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Lunes, 14 de abril de 2003

COMO LO VIVIO GALLEGO

El Tolo en su casa

 Por Adrián De Benedictis

El día llegó. Finalmente, el director técnico de Independiente, Américo Gallego, enfrentó por primera vez a River en el estadio Monumental. Si bien ya se había sentado en ese banco de suplentes visitante el año pasado, el rival había sido Racing. Por eso, la de ayer no fue una tarde más para uno de los entrenadores más pintorescos del fútbol argentino. Para colmo, él se encargó durante la semana de preparar el arribo de su equipo a Núñez, con otra frase que inmediatamente repercutió en el plantel de Manuel Pellegrini: “Si River juega como contra Talleres, nosotros le podemos hacer tres goles”, se ocupó de lanzar este hombre que tiene a River como su segunda casa.
Apenas apareció en la pista de atletismo para ocupar su lugar, y mientras una veintena de reporteros gráficos se encargaban de retratarlo, Gallego fue recibido cálidamente por el público de Independiente: “Olé, olé, olé, olé... Tolo, Tolo”, fue el canto de bienvenida. Al mismo tiempo, la gente de River intentaba tapar ese recibimiento con silbidos.
Fiel a su estilo, Gallego vivió el partido con mucho nerviosismo, que se reflejaba en los gestos permanentes que les hacía a sus jugadores. Las mayores indicaciones durante el primer tiempo fueron para Leonel Ríos, ya que se movía por ese sector bien cercano al entrenador. Apenas habían pasado tres minutos de juego, cuando Gallego se paró por primera vez para ubicarse delante de los carteles publicitarios. Y a partir de ahí comenzó su propio show. El hombre que ayer lució una camisa clara y un pantalón oscuro, se agarró la cabeza cuando Daniel Montenegro se perdió un gol de volea. Pero dos minutos más tarde, se descargó con un fuerte grito cuando el mismo Montenegro marcó el tanto de su equipo.
Gallego repitió sus movimientos de desesperación cuando Andrés Silvera primero, y Montenegro después, desperdiciaron sus chances ante Buljubasich. Uno de sus momentos destacados fue cuando tomó la pelota antes de un saque lateral para Independiente, y dio señales para que los jugadores se adelantaran en el campo. El gol en contra de Milito provocó que se refugiara nuevamente en el banco, y ahí esperó el final del encuentro con los brazos cruzados, en un claro síntoma de resignación.
“De la mano del Tolo / se van a la B... Para nunca / más volver...”, se regodeaban los de River. Gallego se despedía sin poder ganarle al club de sus amores.

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