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Lunes, 8 de abril de 2002

TC: EN LA PLATA GANO MARCOS DI PALMA

El hijo del pueblo

Logró su primera victoria del año, y la primera de Chevrolet, de punta a punta, y luego produjo su show en el podio, sumido en la emoción. Le dedicó el triunfo a la Policía Federal...

 Por Pablo Vignone

Ganó el hijo del pueblo. Ganó Marcos Di Palma. El más mediático de los corredores de automóviles de la actualidad. Al que conocen, incluso aquellos a los que el ruido de los motores les causa disgusto. El que se tiñe el pelo, el que llora a menudo, el que se sale del libreto, el que pierde carreras imposibles, el que genera polémica, el que despierta más ternura que simpatía.
Ganó Marcos y la ceremonia del podio, endulzada y lacrimosa, valió más que las planchadas 24 vueltas de la carrera, que el piloto de Chevrolet condujo con mano segura desde el trono de la punta. Marcos se entregó al llanto apenas bajó del auto para encaramarse al estrado popular. Una pequeña maroma deliró abajo cuando el arrecifeño se subió a la baranda, como para inmolarse en el salto. Uno le alcanzó una bandera argentina, que Marcos hizo ondear para darse aire en el rostro bañado. “Merezco morir después de esto”, alcanzó a decir después.
Hacía más de un año que el más joven de los Di Palma no ganaba una carrera de TC. Lo necesitaba tanto como cualquiera: para sumar los puntos, sí, pero para recuperar el oxígeno económico que las carreras se devoran, y que tiene a buena parte del parque del Turismo Carretera boxeando contra las cuerdas. A La Plata concurrieron 56 pilotos, la cifra más alta en lo que va del año, pero en la próxima, en Trelew –a 1400 kilómetros de Buenos Aires–, se espera un fuerte adelgazamiento de la concurrencia. Los pilotos pidieron en esta carrera un aumento de viáticos, y la respuesta que obtuvieron no fue la que querían escuchar.
En el podio, Marcos conectó una vez más su misión de corredor a las necesidades de la gente. Siempre ha creído, firmemente, que su tarea como corredor es devolverle al público en entusiasmo y acción parte de lo que pagó por la entrada. “Le dedico este triunfo a la gente que lo está pasando tan mal.” Y hasta tuvo una salida inesperada, en la que venía insistiendo desde el sábado: “Esta victoria es para la Policía Federal, que el viernes perdió cuatro hombres y el sábado uno. No nos merecemos este país que tenemos, ni estos políticos que nos están choreando, aunque no sean todos iguales”.
La victoria podría servirle a Di Palma si el país fuera otro: en condiciones normales, hoy o mañana estaría cerrando acuerdos con nuevos sponsors. Marcos, que siempre declamó que corre para ganar dinero, está, como la mayoría, sacando dinero de su bolsillo, sus ahorros o sus amigos para seguir compitiendo. La trompa de su Chevrolet amarillo tiene apenas la inscripción de una línea de perfumes con su nombre que, en otro momento, hubiera sido un gran negocio.
De todas maneras, ese triunfo lo entremezcló con los pilotos que luchan un campeonato cuyo final no se adivina, de lejano que está: ya está quinto en la tabla (el mismo puesto que logró en los últimos dos campeonatos), aunque a sólo siete puntos del líder. Este campeonato lo pelearán los buenos, siempre y cuando tengan combustible en billetes de acá a la última carrera. Y cuando no cometan locuras, como Marcos hizo en las dos primeras competencias del año, agotando la cuota, para manejar ayer sereno, confiado y seguro. Tanto, que ni siquiera tuvo necesidad de aceitar la polémica con Juan María Traverso. Lo que ya es mucho decir.

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los hinchas de chevrolet celebran la victoria de marcos di palma en la entrada a los boxes.
 
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