincial. Junto con otras organizaciones, integran la mesa LGBT. No es un espacio friendly; a veces suena más a guerra fría. No fue fácil lograr hacer visible la diversidad dentro de la Ley contra las Violencias de Género, que Santa Fe acaba de reglamentar. “Logramos incorporar la categoría de mujer que propone la Ley de Identidad de Género. De lo contrario, la ley contra las violencias supone una concepción de mujer heterosexual que impide que las políticas se piensen desde este otro lugar, y quedábamos afuera de todos los programas de sensibilización y de difusión de derechos. Ahora logramos que la violencia simbólica se aplique también para definir la invisibilización de lesbianas, transexuales y trans.”
–La estrategia más importante es estar. Y participar. Hay mucha gente que nos acusa de estar siendo cooptadas por el Estado. Pero eso depende de cómo vos lo tomes. Cuando una participa, también está proponiendo algo diferente. Lo vemos como un espacio de apertura del Estado, una oportunidad para darle un viraje a su mirada o, por lo menos, para decir acá estamos, existimos. Estar ahí, dar el presente, les hace más difícil invisibilizarnos.
Gabriela Cruz es una de las más jóvenes del grupo. Dice que todavía tiene ampollas en los pies de todo lo que anduvo en su primer Encuentro de Mujeres, el de San Juan. Todavía tiene también la boca abierta de su primera vez en un debate de la Mesa LGTB, cuando se discutió la reglamentación de la mencionada ley. “No querían incluirnos, era como una negación, no había manera de nombrarlo. Yo les planteaba mi situación –dice Gabriela–: si me llega a pasar algo en algún lugar y me quiero defender, me van a decir que la ley sobre violencias no me protege porque no nos ven como mujeres, nos ven como tortas, como tortilleras... de mierda. Y estábamos tratando el tema con la gente de políticas de género. Se armó una discusión refuerte; les planteamos que por lo menos pongan la sigla, son tres letras más, qué les jode poner tres letras más. Salí enojada, nerviosa, reloca. Te duele todo el cuerpo, es muy grande la exposición. Por eso cuando somos varias, aunque sea tres o cuatro, es otra la sensación. Ese día nos acompañaron muchas organizaciones de mujeres y decían que teníamos razón.”
Sarrias precisa: traduce lo que sintió Gabriela a palabras de valeria flores: “rabia tortillera”. Explica que las categorías valen en tanto ayuden a defender derechos. Cuenta que usar el término “lesbofobia” es la estrategia para pesar lo que les pasa todos los días y tiene que ver con el miedo y el rechazo a quien elige vivir de una manera diferente.
Si la zona de La Toma es el ombligo de Rosario durante los días de la semana, el Boulevard Oroño es el corazón más saludable de la ciudad los domingos al mediodía. Ergo, allí están también Las Safinas, bajo un gazebo blanco, repartiendo folletos de Focalizarte en la mesa cerca del cartel que las identifica. Por esa calle ahora pasa haciendo running una chica que podría ser gemela de Luciana Aymar o de Isabel Macedo. Un hombre barbudo y canoso carga un marco viejo, es un feriante. También pasa, sin apuro, una mujer tomando mate junto a un hombre que lleva el termo bajo el brazo; deben ser entrerrianos llegados a pasar el día, del otro lado del puente. Nadie parece estresado por andar en la ciudad que unos pocos comparan con Medellín.
“Estamos entre el canil de los perros y la parada de los médicos”, indicaron vía Wapp las chicas de Las Safinas para coordinar el encuentro con Las12. En el grupo, entre otras mujeres, está Roberta Saccoccio, nacida en Italia, formada como cineasta en Europa. Es parte de Las Safinas desde 2008. Ella sabe que socializar funciona. Por eso desde siempre puso a disposición su oficio.
Así generaron los documentos visuales que pueden verse en YouTube y en Vimeo, linkeados también a través de lassafinas.blogspot.com. Llevan la cámara adonde vayan. Registraron el Primer Encuentro Nacional de Lesbianas y Bisexuales, de 2008; el resultado se llama El Movimiento se muestra andando. También crearon la Memoria del Encuentro Les-Bi-Trans Feminista del año pasado, en Paraguay. “Son registros históricos”, valora Roberta Saccoccio. También tienen material propio, como Encuentro y búsqueda de la identidad lésbica (donde hasta una maestra de catecismo cuenta qué le pasó cuando se enamoró por primera vez de una mujer). Roberta agrega: “Entre todas íbamos definiendo qué entendíamos por la identidad lésbica, si existía, si había una sola, cómo había sido la primera vez, cómo empezó todo. Estamos problematizando como grupo y también les estamos dando la posibilidad a muchísimas jóvenes que viven una situación así de no sentirse únicas en el mundo. Les estamos dando la posibilidad de escuchar a otra mujer que habla de lo mismo”.
–Hay que empezar por los relatos. Por lograr hacer visible una voz que existe, que siempre existió, pero que fue silenciada por los discursos dominantes. El cine lésbico, por ejemplo, es una concepción que surgió hace poco. Es importante empoderar a la gente con un discurso propio. Y el momento de reflejarlo es ahora, a través de relatos audiovisuales. Estamos en un momento justo. Porque con la ley de medios se está abriendo el espectro para las cosas nuevas. Este es un buen canal también para pensarnos a nosotras mismas, mostrarnos desde otro lugar también, y con capacidades transformadoras. Como lesbianas, opinamos de todas las situaciones. Pero hablar o escribir sobre nosotras es recontra difícil. Al principio no lo podíamos bajar, se nos hacía un nudo acá y no podíamos... Estábamos atravesadas tan fuertemente que no podíamos. El hecho de empezar a grabar ayudó a destrabar ese nudo.
No les faltan espacios donde “airearse”. En esta ciudad, la sanción de la ley de medios permitió activar dos señales nuevas, que trabajan como cooperativas. Se trata de Canal 10 y Somos Rosario. Pronto los canales de aire deberán emitir más producción de realización local. Mientras... “la web también es un buen espacio para empezar, hoy día, a hacer el boca en boca”, sabe María Langhi.
Langhi está a cargo del Taller de Producción Audiovisual. Tiene una productora que realiza cine y televisión con una mirada feminista. En estos días, por dar un ejemplo de su agenda, están reconstruyendo la historia de Mary Terán, una tenista rosarina que llegó a estar en el top ten mundial, fue proscripta por ser peronista y se suicidó en Mar del Plata en el año ’84. “Ni acá en Rosario ni en la Argentina ella es conocida. La suya es una historia impresionante, en esa época el deporte era para hombres.”
–Es que tenemos que romper. La gente ve el cartel de Las Safinas y nos mira como preguntándose: “¿Qué hacen acá?”. Están los perros de la Asociación Protectora de Animales y la guardia médica urbana; en el medio aparecemos nosotras. Esta mañana viene la gente que administra este espacio, que se llama La Calle Recreativa, y nos pregunta si pedimos autorización para estar acá. Les explicamos que sí teníamos permiso. Tratamos de que interpretaran que esto también tiene que ver con derechos. Si la idea es pensarnos como sociedad de una forma diferente, así como están el derecho a la salud y el derecho al bienestar animal, nosotras estamos ejerciendo el derecho a la visibilidad lésbica. También queremos estar en el espacio público, en la calle. Y mezclarnos.
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