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Lunes, 9 de noviembre de 2009

FúTBOL › DEL EMPATE ANTE GIMNASIA A LA DERROTA DE AYER, CON ELIMINACIóN INCLUIDA

Ocho días de espanto en la vida de San Lorenzo

 Por Ariel Greco

No pudo ser peor la semana para San Lorenzo. Desde que Maldonado convirtió de cabeza en el descuento el empate para Gimnasia, al equipo de Simeone se le desmoronó el castillo de arena que venía construyendo. Ese gol no le permitió llegar a la punta. Luego fue el turno de la increíble derrota por penales ante River de Montevideo en la Copa Sudamericana, que dejó los ánimos alterados por Boedo. Y ayer fue el turno de la caída ante Banfield, que dejó a San Lorenzo con un pie afuera de la pelea por el título.

“Justicia penal. Culpable”. La tapa de la revista partidaria, con la foto de Pablo Migliore tirado en el suelo, marcaba cómo golpeó en el ánimo del pueblo sanlorencista la caída ante los uruguayos. Por eso, el equipo salió decidido a revertir esa imagen, con la idea de ahogar a su rival para reengancharse en la pelea por el título. El problema es que no tuvo ninguna fuente generadora de fútbol, por lo que todo el caudal ofensivo se limitó a los intentos individuales de Menseguez y a las constantes trepadas de Pintos.

Por eso, más allá de alguna jugada con pelota detenida o un remate desde lejos del uruguayo, San Lorenzo no inquietó demasiado a Lucchetti. Y como Banfield respetaba su libreto sin cambiar ni una coma, el primer tiempo resultó pobrísimo. Imprecisiones en la mitad de la cancha, poco juego asociado y casi ninguna situación de peligro predominaron en ese pasaje. Lo curioso fue que pese a jugar un algo mejor que su rival, San Lorenzo dejaba la sensación de tener menos clara la manera en que debía jugar el partido.

Distinta fue la historia en la segunda etapa. Es que el equipo de Simeone comenzó a jugar con los nervios de la gente y terminó de desordenarse, justo lo que pretendía Banfield. Entonces, a medida que transcurrían los minutos, el partido se jugaba cada vez más como pretendía el líder. Hasta que Erviti colocó un pase mágico para Fernández, que le ganó la corrida a Bottinelli y clavó un tremendo derechazo desde el borde del área que tocó el travesaño e ingresó por el centro del arco.

Conseguido el objetivo, Banfield se desentendió del partido. Su única misión fue cuidar la ventaja, ante un rival que iba ciego y generaba poco. Por eso, más allá de un remate desde lejos de Menseguez que Lucchetti desvió de manera notable al corner y las subidas de Migliore a buscar la heroica, el triunfo de Banfield no corrió peligro. Así se sacó de encima a un rival directo y sueña con el título. En cambio, San Lorenzo se quedará pensando en la fatídica semana que casi se despidió hasta el semestre que viene.

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Silva y Fernández se entienden a la perfección, tanto en el juego como en los festejos.
Imagen: Julio Martín Mancini
 
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