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Viernes, 4 de agosto de 2006

TALK SHOW

Intrusas en el western

 Por Moira Soto

La mujer no pertenece al bestiario del western, género en el que, como en La Ilíada, vale menos que un caballo, según el crítico francés Jean-Louis Bory. En todo caso, concede, la mujer tendría un valor equivalente al de las espuelas, cuando sirve para acelerar la acción. Aunque, claro, si se trata de novias o esposas –del sector de las decentes– en busca de estabilidad, el héroe puede sentirse sofrenado, reprimido en sus ansias de espacios abiertos y nuevas correrías. En suma, que las buenas son un lastre mientras que las otras, las coperas entretenedoras, las aventureras curtidas pueden ser el reposo temporario del guerrero y, si tienen un corazón de oro, a veces se les otorga una muerte –una bala que interceptan, quizás– que las redime.

Ciertamente, el western es un género de contadas protagonistas femeninas. Pero que las hay, las hay, y vean de qué calibre: Altar Keane (Marlene Dietrich) en Rancho Notorius (1952), Vienna (Joan Crawford) en Johnny Guitar (1954), Annie Oakley (Barbara Stanwyck en el film de 1935 que lleva el nombre de la tiradora), Mrs. Miller (Julie Christie, menos citada que las anteriores, memorable copropietaria opiómana de un prostíbulo en el Oeste decadente en Del mismo barro, 1971, de Robert Altman); la Perla Chávez (Jennifer Jones) de Duelo al sol (1946), Belle Starr (Gene Tierney, Reina de bandidos, 1941), y –sin que estas referentes cierren la lista– en años más cercanos, Josephine Monaghan (Suzy Amis) en Una mujer sin fronteras (1993) y Ellen (Sharon Stone, en su mejor rol después de Bajos instintos) en Rápida y mortal (1994). “En general, las mujeres en el western son prostitutas, futuras prostitutas o la Señorita Santurrona, e invariablemente tienen peinados absurdos o vestidos amplios, o al revés”, comentó chistosamente Stone al estrenar este film de Sam Raimi sobre una pálida jinete vengadora que llega a clásico pueblito escenográfico.

Durante este mes, con motivo de la reposición de la serie Bonanza (de lunes a viernes a las 12.30 y a las 20, los domingos sólo a las 20), la señal de cable Retro ofrece un espectacular Mes Western, tachonado de piezas maestras, obras malditas, clásicos populares y de culto, muestras del mudo y del spaghetti western. Tenemos en cartel a John Ford y a Sam Peckinpah, a Anthony Mann y a Sergio Leone, a Budd Boetticher y a Robert Altman, a Arthur Penn y a Delmer Daves, a John Huston y a Howard Hawks... A pesar de algunas inevitables ausencias, no se puede negar que el panorama es de lo más apetecible para amantes de este género que André Bazin definió como “el cine norteamericano por excelencia”.

He aquí algunos de los personajes femeninos de relieve que figuran en esta suerte de festival: Annie Oakley, la célebre tiradora histórica duramente retratada, interpretada por Geraldine Chaplin (foto) en la desmitificadora Buffalo Bill y los indios (1976) de Robert Altman (se pasa el sábado 12 a las 18); la tierna Chihuahua a cargo de Linda Darnell en Pasión de los fuertes (1946) de Ford (lunes 7 a las 22); la rubia cuáquera fruncida (Grace Nelly) opuesta a la morena aguerrida (Kathy Jurado) en A la hora señalada (1952), de Fred Zinnemann (domingo 6 a las 22), y entre las Felicia Farr de El tren de las 3.10 a Yuma (1957, el miércoles 9 y el domingo 13, a las 22), Sondra Locke de El fugitivo Josie Wales (1976, el lunes 21 a las 15.30), Anne Bancroft de La última frontera (1955, el jueves 17 a las 22 y el domingo 20 a las 18), entre todas ellas está Ella, la inmigrante europea, francesa para más datos. Es decir, Isabelle Huppert, encarnado a una joven regenta de un burdel en el superwestern La puerta del cielo (1980, el viernes 25 a las 22), de Michael Cimino. Filmmaldito si los hay, repudiado por la crítica norteamericana y exaltado por la francesa (el año pasado, el director fue homenajeado en París y se exhibió la versión integral restaurada, con Cimino y Huppert sobre el escenario) narra con primores de ambientación e iluminación un episodio real: en 1892 el enfrentamiento de dos culturas, los WASP y los inmigrantes europeos, al pie de las Rocosas, en Wyoming. Los terratenientes del lugar contrataron mercenarios para asesinar a cien de estos recién llegados, a 50 dólares por cabeza. En La puerta..., Ella es disputada por un intelectual idealista (Kris Kirstofferson) y uno de los mercenarios (Christopher Walken). El segundo problema es que ella está en la lista negra.

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